sábado, 3 de mayo de 2014

La vocación a la soledad...

O beata solitudo, o sola beatitudo... No está mal repetir lo que ya sabemos, lo que ya hemos meditado. Más todavía cuando se presenta a nuestra consideración la honda senda de una vocación jamás desmentida.
¿Soledad? Es muy difícil precisar todo lo que encierra esta palabra... Nos basta, por ahora, subrayar una nota que es esencial: la realidad que no miente. En efecto, puedo descubrir mi vocación a la soledad, pero puedo -también- adquirir la conciencia de una realidad, de la realidad..., porque, en efecto, "soy solo". Solo aunque cuando estoy solo o cuando me doy cuenta de ello, soy el menos solo... ¿Paradojas? Sin duda. Lo decimos aquí con la vieja frase: "solo a solas con el Solo."
Esta vez, en suma, (porque hemos de volver muchas veces acerca de ello), señalamos lo que dice un estudioso contemporáneo en referencia a la soledad del sabio taoista: "No es la soledad física. Es la soledad del que se siente incomprendido, o mejor diríamos fuera de lugar, (...) No hay mayor soledad ni más angustiada que la del que no está solo..." (I.Preciado "Las enseñanzas de Lao zi". Barcelona 1998. Pp 76-77).
Es esta una senda que no puede ignorarse ni soslayarse, y entra en la perspectiva ciertamente fecunda. ¿La "soledad" del Huerto? Es un ámbito de meditación y de descubrimiento. Volveremos acerca de ello.

Alberto E. Justo