lunes, 26 de diciembre de 2011

Santa y Feliz Navidad

Peregrinos de la Santa Navidad... Peregrinos en búsqueda de la Luz en la Noche... Peregrinos llamados a la Luz en medio de la Noche...
Y sin embargo nos descubrimos (aparentemente) solos. ¡Misterio de Soledad y de Silencio en la Noche sin posada. Noche en un portal. El portal de nuestra vida, sólo fecunda y real en Él.
Llamamos y golpeamos las puertas de la confianza, suplicando sin vacilaciones el Don de la Fe.
Poco es lo que podemos decir y mucho lo que llorar. ¡Lágrimas que son plegaria, verdadera plegaria, en esta Noche!
¿Quizá "vemos demasiado"? ¿Qué descubrimos en esta Noche?
"Del Verbo Divino
"la Virgen preñada
"viene de camino
"Si le dais posada." (atr. S. Juan de la Cruz)

¿Dónde está esa "posada"? ¿No es, acaso, nuestro corazón? Y no digo más...

Alberto E. Justo

domingo, 4 de diciembre de 2011

Vuelve a la "pureza original"

Cuando suena "aquella" voz sin melodía... Tal vez sufrimos el apremio y no sé qué distracción impertinente. Llaman y tejen... E imponen... Los consejos vulgares siempre ahogan. También se oye el "grito" de los horizontes oscuros, desencajado, fuera de lugar y de tiempo. Estrépito que viene y va...
¡¿Pero qué estamos diciendo?! Quizá busquemos describir, y mal, lo que no sabemos ni nos toca saber...
Pero hemos aprendido que no somos eso y que no estamos donde nos parece estar. ¡Sí, el espíritu vuela, es ave maravillosa y siempre va más allá! El tejido no nos detiene... Quedó allí con tantas y en tantas contingencias, condicionamientos y accidentes.
Y tú, amigo mío, quita y deja lo que te ata y condiciona. Vuelve a la "pureza original", levanta tus ojos al Cielo, porque tus ojos se vuelven cielo y el cielo, tus ojos.
¿Sabes? Tu corazón descubres cuando todo es silencio, cuando descubres el silencio en tu corazón.

Alberto E. Justo

sábado, 3 de diciembre de 2011

Orden y sentido

Nuestra meditación se detiene, a veces, en las extrañas sorpresas de lo "cotidiano". En efecto, el tejido de sucesos nos rodea y es difícil desatender ciertos reclamos que parecen determinantes, aunque no lo son...
Volver a lo esencial (que no significa menospreciar nada) comporta redescubrir nuestra condición profunda, el "fondo del alma", es decir: la vida del Espíritu.
Nuestra vida auténtica y honda, no está "condicionada" por desvelos exteriores (los que sean), sino que es descubierta cuando precisamente quitamos, de algún modo, los accidentes que nos distraen.
Ahora bien: esos "accidentes" no son solamente los que tenemos por tales apresuradamente... Lo que nos distrae y nos deja inermes es el "apartamiento" de la "vía directa", cuando nos quedamos veranear en los "medios" y olvidamos el íntimo valor y ordenación de todas las cosas.

Alberto E. Justo

lunes, 28 de noviembre de 2011

Nada ni nadie puede invadir nuestra intimidad

Con mucha frecuencia el "ambiente" exterior nos asfixia o nos asusta. Es un dato que se repite, precisamente cuando aguardamos esa quietud o tranquilidad propicias para nuestros trabajos o para lo que sea...
Sin embargo no son estas horas demasiado originales. El ruido y el estrépito de hoy parece insoportable, es "nuevo", pero ha habido y habrá otros ruidos y muchos otros "dolores" en el curso de nuestra peregrinación...
Por tanto nuestra respuesta es siempre introducirnos en el SILENCIO que llevamos en el corazón... ¿Qué es esto? Nuestra relación a lo alto es intangible y no puede ser quebrada por nada. Nada ni nadie nos puede privar o alejar de la Presencia de Dios.
El ambiente (digámoslo así) puede ser manifiestamente hostil... Pero nada ni nadie puede pasar más allá del límite e invadir nuestra intimidad.
Recordemos y RECONOZCAMOS. Esto es importante: tornar a "conocer" una y otra vez. Volver a casa siempre.
Luego se nos manifestará esa luz que no definimos, cuando dejemos y quitemos lo que tanto lugar ocupa en nuestro interior.

