A pesar del tiempo y del espacio, a pesar de los fantasmas y, quizá, de los engaños que nuestra misma porfía engendra... En suma: a pesar de lo que sea, seguimos el camino del corazón que toda valla y toda frontera atraviesa.
Sólo el silencio nos entrega la palabra, la palabra que, de otro modo, no llega. La palabra que no halla cabida en las estructuras tan duras de esta tierra. Camino del corazón a... por el silencio que todo lo dice, que todo lo expresa, que todo lo canta, que todo lo recibe... Silencio que es perpetua sonrisa, silencio que sabe de lágrimas también de dicha, silencio -sin duda- que nos llama y nos eleva...
En pos de la vida nueva que cada día nos engendra, aunque no percibamos su presencia.
Es muy bello sabernos de camino "más allá". Bueno es aceptar imágenes inauditas sin escepticismo. Mirar el Cielo con confianza porque, en realidad, está aquí, en el alma.
A pesar de lo que parezca no estamos lejos. Algún día nos asombraremos ¡¡tanto!! al comprobar que estábamos demasiado cerca... Son lecciones que no hemos de olvidar...
Por eso, despréndete de cuanto te aprisiona. Con confianza, suéltate. Que si tanto y mucho te aferras quedarás irremisiblemente atado sin pasar la frontera.
¿Pasar la frontera? ¿No será que ya estás del "otro lado" y no acabas de darte cuenta?
Fíjate, mucho hemos caminado, pero no es cosa de cantidad. El descubrimiento es una aurora que no conoce ocaso...
Sabiendo estas cosas, meditando sobre todas ellas, respire el corazón el Soplo de Dios que nunca se ausenta...
Alberto E. Justo