Atiende...
Inclínate sin temor a la voz
profunda...
¿De dónde viene, de dónde
procede?
¿Es sólo silencio?
¡Voz que es silencio, silencio
que es voz!
Deseo atender para ser seducido...
Pero esa voz ¿es nada más que
deseo mío?
¿Qué es el “deseo” que no se
expresa?
No encuentro palabra ni canto
en el oscuro subsuelo que imagino.
Es hora de pasar más allá...
En el “aquí” sombrío ya no se
ven estrellas.
Sólo el Cielo encapotado
desvela la tempestad.
¿Aguardar?
Nada. Todo llega, todo ha llegado...
¿Cuándo?
Siempre...
Y nada más.
Sigo... Confiando en lo que no veo,
sigo sabiendo que todo ya
está.
Alberto E. Justo