Alberto E. Justo

domingo, 27 de noviembre de 2011

aprender a caminar sin temor

Cuando comienza el Adviento... ¿Es necesario decir esto o aquello? Sabemos que es éste un maravilloso tiempo de Esperanza. Recordemos, es decir: volvamos al corazón con mayor fervor a fin de hallar en nuestro portal interior al Señor que allí nace...
Pero siempre ¡¡ánimo!! Es muy posible que los "desvíos" de una hora tan severa como la presente nos hagan vacilar, nos detengan perplejos en alguna vuelta del camino y nos claven, sin salida, para esperar sin caminar.
No, esto no es esperar en verdad. Nadie aguarda nada clavado y sin movimiento... Caminemos ahora contemplativamente, con pasos que no son simplemente "nuestros" sino que, como la vida, los recibimos como don incomparable.
Aprendamos, eso sí, a ser "independientes" y "libres". ¿Cómo se aprende a... caminar? Rechazando inicialmente todo temor, sin identificarnos con lo perecedero que nos abruma... No es fácil, pero vale la pena hallar el sentido profundo...

Alberto E. Justo

lunes, 7 de noviembre de 2011



Quizá se multipliquen los interrogantes...

Pero aprendamos a no dispersarnos en las respuestas... ¿Se multiplican en verdad esas preguntas que -tal vez- nos angustian o nos alejamos de nuestro CENTRO y olvidamos el "tesoro" que ya se nos ha regalado?
Es muy posible que algunas situaciones favorables nos lleven a plantar una tienda y a no movernos más, pensando haber alcanzado cierto "objetivo" y, con él, nuestra "tranquilidad." Pero si tal cosa hacemos: nos encontramos en un error. No hay morada definitiva ni lugar por allí fuera. Lo que buscamos entre esos muros o aquellas ilusiones no se encontrará jamás por semejantes "lejanías." Lo que buscamos está en nostros, en el corazón, en el silencio, en la soledad profunda.
¡No! no nos apartemos de la senda interior y perseveremos siempre en la peregrinación que nos lleva, más adentro, al Corazón de Dios...

Alberto E. Justo

jueves, 13 de octubre de 2011

Dignidad del ESPEJO

Toda "construcción" de una "ermita interior" o aventura de "desierto", tiene la característica del ESPEJO. En efecto, el secreto y el silencio interiores pueden reflejar algo de su misterio hallando un marco que los reciba diseñando los símbolos que son esa ermita o ese desierto.
El abismo interior no halla posibilidad de definiciones, ni de estructuras de ninguna especie. Para aproximarse es preciso atender a la voz, a la Palabra del Señor que nos dice del "secreto del Padre", del Padre que VE en lo secreto, en suma de morar en ese ámbito inefable.
Lo Bello, el Arte y la Poesía, siempre nos enseñarán a "construir", a edificar ese espejo, debiendo reconocer nosotros su inefabilidad.
Que la oración nos conduzca... No olvidemos que la Gracia se "anticipa"....
El silencio dirá lo que no acertemos a expresar.

Alberto E. Justo

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Ora directamente

Cuando deseas algo más alto: ve DIRECTAMENTE y no te detengas en palabras ni rodeos. Si quieres orar: simplemente ora, abre el corazón a Dios y no intentes ajustarte a ningún paso en exceso planificado. No te detengas ni temas. Apréstate a recibir aunque te parezca que no llega ni te llega nada. Levántate con sencillez...
Lo que está más allá, lo que trasciende los sentidos está increíblemente más cerca. Peregrinas en esta tierra bendita pero ya sabes que tu corazón habita el cielo. No dudes y conviértete a esa simplicidad inefable que es decoro y honor en tu vida...
Es ésta una alegría incomparable. No esquives el don. Acepta el regalo.

Alberto E. Justo

lunes, 12 de septiembre de 2011

Oración inefable

Ahora mismo, donde no sabemos bien, por encima de nuestro pensamiento, recibimos con alegría la oración que nunca se detiene y sigue los latidos del corazón. Digo "recibimos" porque el Espíritu Santo ora en nosotros y así acertamos a sumergirnos en el Misterio mismo de Dios. Sin preguntas, sin precipitaciones, con suma sencillez y paz. Dios ora en nostros. La oración, se ha dicho, es un diálogo de Dios con Dios... Podemos entrar allí y dejarnos levantar por sobre toda criatura, sabiendo que nada sabemos y que todo es regalo y don.
Estamos más aquí y más allá, ¡magnífica paradoja! y descubrimos cuando todo calla y vemos cuando nada se perfila al modo humano.
Orar más allá de nosotros mismos es orar en el corazón. Confianza y no dejar nunca de atender a esos "gemidos inefables" del Espíritu que son, ahora también, nuestra plegaria

