domingo, 10 de octubre de 2010

Virtud Teologal de la Esperanza

¿Por qué temes los días peores? ¡Vaya pregunta!-dirás. Y sin embargo quisiéramos liberarnos totalmente de ese extraño peso que nos detiene en los lugares imprevistos. Sí, es la verdad, tememos la adversidad, la enfermedad, el desconsuelo, el fracaso... ¡tantas cosas!
Pero es preciso, en cualquier circunstancia, levantar el ánimo aferrándonos a esa "corriente divina", a esa "energía" que proviene de lo alto (de lo ancho y de lo bajo) y nos estrecha en su virtud. ¡Ánimo y coraje ante lo que no comprendemos y durante las horas de dolor! Es muy mucho, muy grande lo que esperamos. Cuán grande sea el objeto de nuestra Esperanza, la certeza de nuestra Esperanza, no podemos expresarlo aquí. ni en cualquier otro lugar.
¡Huye de los malos humores y de las broncas escondidas! Esta vida es provisoria o, mejor, es camino dichoso a la definitiva. Trabaja una y otra vez en esta decisión de "cultivar" la Esperanza, que es infundida en nosotros por Aquél a Quien esperamos y de Quien todo lo esperamos. Dejemos actuar a su Madre, nuestra Madre Santísima... No todo lo que ocurre es mal ni va mal. Eleva la mirada, trata de escuchar lo que se da, lo que se te da... Aunque duela el corazón y el cuerpo, aunque asome la enfermedad.
Dignare me laudare Te Virgo Sacrata, da mihi virtutem contra hostes tuos.

Alberto E. Justo