martes, 9 de agosto de 2016

¿Qué has dicho...?

Pues... nada... ¿Qué dije o qué puedo haber dicho? En realidad, claro, era y es mejor no decir, en suma: callar. Si es mejor callar no reconstruyas con ahínco lo que quisiste o creíste decir. Simplemente no has dicho nada...
El rumor de las palabras acaba por atar al peregrino a un pasado o a algún ensueño que, desde luego, lo daña. ¿Hay que decir algo? Es lo mismo que preguntarse: -¿Hay que "hacer" algo? Pero, ¿para qué atarnos una vez más? El hombre se aflige y sufre por el "hacer" que no hizo o por lo que no logró plasmar... Entonces: -deja y olvida. Es cuestión de paz y de buena salud.
El silencio profundo y verdadero no es violado con facilidad. Lo más cierto es que (como el amor) es más fuerte que la muerte... No puedo, en realidad, "decir". Nunca quedaré conforme con lo que digo... Siempre faltará un acento... o lo que sea.
Los "sonidos" apenas son pobres: se esfuman ahí no más. Y se van, y pasan, como las nubes que viajan, vienen y van, pero no puedo detenerme sobre ninguna de ellas...
No lo olvides... Nada hay que "hacer" o "decir" y, en cambio, es sublime lo que vamos a recibir, en los acordes de nuestra vida. Sí, vida que es Vida, que adviene en altísima aurora...

Alberto E. Justo