Alberto E. Justo

lunes, 5 de septiembre de 2011

Silencio, respeto...y tantas cosas más

Es posible que la ansiedad y la terrible tentación de las "actividades" muevan, más de una vez, a no comprender ni aceptar el "silencio" de los demás o el propio; o la paz y quietud de las cosas, que también hallan su sentido "callando." Una y otra vez es preciso retornar a la Fuente y volver a valorar lo que no se "ve" ni se "siente." Para ello debemos aceptar el desafío del Ser que no se expone en las plazas sino en el secreto de la vida y de las cosas...
Deja pasar y aquiétate. Todo eso que piensas y supones no es necesario ni urgente. Vuelve a tu interior, recupera el valor de la soledad y no temas el apresuramiento de nadie, ni las presiones de este o de aquel ambiente.
Paz y adelante. La sorpresa será tan grata que no alcanzarán, desde luego, las palabras para nada...

Alberto E. Justo

martes, 16 de agosto de 2011

en la profundidad del valle

La "realidad profunda" sólo es adivinada en el maravilloso espejo de la Belleza, cuando nos gozamos hallándola. El ojo nos regala una visión que tiene horizonte, un cielo que nos cubre, mares y montañas, perspectivas siempre nuevas en los valles. Los rostros esconden secretos inagotables...
Pues bien, la naturaleza, aquél espacio, noche y día, esplendores y nublados, nos brindan, espejándonos, algo de nuestro secreto, algo que está infinitamente más allá de los confines. Basta mirar en "hondura", porque lo que no vemos se entrega a ese "ojo" en múltiples significaciones...
El espíritu, nuestro espíritu, es grande como el universo. Es hora de viajar.
Más alto que las montañas es evocado por las cumbres y lo conocemos, lo sospechamos, gracias a ellas. No es, desde luego, esas alturas, pero lo descubrimos así gracias a ellas.
Nunca pudiera vibrar el corazón si no hallara su "miniatura" en la inmensidad de esos valles...
Es el templo de Dios, aún escondido. Resuene aquí mismo nuestra plegaria que es la del Espíritu, con gemidos inefables...

Alberto E. Justo

El "ambiente" no es la "realidad."

Cuando vas de camino las voces se multiplican... "Sigue", dicen unos; "no sigas, detente", dicen otros... En realidad tu sigues de cara al horizonte que conoces y no permitirás las distracciones innecesarias o fuera de lugar...
Pero el "nivel" de este mundo (por llamarlo así) ahoga y detiene ¿Cómo es eso? Vamos lentamente: lo que carece de "realidad" pesa y distrae. Las ambiciones tan vanas que nos chocan todos los días son zancadillas (por lo general poco temibles) aunque suficientes para detener.
El "viejo enemigo" no te quiere ver pasar. Le disgusta tu sonrisa, se enfurece con la paz que llevas. Hará todo lo posible para ensombrecer tu rostro y dibujar profundas heridas en toda tu persona. Para ello hace irrespirable el ambiente de los caminos. Cuenta con la fatiga del peregrino y con la confusión que expanden voces desacompasadas y carentes de armonía. No necesita trabajar demasiado. Basta arrojar un balde en una escalera para producir un buen estrépito.
Sólo un empujón. Nada más. El resto lo harás tu mismo cuando prestes atención; cuando te parezca inaudito lo que percibes, cuando te escandalices porque no te ayuda Dios.
No atiendas, no mires, no te vuelvas... ¡por Dios no te vuelvas! ¿No recuerdas a la mujer de Lot? Tu sigue, con sencillez y nada más.

Alberto E. Justo

miércoles, 3 de agosto de 2011

Poco importa que te vean...

¡Tantas veces nos preguntamos -con no poca angustia- ¿por qué? ! Y es que hay acontecimientos que ahogan... Pero, detengámonos un momento. ¿Es posible imaginar otro mundo y otra historia? ¿Poseemos la clave de un camino mejor? Porque, claro, no imaginamos que, de un modo o de otro, aquello que se nos ocurre puede ser mucho peor... Esto es: resultarnos peor...
El secreto, como siempre, es más profundo. "Si quieres ser de Dios: prepárate para la prueba..." ¿Cómo es esto? Y es que esto que ahora llamo prueba se transforma en cuanto percibo su fecundidad y en cuanto considero que no es ni vergüenza ni fracaso. No consiste el ..."éxito" en que lo que pretendo resulte de esta manera o de otra. El "resultado" es silencio y misterio para mí. Es un venturoso secreto...
Es posible que eche de menos ser "reconocido", ser aplaudido o experimentar no sé cuáles satisfacciones. No niego la "justicia" de lo que pueda pretender en diversos campos... Niego que "eso" que juzgo un premio en efecto lo sea.
Dos conclusiones hay que subrayar: una que nuestros enemigos no son "humanos"; luego, la segunda, y es de otra índole, que nuestra misión, en profundidad, nos es desconocida. Y también está oculta para los demás...
Dejemos que el Ser resplandezca en nuestro interior, en el secreto que el Padre conoce, con toda confianza, valor y libertad.

