domingo, 28 de febrero de 2010

Oración

El secreto de esta plegaria, Señor, está sólo en Tí...
Nada más simple e inmediato que recibirte, sin medio alguno, nada más que acogerte en la luminosidad de tu Presencia.
(Quisiéramos que un "método" nos diera la seguridad y la certeza de que somos "orantes")
Nada más engañoso que eso... Sin arrojo: nada hay; vivo la certeza dichosa que brota en la Fe.
Señor, no puedo dudar. Tú mismo has venido y has llamado. Siempre llamas y siempre aguardas, aún la respuesta que tarda...
¡Qué puede haber más simple que abrir la puerta y dejarte pasar!
Pero la "duda" ensombrece nuestras horas mejores y nos empuja a retroceder sin sentido, buscando avenidas arboladas y asfaltadas, dejando la pequeña senda porque se nos antoja que tiene mucho lodo y es demasiado estrecha.
Creo, sí, Señor, en la luminosa locura de seguir... Seguir y seguir por el camino perdido que nos parece insuficiente.
Tú, Señor, lo has elegido y es inefable mi gozo y mi júbilo porque naces en el pobre establo de mi corazón.

Alberto E. Justo