domingo, 16 de junio de 2013

sin ser notados

Cuando faltan argumentos es que... ¡hay demasiados! La abundancia excesiva de “cosas” y de “cuestiones” acaba por trabar los caminos y dejarnos inmóviles. Arte valiosa es ahondar la mejor senda y hallar en sus grados lo que no se encuentra en la multiplicidad o en la confusión.
Otro tanto ocurre con lo que llamamos “actividad”, esa obsesión por hacer esto o aquello, que termina por dejar todo postrado y sin los resultados apetecidos.
En suma, no es bueno dispersarse y tener por fecundo lo que nunca acontece. ¡Cuántas veces nos lamentamos por no alcanzar esos objetivos o aquellos otros resultados! ¡Y cuánto nos equivocamos cuando generamos una “preocupación” tras otra para darnos la sensación de que... “hacemos algo”, de que estamos... al día y a la hora!
Deja que aquél vehículo se vaya, no lo corras... Esfuérzate por aprender la quietud y alégrate si has de “aguardar” un poco más. Esos espacios son riquísimos para meditar, para orar, para caminar, para vivir.
El “culto” de la “oportunidad” no es “absoluto”. Hay oportunidades, muchas desde luego, pero podemos con fruto dejar algunas.
En el fondo está el diablillo de la “competencia” que tanto molesta a veces, empujando sin ton ni son para que nos tengamos por “mejores”.
La superficie esconde siempre la hondura. Es urgente romper caparazones y penetrar más adentro ¡aunque no nos vea nadie! Y esto es lo mejor: andar sin ser notado. Sin presunción alguna, en silencio.

Alberto E. Justo