Alberto E. Justo

miércoles, 20 de julio de 2011

Pregunté y no tuve respuesta

Sin duda aguardamos respuestas sonoras. Precisiones, infinitas aclaraciones, soñando con los resultados de no sé cuáles cálculos y cuestiones que se nos presentan a diario y nos sumen en el desconsuelo. Y, feroz y amenazante, se alza el fantasma de nuestros débitos y obligaciones múltiples, ensombreciendo la esperanza...
¿Qué decir? ¿Pregunté a Dios y Él no me responde? ¿Dios "habla" con la sonoridad de nuestra lógica y de nuestras cantidades, bien comparadas en las balanzas?
El Desierto sigue enseñándonos. Contemplemos, en el silencio, esa callada fuente que brota en el erial. No se expresa en lenguajes ni en gestos... Aguarda y da. ¿Qué da? Eso mismo. ¿Qué es eso mismo? ¿Estamos jugando? No, no es ese juego desacompasado y triste (sin respuestas)...
¿Qué da? ¿Qué me da? Me da a mí... Mejor todavía me da Él mismo. Me da la vida, me participa el Ser... Porque Él ¡en verdad! ES.
¿Es esta una respuesta? Depende de mi. Si me sumerjo en la realidad y en el misterio aprendo a ser libre y la respuesta brota de la vida. Si me atrevo a "escuchar" el silencio, el horizonte se despliega. Escuchar el silencio, no "escucharme", es decir: no confundirme con el barullo de afuera ¡que tantas veces se introduce y nos confunde!
¿Quieres respuesta? Atiende a lo esencial. Deja ser el ser. La verdad te hace libre. En el Desierto interior: abandono y confianza. Ánimo: que el Señor "ha vencido al mundo". Y no solamente a ese mundo de por allí... No, no sólo a ese o a aquél, sino también al mundo que asalta nuestro corazón.

Alberto E. Justo

miércoles, 13 de julio de 2011

No temas y obra en conciencia

"No temas". Es esta maravillosa "nueva" la que se repite, la que debemos recibir y captar a diario, a cada instante, en esta "hora" peculiar de nuestra peregrinación. A pesar del sonido de amenazas y ráfagas lejanas, a pesar de esos dedos levantados que pretenden intimidar, a pesar de que lluevan argumentos y reglamentos de la más diversa índole, o se nos asegure que la verdad está solamente en quien esgrime más razones y más poderes... A pesar de todo ello, en suma, que descanse el corazón sincero en la paz de su conciencia y no tema.
Nuestra gran crisis (entre otras) consiste en haber perdido el sentido de la analogía y vivir todo en furiosa univocidad. Hemos olvidado el ejercicio de "crear" para sólo enterrarnos en el constante y aparentemente seguro "repetir", "seco" y "obligatorio". Cuando pretendemos seguridades falaces y salir de dudas sin uso de discernimiento, decimos que "eso" es "obligatorio". Terrible recurso en tantas ocasiones, cuando se prescinde de la prudencia, del ejercicio de la responsabilidad, del respeto y de la buena educación...
Es hora ya de "reverenciar" el corazón de prójimos cercanos y lejanos. Aceptar con gozo "pareceres" diferentes y abandonar la crítica y la murmuración en nuestro trato cotidiano. ¡Cuánto valen las virtudes humanas!
Rechacemos esas vacilaciones y escrúpulos que trastornan y oprimen. Enraizados en la vida interior y en el silencio del corazón respetemos a todos, porque no estamos reducidos a cualidades y colores, banderías o instituciones, sino que somos -siempre- hijos de Dios antes que cualquier otra cosa.

Alberto E. Justo

martes, 5 de julio de 2011

Misterio de contemplación...

