sábado, 28 de marzo de 2009

Como el más pequeño

¿Tienes una balanza al alcance de la mano? Pues si es así, pon en uno de los platillos esas cosas que tanto te preocupan ahora y comprobarás –inmediatamente- que no tienen peso ni valor alguno. En cambio, si colocas en el otro platillo eso bueno que acabas de leer y esas otras magníficas realidades del espíritu, lo que está en tu corazón, el peso será enorme y hasta se romperá la balanza, pues no hay modo de pesar, ni de medir tanta maravilla.
Lo que te duele, duele y tanto, según la atención que le prestas y a causa de la ansiedad que te desvía.
Esta ansiedad proviene de una sed desproporcionada de “realizaciones”, sobre todo en el orden afectivo (por decírtelo así), que heredas desde hace tanto, tanto tiempo, de situaciones que bien conoces o que puedes rectamente suponer.
Fíjate muy bien: tu pedido, desde luego, es legítimo. Pero de “otra cosa”. No es fácil acertar, pero cuando sufres no sufres de lo que crees sufrir.
Si conocieras bien la clave de todo ello, estoy persuadido de que estas jornadas te alegraran, porque descubrirías en este “camino de la cruz” una asombrosa fecundidad, una obra que supera cualquier empresa, fundación o discurso. Lo que vale es la cruz que Dios da. O lo que Dios da de ella.
Será, sin embargo, muy difícil y raro superar esos “dolores” y evitar otros… Se trata, nada menos, de algo que es legítimo que, alguna vez, te arrebataron y que retorna con mil caras y caretas a presentarse tan ansiosamente deseable en las ocasiones de crisis y –sobre todo- de injusticia que puedas padecer.
Pero no temas. El Señor ha vencido al mundo. La batalla de esta angustia ya está ganada. Sólo ves su ocaso y su caída. La fuente de ese resplandor engañoso ya no está. Asistes a sus últimos reflejos en el cielo de la noche nueva.
Repito, no temas. Estas palabras las dicta mi ángel en la noche oscura y serena. Es el misterio de la “soledad sonora” que, con suavidad, insinúa la senda verdadera.

Muchos son los caminos, es verdad, pero hay uno que interesa aquí. Sí, uno solo. Y ese camino es el que trazan tus propios pasos. Es el camino de tu vida, insospechado e insospechable. No puedes distinguirlo, no acabas de verlo así no más, pero es. En efecto, está ahí o aquí, como quieras. En suma está, porque –quieras que no- lo trazas y lo sigues. Y llegas a saber muy bien que todo él constituye un regalo, un don verdadero, que viene de lo profundo, que viene de Dios.

Pero ¿quiénes somos? Esto lo preguntas siempre y no hallas respuesta que te conforme. Sé que interrogas acerca del “sentido”, de lo más profundo, de esa vida que, a veces, parece escapar de nuestras manos y de cualquier medida o modo que intentemos para “comprender”, sí, para comprender.
En un cierto sentido, has de escapar de tu propia comprensión, si ésta se diera ahora mismo o alguna vez. No puedes encerrar en tus categorías (por decirlo así) lo que las excede. Tú eres más… No puedes abarcar con tu razón lo que está por encima de ella, porque tú eres más. No podrás medir ni determinar esa vida y peregrinación tuya ¡que tanto te aflige! Porque tú eres más. ¡Y tanto más!
No comprendas encerrando, midiendo y razonando. Deja advenir, deja llegar, acoge una y otra vez. Pero ¿cómo –me dirás- no debo acaso discernir y juzgar convenientemente acerca de sucesos y cosas? Sin duda –te respondo en seguida- cuando se trata de lo que está en tus manos y en tu misión, sobre todo si depende de tu responsabilidad y cuidado. Pero de lo escondido, de tu impotencia o de lo que te supera, de lo que no depende de ti, como diría Epicteto, ante todo ello, acoge y persevera.
¿Quién eres? El Tú de Dios. ¿Estás dispuesto a “velar una hora” con Él? Te lleva en su Corazón y tú, misteriosamente, en el tuyo, sin distancia alguna. No que ocupe Él un “espacio”. Es que tu corazón es suyo.
Vuélvete niño... Es la hora del más pequeño. Sumérgete en el Misterio de Cristo-Jesús en el Espíritu, como el más pequeño... Alégrate y no temas.


