martes, 8 de octubre de 2013

volver incesantemente a la realidad profunda...

Es una constante conversión... ¡Son tantas las "cosas" que nos distraen, que pretenden arrebatarnos nuestro bien!
Sin embargo, en la misma medida en que adherimos a la verdad profunda, a nuestra vida interior, podemos liberarnos de lo que quiere apartarnos o alejarnos.
Parece que la "calamidad" es más fuerte, pero no, es mucho más débil... En suma depende de la perseverancia de nuestra adhesión...
Es claro que lo más hondo, lo más interior y viviente, no requiere diplomas, ni preparaciones, ni estructuras. Requiere la apertura del corazón a su paisaje infinito, al Ser y a la vida que recibimos incesantemente como don.
Estamos donde en verdad somos... Aunque los datos sean escasos, aunque todo parezca lejos. Hay un gran misterio: lo que se manifiesta lejano es lo más próximo y lo que está aparentemente aquí no más, es lo que permanentemente se va y acaba. Lo que hace ruido pierde su sonido (antes o después) lo que calla, el abismo del silencio, es noticia presente de Eternidad.

Alberto E. Justo