En el fulgor de la Belleza... Porque, quizá, ante un maravilloso paisaje, rodeado de mar y de montañas, en una no menos maravillosa soledad, nos preguntemos: -¿dónde vive o está escondido el ermitaño?
Entonces recorremos sendas y caminos, nos detenemos en subidas y quebradas, investigamos los valles pequeños con sus árboles, con sus flores. Imaginamos, tal vez, en qué lugar de esa imponente soledad ubicaríamos nuestra ermita, nuestra casa, nuestra morada... Suponemos que en semejante paraje es fácil, muy fácil hallar la paz y el silencio que tanto deseamos...
¿Y si levantamos la mirada y nos fijamos en los espacios celestes, más allá del alcance de nuestra vista, no nos imaginamos levantados a alturas más sublimes, sin lazos que nos puedan detener?
¡Cuánto quisiéramos pasar más allá!
Pero juzgando mejor... ¿hallamos un ermitaño por esos caminos, por esas alturas? Es posible... pero: esos caminos y esas alturas son apenas una pincelada, y bien pequeña, del corazón del solitario, abierto a la Presencia de Dios.
¿Descubriremos, por fin, la vida profunda, que es mayor que el universo, que no tiene testigos, sino que es de Dios?

Alberto E. Justo

domingo, 3 de julio de 2011

Busca siempre más allá

A la vera del camino hay salientes que nos detienen. ¡Cuántas veces quedamos atrapados por esas "cosas" de los costados, laterales que quedan de ayer y que repetimos sin ánimo de crear nada!
Las melodías repetidas en exceso acaban por fatigar... Es preciso, en cambio, abrir horizontes y crear espacios, levantando la mirada más allá de las colinillas de siempre. La vida contemplativa no es compatible con las repeticiones ni con las copias de segunda mano. No son las canciones más aplaudidas las que conquistan el corazón y nos brindan el fulgor de la belleza.
Lo más escondido, lo más reservado, es lo que despierta nuestro entusiasmo y nuestra adhesión... Animémonos a pasar más allá de los caminos trillados. La verdad está siempre velada y de nada valen nuestros cálculos si no trabajamos en desenterrar los tesoros...
Parece que la "moda" es gastar las mismas fórmulas y repetir escritos fotocopiados o lo que goza de gran propaganda editorial.
Contemplemos, en cambio, aquél valle del alma, que no tiene nombre... Descubramos la luz que ya no tiene ocaso, dejemos que la "soledad sonora" y la "música callada" enciendan nuestras horas... O las selvas... "cuyos troncos y piedras -decía San Bernardo- enseñan lo que no nos dicen los maestros."

Alberto E. Justo

ora con sencillez

En las jornadas que parecen más difíciles al peregrino aprendemos la sencillez e inmediatez de la oración. La oración, en efecto, ha de ser directa, simple y silenciosa siempre. Porque es expresión de lo profundo del corazón e inmediatamente acogida, libre del tiempo y del espacio, en el mismo Corazón de Dios.
Intercambio inefable, imposible de reducir a explicaciones o a lo que sea. "Yo en ti y tú en Mí."
Es deseable que el peregrino no repare en métodos o en maneras, ni se detenga a considerar atajos o se deje tentar por el "ego" hambriento de detalles y de "lejanías". No tiene que llenar formularios ni rendir examen... Es el "Padre que ve en lo secreto..." Sumérjase pues en el secreto con confianza y sin temor.

Alberto E. Justo

sábado, 2 de julio de 2011

Poesía en prosa

En horas de madrugada... Cuando apenas el sol asoma allá lejos en todos los horizontes, en el mar y en la llanura, en los valles y más arriba de las montañas... En horas de madrugada; también, hoy mismo, surge para el alma escondida, esa luz que no tiene ocaso y que nos brinda siempre el regalo de dejarnos abrasar por ella.
¡Luz que quema! ¡Luz que enciende y transforma! ¡Luz nueva que transfigura y no sabemos cómo! ¿Pensábamos, tal vez, hallarla en el Desierto? ¿Suponíamos descubrirla en lugares privilegiados? ¿Pretendíamos circunscribirla en zonas o instituciones determinadas? ¿Se nos antojaba propicia cuando cumplíamos con esto o con aquello, según tales o tales condiciones?
A fuerza de buscar y suponer hoy es magro el resultado y no percibimos nada... Quizá, ahora sí, el Desierto nos desengaña...
Pero ¿hemos olvidado abrir las puertas del corazón? ¿Estamos demasiado sumergidos en las fórmulas pasadas, que estrechan cada vez más nuestra vida?
En horas de madrugada, bendiciendo la Aurora que no tiene ocaso, recibe en tu corazón lo más inaudito... Descubre tu bien y tu tesoro. Limpia el alma de "segundas intenciones", esas que, al decir de Unamuno, no tenía Don Quijote.
Y, por fin, deja toda estrechez y aprende en la soledad a acoger el misterio de los otros, que sólo caben en el corazón...