meditaciones de un peregrino

Aunque deje algunas heridas, y aún cicatrices, la lucha no nos daña. Como con Antonio en el Desierto, los enemigos adoptan figuras grotescas... No se detienen, ni pierden el tiempo, volviéndose "objetivas" o "racionales". No, las "tentaciones" se dirigen a nosotros y del modo más efectivo, como más nos duele. O, simplemente, donde obtienen mayor éxito y el resultado que apatecen. No es cuestión de temer ni de vacilar. Los fantasmas mienten. Es verdad que procuran asustar... Nuestro valor es confiar y abandonarnos en el Señor. Repito: no importan las heridas. Es preciso no desfallecer y continuar la lucha y el camino.

Ora e invoca el Nombre del Señor. Cada vez que lo hagas, cada vez (y hazlo siempre), abandónate totalmente a Él. Dios está aquí.

martes, 24 de marzo de 2009

CANTAR DE SILENCIO



Es hora del nuevo silencio que no nos atrevemos a comunicar… Poco a poco el alma se aleja y se pregunta por dónde va, cuál camino sigue, qué pasa, que todo es tan singular.
No comprende, no puede ya discernir con claridad. Antes, antes de ayer, todos los trazos y perfiles parecían nítidos, los pasos se daban, uno tras otro, sin vacilaciones. Las leyes eran claras y las costumbres también. Las indicaciones no faltaban y no había necesidad de soportar interrogantes sin esperanza de respuesta segura…
Hoy, todo es desierto. Los despropósitos son de tal magnitud, las sinrazones tan grandes, que no podemos intentar diálogos, por lo menos apresurados, para procurarnos una ayuda o alguna luz. Sólo la dimensión nocturna puede decirnos algo con su acorde de silencio.
Pero ¿caminamos hollando sendas prudentes y justas? ¿Es esto mismo, estas opciones inesperadas, lo que se aguarda de nosotros? Sólo la noche, sólo la noche. En la hora de las irresponsabilidades se espera nuestra solitaria “responsabilidad”. ¿Nos hallamos –en cierto modo- “fuera de la ley”? ¿Somos una excepción tan…notable?
El “peso” y la “gravedad” de un “pasado”, al cual no hemos de renunciar, nos lleva por donde no sabemos, por los caminos de una aventura insospechada.
No podíamos imaginarla así. Ha surgido no sé qué desde el “fondo de la noche” y (eso mismo) traza direcciones, límites y condiciones nuevas. Por lo cual “parecemos” o “aparecemos” como una diferencia, en ciertos casos hasta antipática. Alguien ha hecho ya, y con acierto, el elogio de la diferencia. Acerca de esto no es necesario insistir ahora.


¿Silencio que es olvido? Quizá… Pero intentamos decir otra cosa. Nos hallamos en un paraje que debe ser reconocido por sí mismo. La aceptación de este acontecimiento comporta inmediatamente un abandono sin condiciones. En efecto, se trata de no atascarse, de cortar cualquier atadura que nos detenga en el camino.

El “abandono” y el “ser separado” o “desasimiento” comportan, desde el inicio, esta “liberación”, a pesar de todos los riesgos que puedan invocarse.
El “peregrino” debe salir probado, después de un largo período, durante el cual el dolor o las contradicciones, su estudio y su responsabilidad, su disponibilidad y su obediencia, hayan tallado en el buen leño lo que denominaremos ahora una “conciencia” en condiciones de guiar todos sus pasos. Este es el papel de la virtud de la Prudencia, que sabemos elevada por el don de Consejo del Espíritu Santo.




Admirable música, esa que intento discernir en una profundidad siempre nueva. El canto nunca se detiene, porque es silencioso, quedo, portador de paz.
Yo sé dónde resuena y cómo. Yo sé que es SILENCIO.



Alcanzar el silencio… Dejarlo llegar… Dejarlo que ascienda… Porque desde siempre está.

Aunque los ruidos y los gemidos dancen alrededor. Aunque los conceptos y los pensamientos azoten por aquí y por allá. El silencio es más hondo que todos ellos. El SILENCIO ES MÁS HONDO.
Fíjate bien en esta condición, en este HECHO de la “hondura”. En ese nivel de profundidad nada puede alcanzarte.
¿Te animas a descender hasta allí?

