domingo, 26 de noviembre de 2017

Sonaban timbres y campanas

En casi todos los lados, detrás de las puertas y de las ventanas... Nosotros ascendíamos un monte harto árido y empinado, evitando las espinas del sendero y sus inconvenientes... Pero pronto llegaríamos a alguna cima, un tanto más arriba, un tanto más lejos, un tanto más allá...
Por estos parajes seguía el rumor que brotaba de tantos parlanchines, en las direcciones más opuestas. Yo deseaba un silencio diferente, un silencio que no se rompiera en propagandas y reclamos varios, que respetara autores y cómicos, trágicos y gesticuladores, más allá de "famas" bien o mal ganadas, más allá -en suma- de las celebridades del mundo.
Yo deseaba descubrir el camino del corazón, grande y ancho si lo hay, más lejano y más cercano de lo imaginable. Yo deseaba volver a mi casa, a contemplar la llama encendida, en el centro mismo, sin calificativos ni condiciones; en el olvido. Porque habiendo caído todos los requisitos y acusaciones llegaba, por fin esta vez, la hora de la libertad.
Han callado los famosos y no hay victorias ni condiciones... Nadie se atreverá con propuestas (las que fueren) más allá de los sueños.

Alberto E. Justo