Alberto E. Justo

viernes, 1 de julio de 2011

Deja que el silencio se "escuche": aguarda

Gran maestro es el silencio... Quisiéramos resolver todo nuestros problemas con rápidas y eficientes respuestas, totalmente satisfactorias. Pero olvidamos callar. Seguimos con rumores y clamores, pretendiendo hacer e inventar, sin obra y sin invento, no sé qué fórmulas imposibles. Pretensiones del ruido éstas nunca aparecen porque ni sombra pueden tener de realidad.
El desafío es sobrepasar nuestra ansiedad y calmar la permanente agitación que nos asalta con tanta frecuencia...
Silencio y espacio interior... Dar "lugar", aguardar que todo adquiera su paso y su "moderación".
La oración no brota de apresuramientos ni de violencia alguna...

Alberto E. Justo

Sin modo...

Inmenso es el camino en tu propio corazón... ¿No lo reconoces? Es necesario, desde luego, insistir. La repetición de la misma súplica, de la misma verdad, acaba por instalarse y revela lo que no sospechábamos.
Una y otra vez: el Nombre de Dios... El Nombre que está más allá y por encima de todo nombre, de toda palabra, de toda formulación, o expresión, o lo que sea. Descubrimos un paso, una apertura... Descubrimos esa Aurora que no puede decirse de ningún modo, que no puede reducirse a ningún modo "nuestro". "La causa del Amor de Dios es Dios mismo -decía San Bernardo- el modo: amar sin modo."

martes, 28 de junio de 2011

El Cruce de caminos

¿Hacia qué lado? ¡Cuántas veces nos vemos apurados a precipitar una repuesta o a tomar una decisión! Y nuestra perplejidad no cede...
En todo caso la angustia consiguiente se debe a olvidar la dimensión interior, la ermita, la montaña del corazón... Porque todo nuestro esfuerzo se concentra en ACERTAR esta (y sólo ésta) coyuntura. Dependemos en exceso de ella y tenemos por cierto que no hemos de cometer errores irreparables... ¿Irreparables? ¡Si en realidad no sabemos muy bien de qué cosa se trata!
En las cosas de los caminos el peregrino no acertará "perfectamente". Quiero decir que lo que cuenta es el acierto profundo que puede muy bien ser compatible con una vacilación y hasta con un error en lo de fuera.
Es verdad que no hemos de descuidar ningún trabajo y procuraremos siempre lo mejor... Pero no siempre hallamos soluciones perfectas y es muy frecuente la incertidumbre...
Lo importante es la fidelidad profunda; el gozo en la misma Presencia que nunca nos falta ni nos falla. Sigamos, pues, ese o este otro sendero según nuestro discernimiento sincero... Lo demás es, luego, añadidura.

Alberto E. Justo

lunes, 27 de junio de 2011

La verdadera jornada

¿Una sorpresa no aguardada? ¿Una interrupción indeseada? ¿Una irrupción sembradora de inquietudes? Entonces respondemos: -debo irme, he de buscar y encontrar un lugar ideal que me proteja de tanto barullo.
Pero el "lugar" no aparece, ni se entrega fácilmente. Entonces multiplicamos "retiros", "refugios"... y con razón. Pero, lo sabemos muy bien, no bastan. No alcanza todo ello para proporcionar el reposo y la quietud que deseamos. ¿Entonces?
Nada más saludable que integrar "lo adverso" en el desarrollo habitual sin descomponernos. El enemigo también, y sobre todo, actúa en el Desierto y el que allí sea llamado experimentará los ataques reiterados más variados y descompuestos...
Es urgente y harto necesario descubrir que toda vida, que toda jornada, posee "fundamentalmente" una dimensión espiritual, que todo es signo y símbolo, que el curso de los días nos pone en relación con la trascendencia que no estamos habituados a considerar... No es la situación externa, molesta e inoportuna, la que nos quita el sueño (por decirlo así), es una coyuntura espiritual, una vez más como las tentaciones de Antonio Abad, que nos asalta de una cierta manera. Es lícito y necesario defendernos, pero nunca desesperar en la aparente derrota. Busquemos la paz YA en el Cielo: Conversatio nostra in coelis est. Nuestra vida en este mundo carece ya de realidad comparada con la que YA nos ha regalado el Señor en Su Morada, en Él mismo, en Su Corazón.
¡Coraje, pues, adelante!

