viernes, 20 de marzo de 2009
¿Es hora de comenzar?
Desde luego. Ha llegado simplemente la hora, el instante de abrazar el camino de Dios. Es simplicísimo. La mayor novedad es elegir, sin titubeos, las formas pequeñas: la oración simple e inmediata. Y caer en la cuenta del valor inmenso que posee. La repetición de una plegaria desde el corazón, la conciencia de un "estado" de disposición para la gracia de Dios, para el Señor mismo que obra y ora en lo profundo del corazón. Quizá nuestros fracasos se deban a que suponemos cosas complicadas y a dar cien vueltas alrededor de lo más cercano, buscando "otros" modos y nunca conformes con lo que adviene. Oremos con la salutación angélica...