lunes, 27 de octubre de 2014

¿Silencio y no-silencio?

¿Qué es aquello que contradice al silencio? ¿Qué oponemos al silencio? ¿Se trata del ruido, de los clamores, de la palabra, de las inquietudes o angustias, de reclamos y pareceres, de mensajes y de mil cosas más? ¿Se trata de excesivas luces o imágenes y figuras demasiado invasoras, que no respetan los límites de otras presencias?
Nada de todo esto puede estar al nivel y a la profundidad del verdadero silencio. ¿Puede "cubrir" al silencio una canción o un murmullo? Desde luego que para cualquier oyente: sí. Pero aquí nos queremos remontar un tanto más arriba...
El silencio es algo así como el lenguaje primordial o el ámbito que envuelve y acompaña al respiro y a la vida. Sin duda alguna está más allá de las alternativas de una existencia agitada o animada por esto o por aquello. El silencio es desapego y siempre está más alto, superando las consideraciones y, desde ya, los conceptos...
El silencio es inesperado. No se fabrica, no se puede fabricar. Sólo un signo ha de bastar para entrar más allá y descubrirlo de nuevo. El silencio no se manifiesta de un vez para siempre. El silencio se redescubre en situaciones a veces harto penosas o donde menos lo podemos sospechar...
A pesar de la severidad de la hora puedes sumergirte en el silencio verdadero. Porque viene de lo alto, porque siempre está...

Alberto E. Justo