Pues, inténtalo. Comienza. No te apresures. Simplemente despréndete, sepárate… Vuelve una y otra vez a tu corazón. Cada ocasión será más profunda. Sigue, busca… Que, por fin, alcanzarás. O serás hallado, alcanzado tú, más allá de ti. O más aquí.
Abandona ese “ego” artificial y el mundo que lo sustenta. Aunque parezca muy propio y “religioso”, déjalo. Nada tiene de lo que buscas y de lo que te busca y llama. Ve más allá.

sábado, 21 de marzo de 2009



Interrogantes

En efecto, en muchas ocasiones el "fin" nos parece muy distante y corremos el riesgo de abandonar nuestro camino y nuestro propósito. Sin embargo no olvidemos nunca que quien se puso en marcha, de alguna manera, llegó a destino. Pero más profundamente es urgente redescubrirlo todo desde Dios. Hemos recibido un don... No es necesario procurarse lo que ya se posee. Es, eso sí, imprescindible, descubrirlo. Quizá no hemos meditado suficientemente...
La perspectiva es indudablemente otra cuando vemos en Aquél que nos ve o desde Él. Cuando nos dejamos sumergir en Su misterio que es nuestro también. Por eso nuestro andar es siempre confiado, aunque no abarquemos lo que nos abarca... ¿Para qué? El hondo respiro cotidiano hecho oración y elevado sin cesar a la intimidad en el Corazón de Dios. No es una acrobacia. Es lo que se nos da, si realmente lo queremos así. Es lo que poseemos cuando lo recibimos en el corazón. Es como la misma vida, que nadie puede asir a su antojo y, sin embargo, la poseemos y nos posee sin más.

viernes, 20 de marzo de 2009

¿Es hora de comenzar?

Desde luego. Ha llegado simplemente la hora, el instante de abrazar el camino de Dios. Es simplicísimo. La mayor novedad es elegir, sin titubeos, las formas pequeñas: la oración simple e inmediata. Y caer en la cuenta del valor inmenso que posee. La repetición de una plegaria desde el corazón, la conciencia de un "estado" de disposición para la gracia de Dios, para el Señor mismo que obra y ora en lo profundo del corazón. Quizá nuestros fracasos se deban a que suponemos cosas complicadas y a dar cien vueltas alrededor de lo más cercano, buscando "otros" modos y nunca conformes con lo que adviene. Oremos con la salutación angélica...

Cuando vas de camino

Una de las mayores invitaciones que esta "hora" descubre es aquella de ENTRAR en el secreto interior. Y no porque a nuestro alrededor sólo topemos con ilusiones o desilusiones... Sino porque es propio de los peregrinos alcanzar esos horizontes que levantan al Cielo, que dicen de Dios. Y no es cuestión de "entretenerse" en preámbulos. Al contrario, es preciso acudir directamente y sin vacilar cuando se trata de semejantes parajes. También acontecimientos, y los más inesperados. No, ese "horizonte" no está lejos. Está aquí... Y es ¡¡tan inmediato!!
El descubrimiento del "monacato interior" o interiorizado, nos plantea una conversión y una consagración profundas, una vez que hemos "descendido" al corazón o que hemos comenzado nuestro retorno a casa, que es la Casa del Padre.
Todo empeño en esta senda parece lento y de modestos, muy modestos resultados. Sin embargo hemos de tener en cuenta que lo que se sigue a nuestra decisión es patrimonio del silencio, de la delicadeza y de la gracia de Dios. No es ruidoso. No hay manera de hacerlo ante los innumerables testigos que -quizá- nos dieran no sé qué seguridades. No, es hora de cerrar la puerta de la habitación y sumergirse en la intimidad de Dios.

jueves, 19 de marzo de 2009

Bienvenido al camino que no conoce fronteras!!!!!!

Mi querido peregrino, llegas a un blog muy especial para tí... Tenemos la pretensión de llegar más allá de las fronteras, al Cielo que nos regala la bondad y la misericordia de Dios. Eres bienvenido e invitado a esta aventura, una vida de contemplación y de oración allí mismo adonde te encuentres o por donde vayas.