La vida contemplativa
1.- La vocación contemplativa comporta un misterio abismal. No nos detendremos en ninguna definición. Sólo una advertencia inicial: Si quieres seguir la senda de la contemplación, prepárate para la prueba y para la lucha. El enemigo no te dejará tranquilo. Deberás abrirte paso por rutas de difícil tránsito. Hallarás muchas puertas cerradas y tendrás que saltar o superar vallas y fronteras. Sobre todo toparás con lo que no aguardabas o con lo que contraría la lógica humana. Te preguntarás, entonces y con frecuencia, si trazas la vía adecuada… Esto ocurrirá muchas veces, muchas veces. Pero tú sigue y camina. Olvida sin temor. Ve directamente, aunque los alrededores no parezcan aquellos que suponías. No hay “medios” ni hay “por-qué”… Si pretendieras explicaciones, si te atrevieras a pedir manuales o tratados, métodos y reglamentos, perderías la senda verdadera. El desierto también es milicia…
2.- Pero nada significa todo ello. Es preciso seguir adelante y atender el llamado. Fíjate muy bien: no te empeñes en hacerte contemplativo, como si debieras alcanzar no sé qué objetivo. ¿Quién eres? Ni éste, ni aquél. No insistas en parecer, ni en coleccionar “méritos” para lo que sea. DEJA SER EL SER. Deja. Admírate y cúbrete en el silencio, en las dimensiones sin fin, en el desierto, en el mar. Que nadie descubra tu secreto. No te preocupes por ningún letrero, ni gastes “chapa” alguna de identificación.