sábado, 9 de enero de 2010

Me pedías un juguete y te he dado la Realidad

Ocurre en nuestros días, en la ocasión de nuestras horas... Hemos "partido", desde luego, y vamos ya de viaje... Pero el camino, sea cual sea, no nos ahorra las "sorpresas". Contábamos con esto y no contábamos con aquello. Llevábamos la suposición de que "todo" seguiría las normas, se sometería a los principios y, así, dábamos por supuesto un clima coherente y una aceptable situación. Sobre todo en los grupos e instituciones con algún abolengo histórico...
Pero ¡esas sorpresas! ¡La aparición de lo "no-previsto"! Nosotros, como los peregrinos de Emaús, reprochamos al Señor que no nos haya "restaurado el reino de Israel". ¿Cómo puede ser? ¡Contábamos con ello! Aguardábamos -digámoslo ahora así- al menos eso.

Pero "Yo os digo"... Resuene en nuestro corazón esta palabra portadora de tanta luz. "Habéis oído que se dijo", "pero Yo os digo".
¡Señor, llévame al Desierto! Y el Señor responde: -Aquí lo tienes. Y replicamos: -¿dónde está, que no lo veo? Y el Señor, de nuevo, -¿no lo ves? No descubres que te encuentras en él, en el más profundo y mayor que pudieras soñar? Me pedías un 'juguete' y Yo te he dado la Realidad.

Providencia y "garantía" de Dios... Vuelve a tu corazón, a la hondura de tu espíritu, y apréstate a recibir lo inaudito. Dios no engaña. Si pides la gracia de la contemplación, Él te la dará. Pero siempre la verdadera, si se nos permite decirlo así.
No te extrañe que ahora mismo sufras la ruina y la decadencia por todas partes. Es mejor olvidar y dejar caer por ahí los restos de esas comidas de ayer.
Vuelve, en cambio, al origen primero, al amor primero, a la Aurora, a la primera claridad...

Vive y camina "en par de los levantes de la Aurora", como decía San Juan de la Cruz. Que no te escandalice el escándalo y entrégale todo a Dios.

Alberto E. Justo