martes, 25 de marzo de 2014

Hacia las montañas

Siempre: solo a solas con el Solo. La Presencia es la misma oración... Disposición plena de medio segundo de duración: es para siempre. Convierte el minuto en eternidad, sin reservas y sin cálculo¨.
Él Es. Él es presencia... Él es - Él conoce... ¿Hay acaso diferencia entre ser y conocer? No nos hallamos en una fábrica con horarios ni hay que marcar la entrada o la salida.
Todos los recodos y situaciones de la vida presente están ahí para recordar e indicar un exilio. O para significar que el exiliado, de todas maneras, no está ahí o aquí.
El exiliado se halla en un lugar "imposible", en un no-lugar, que es hondura inaudita. El cuerpo señala "más-allá-del-cuerpo". Todo cuerpo sirve de contraste, como el claroscuro o la sombra resalta la luz en un cuadro. Precisamente indica "otro lugar". Responde simplemente: -no está aquí.
Todas las cosas dicen "yo no soy". Aún el canto más maravilloso, aún la plegaria más atenta.
Nada tan sublime como el silencio que no se proyecta ni se programa demasiado. Al silencio se lo encuentra aún en el fárrago, aún en la sorpresa. El silencio está... Siempre más aquí.
No, no he de fabricar silencio...
El silencio no sabe de preparaciones. Está siempre y todo lo abarca...
Esplendor que no aguardaba
en la tibia tarde primera... 
¡Clamor, grito, llamada!
Más allá de la frontera...
Ya se elevan esas llamas
por encima de las piedras...

Alberto E. Justo