lunes, 21 de febrero de 2011

Más allá de todo ahogo

El tiempo que pasa nos revela ¡tantas cosas! ¡Cuánto de verdadero aparece sólo con los años y, sobre todo, con el padecer! El "sufrimiento" es una escuela y una escala que lleva muy alto...
Entre lo que la experiencia descubre está la necesidad de superar "nombres", "estilos" y "pertenencias." Con frecuencia nos parece depender de "pasos" del pasado o de "filiaciones" a las cuales nos sujetamos con exceso. Hay un respiro, una bendita distancia entre el sujeto y los calificativos que se le atribuyen o que él mismo se atribuye. Siempre hay algo más hondo que invita al peregrino a descender allí más.
"Distancia" que está en estrecha relación con el "desapego" o "ser-separado" del que hablan los místicos; que, en definitiva, está en relación con la libertad.
No son las instituciones las que "hacen" a los hombres, sino que son éstos los que hacen a las instituciones... Por tanto vigile el peregrino de no convertir falsamente en fin lo que es medio, y permanecer independiente siempre de partidos y colores.
Cuando una institución sólo se contempla en el espejo y queda sometida a sus propios perfiles, sin ver más allá, quiere decir que padece una enfermedad mortal.
Ancho es el horizonte y el Cielo es mayor todavía. Pitágoras decía que la vocación del hombre es contemplar el Cielo... ¡Adelante, pues, sin menoscabo de lo más pequeño que goza -derramado- en lo infinito!

Alberto E. Justo