Como se percibe una melodía en la memoria es posible aspirar, una y otra vez, el aire puro de lo inmenso.
Una figura, la más modesta, puede aproximarnos a su propia superación. El viajero lo hace "a través". También el paisaje puede ser horadado para pasar más allá...
¡Más allá! Confía y pasarás. Quizá ya te encuentres del otro lado y no aciertes a darte cuenta...
Pero ¡cuántos aullidos en la frontera! Allí gritan para confundirte y para que no vayas a lo profundo. Por eso te "llaman": para que te creas todavía de este lado y no más allá, que es tu destino. Para el enemigo es un gran triunfo detenerte en lo que no es. ¿Es posible? Como es posible la ilusión o el espejismo.
"Lo que no es"... ¡Qué fuerza poseen ciertos fantasmas! Al menos cuando les prestamos cierta atención.
Lo cotidiano parece una muralla, un velo, un tejido de fantasmagorías que cubre el horizonte... Es urgente horadar los muros con confianza... Y no caer en la frontera, sobre todo cuando ya hemos pasado los límites caprichosos...
Sabemos, entonces, que estamos más allá... Pero los diablos gritan cada vez más fuerte (ellos, claro, no pueden pasar) y asustan... Semejantes gritos se hace eco en los pensamientos. Esto lo sabían muy bien los Padres del Desierto, que tanto lucharon con todo ello.
El engaño que pretende el enemigo es mostrar lo que no es como si fuera real y poderoso.
El secreto es confiar totalmente en Aquel que nos sostiene, en quien somos, nos movemos y existimos, en el Único...
Alberto E. Justo