Alberto E. Justo

domingo, 26 de junio de 2011

Combate en el Desierto

En efecto, allí donde no esperábamos hallamos la sorpresa... Y, rápidamente, nos damos cuenta de la novedad: el mundo circundante no es tal como imaginábamos. Tampoco el universo interior... Todo ello es apertura para nuevos descubrimientos, aunque no emprendamos viaje alguno. El "viaje", que es peregrinación, no admite descripciones ni definiciones: es, en cambio, una aventura, una aventura que nos transforma quizá, según obra la Gracia...
¡Ah! Nunca separemos la Gracia de la Vida, ni opongamos internamente lo que el mismo Dios obra. No hay, ni puede haber, contradicción...
En el Desierto (¿qué es el Desierto?) hallamos el oasis y la fuente de una paz inefable. Es, también, lugar de lucha... Pero ¿sería de paz si no hubiera combate? Porque la paradoja es grande: la paz interior, la paz verdadera, merece atención y fidelidad. Y nuestro empeño, nuestra decisión de continuar o resistir, nos permite aquietarnos y reposar de un modo nuevo. Porque nuestra lucha, ésta, es simplemente pequeña. Con mucha debilidad a veces, con no pocas vacilaciones... Pero tiene esa firmeza que sólo la Gracia puede darnos y que no es ningún lujo ni rareza, ni extraña añadidura, sino regalo y don permanente de Dios.
No es "vergonzoso" luchar en el Desierto, tampoco es infecundo. Carecemos de parámetros y de medidas a nuestro antojo. Abandono y confianza en Aquél para quien somos desde siempre.

Alberto E. Justo

sábado, 25 de junio de 2011



La Aurora a cada instante

Es hora de amanecer: resuena la aurora con nuevas armonías que no hemos de describir... El horizonte, que parece lejano, es un "reflejo" del corazón y de la interioridad.
La realidad que vemos, la naturaleza aquella en suma, está ahí para enseñarnos a leer.
La pequeña semilla es enorme. Basta una mirada serena para darnos cuenta de su asombrosa potencialidad.
Allí anida esa belleza inexplicable, insospechada siempre... Pequeña llama... ¡tantas veces encendida y animada! ¡Renacida! Siempre más honda.
Desde donde te encuentras y en donde te encuentras todo lo alcanzas. De lo pequeño a lo máximo, de la nada al todo. El todo también lo hallas en la parte... ¿No descubres la dicha y la sonrisa del fragmento, que se goza en su pura pequeñez?
También donde te encuentras, por fidelidad, decir puedes que "no". Es posible siempre desprenderse de lo que no es. Aunque te duela y experimentes nueva soledad...
Aunque arriesgues lo que arriesgues...
¿Crees que los ruidos y las cacofonías de este mundo pueden ahogar los encantos del alma y del espíritu?
Permanece en la altura dichosa de esa montaña que es tu corazón... Carece de límites: su cima es el Cielo. Tu vocación es el Cielo... Y sólo por el alma-espíritu se sube al Cielo.

Alberto E. Justo

viernes, 24 de junio de 2011

Orar siempre y olvidar...

Mucho es lo que te preguntas... Quizá sea bueno acallar esa tensión propia de las "cuestiones" y de las calificaciones o estados, que no cesan de invadir ámbitos y jornadas de toda especie.
Atiende, en cambio, a los niveles. Los más exteriores son también los más inciertos y los menos reales...
La oración verdadera y profunda se da más allá (que es más aquí) del campo de percepción habitual. Porque, en efecto, el corazón no ora tejiendo conceptos o discursos, ni "copiando" los dichos de otros, por más elevados que sean.
El corazón ora en silencio en la misma medida en que recibe y acoge al mismo Espíritu en su única profundidad.
Quisieras "atrapar" palabras y actitudes, tal vez utilizarlas empleando no sé qué dominio que pretendes sobre ellas. Quisieras, en suma, oírte, percibir ecos tuyos y sumergirte en el mar de tus sentidos para merecer el título de "orante".
Pero por allí no es. Deja latir el corazón. El Señor viene, está desde el principio y desde siempre. Deja al Espíritu. Vive en y del Espíritu. No trates de recibir gratificaciones, ni aprobaciones...
Lo "menos" no confirma a lo "más".
¡Recibe -Señor- esta plegaria mía, adentrándome en tu Corazón y ocultándome!
El Fondo inefable es la morada...

Alberto E. Justo

El Secreto es Realidad

En aquél valle, más allá de las altas montañas... Allí en el horizonte que no es desierto ni mar... El peregrino sueña con arribar muy lejos y superar barreras y murallas que parecen retenerlo en este lugar. ¿Lugar? ¿Qué estoy diciendo?
Es este sueño, que no se disuelve ni calla. Es este sueño que no parece realidad.
Camino escondido éste, que se traza con los pasos y se hace al andar...
No te detengas, me digo y canto, que no sabes lo que pasa, que no sospechas dónde te encuentras.
Porque el sueño es realidad.

