lunes, 9 de junio de 2014

presencia y valor

Nada mejor que meditar en las horas difíciles acerca de nuestra vocación "personal". En efecto, podemos cometer un gran error cuando eludimos ese llamado "directo", el "nombre escondido", que cada uno sabe que ha recibido de Dios. Más de una vez, quizá por dudas injustificadas, caemos ante el espejismo de una falsa condición, que no nos pertenece en absoluto.
No dejemos que se nos "disuelva" en institución cualquiera, ni en grupo o grupejo alguno... Tengamos el valor y la audacia de discernir nuestra realidad y de aceptar nuestra relación "directa" sin vueltas ni arroyuelos. Puede parecer extraña esta insistencia, pero la verdad es que el peregrino no puede hallar su senda ni darse en caridad si olvida que siempre es "más" de lo que sospecha, si ignora que el "secreto", que sólo el Padre conoce, es el fundamento de su libertad. 
Es necesario y urgente aprender, tal vez como un día aprendimos a leer y a escribir, cómo la libertad es honor y decoro de la vida. ¿No nos admira la acción de Dios y su infinito respeto?
Presencia y valor, pues, en el camino único...

Alberto E. Justo

lunes, 2 de junio de 2014

una vez más: el secreto

Secreto maravilloso, que es la vida... ¡Cuántas veces olvidamos lo más simple y directo! Pero allí estamos porque Dios está...
Golpeamos puertas pequeñas, muy pequeñas, y descuidamos que hay Alguien a nuestra puerta, ya en nuestro corazón, que aguarda nuestra atención y adhesión...
Nunca lo meditaremos bastante... Pero "aquello", o "Aquél", no es "objeto". No reduzcamos la visión interior. Descendamos cada vez más en el ámbito, en lo íntimo y más escondido, siguiendo en el respiro profundo el camino que más nos vela, nos revela y nos cela...
Sí, el camino que nos esconde y que nadie conoce. ¡Y no importa que nadie lo conozca! Así es mejor. El silencio es horizonte fecundo. 

Alberto E. Justo