martes, 24 de mayo de 2011

Contempla el cielo como el primer día

Cuando desde lo hondo el corazón aspira... Entonces participa en ese altísimo e inefable respiro que es su vida y su secreto: el corazón aspira la expiración de Dios...
La aspiración no nace en el corazón... Éste la recibe, la acoge, aunque no tenga conciencia actual de ello. No es necesario insistir. Con mayor simplicidad cada vez. Con la sonrisa y la ternura de Dios.
Nuestros pasos, los que trazan la senda, en realidad provienen, proceden, siguen lo que ya tuvo comienzo. Pretendemos construir una casa y ya la tenemos hecha, se nos ocurre que nos faltan tantas cosas y ahí están a nuestra disposición.
Del Corazón del Señor sigue brotando la vida...
Inicialmente, antes de la Aurora, de alguna manera en Él estamos.
Recordemos nuestra condición primera, nuestra virginal soledad... Decía Un Cartujo: "El espíritu que asciende hacia el encuentro interior atraviesa el tiempo en oblicuo como un relámpago, su vida no es conquista, adquisición o progreso, sino despojo liberador."

Alberto E. Justo