miércoles, 8 de febrero de 2012

Que Dios ore en nosotros

En el silencio, que no tiene confines, reencontramos una palabra... Ella brota de una incomparable Presencia. En nuestra peregrinación reaparece la hondura siempre nueva, con todos sus secretos, con todas sus maravillas.
Lo que importa es arrojarse en el secreto y orar sin aguardar "definiciones."
Avanzamos pues, aunque esté nublado. Hay Luz encendida en el corazón: hay Luz en el corazón.
Nos animamos y nos exhortamos a aventurarnos abriendo grandes los ojos en la oración que no se interrumpe.

Alberto E. Justo