¡Todo es posible en la confianza y la esperanza! Porque se nos dará aún más...
Aguardamos el secreto que en el corazón descansa ¡que es tan nuestro! Y que como es a Dios mismo en Quien y a Quien esperamos: Él ES y siempre más...

Alberto E. Justo

jueves, 2 de junio de 2011

Lo más profundo...

Lamentamos, muchas veces, carecer de fervor. Pero ¿de qué se trata en realidad? ¿Se trata de dar al Señor un gusto o de dárnoslo a nosotros mismos? El "fervor" pretendido puede resultarnos una especie de prueba de que somos tal y tal cosa. Y así me consuelo.
Pero me parece que el camino es otro. La intención profunda carece de premios. Ella arriba a su destino por una gracia que no probaremos como satisfacción por nuestra parte. Es posible que en el desierto padezcamos la sed y no logremos darnos cuenta que estamos cara al cielo...
Es verdad que la plegaria es un consuelo incomparable, pero no la contemos en nuestras estadísticas. El respiro no nos premia, simplemente por él vivimos.
En nuestra plegaria no nos escuchemos. Simplemente y directamente...

Alberto E. Justo

lunes, 30 de mayo de 2011



Siempre camino de libertad, sin temor

¿Cómo lograr la "paz" en medio de los sobresaltos y angustias de la hora? Las pruebas son beneficiosas... Y la quietud es consecuencia de un alma que confía y que sabe que puede y, muchas veces, debe resistir. Ni las circunstancias, ni las porfías, ni los disfraces de quienes empuñan cetros de oro, de hierro o de hojalata quitarán la paz de quien sabe que también su misión escondida es resistir. Resistir, en efecto, y permanecer, libre de ataduras y de compromisos.
¿Las consecuencias? Las que sean. La conciencia sabe por las sendas que ha de perseverar y no se detiene en sustos ni en amenazas...
El camino del Desierto es camino de soledad y, por tanto, de libertad. El silencio auténtico nos regala la proximidad de los corazones... Quien rechaza los gestos hipócritas descubre inmediatamente esta comunión profunda, más allá de las determinaciones o de los usos corrientes.
Amigo, huye del "compromiso" barato, o de lo que te haga "quedar bien." Si has de ser fiel a la verdad y a tu conciencia actúa dignamente y con honor. ¡Tantas veces el peregrino pasará quizá por rebelde o por necio! No temas. Atiende y escucha: "¡Hombre de poca fe, ¿por qué dudas?"
Quien te llamó al Desierto "para hablar a tu corazón" está siempre contigo. En Él "somos, nos movemos y existimos"... ¿Qué más?

Alberto E. Justo

martes, 24 de mayo de 2011

Contempla el cielo como el primer día

Cuando desde lo hondo el corazón aspira... Entonces participa en ese altísimo e inefable respiro que es su vida y su secreto: el corazón aspira la expiración de Dios...
La aspiración no nace en el corazón... Éste la recibe, la acoge, aunque no tenga conciencia actual de ello. No es necesario insistir. Con mayor simplicidad cada vez. Con la sonrisa y la ternura de Dios.
Nuestros pasos, los que trazan la senda, en realidad provienen, proceden, siguen lo que ya tuvo comienzo. Pretendemos construir una casa y ya la tenemos hecha, se nos ocurre que nos faltan tantas cosas y ahí están a nuestra disposición.
Del Corazón del Señor sigue brotando la vida...
Inicialmente, antes de la Aurora, de alguna manera en Él estamos.
Recordemos nuestra condición primera, nuestra virginal soledad... Decía Un Cartujo: "El espíritu que asciende hacia el encuentro interior atraviesa el tiempo en oblicuo como un relámpago, su vida no es conquista, adquisición o progreso, sino despojo liberador."

Alberto E. Justo

domingo, 22 de mayo de 2011

El Espíritu ora en nosotros

La certeza de nuestra oración y la perseverancia en nuestro camino son un testimonio de amor con el que intentamos exhortar a la confianza y al abandono en el Señor. No es necesario realizar ninguna proeza especial... Simplemente continuar en silencio, dejando a Dios ser Dios, como dicen tantos maestros espirituales.
La oración es sencilla... Es de aquello de lo que siempre nos tenemos que convencer. Por otra parte no busquemos en absoluto ser tenidos por orantes. Intensifiquemos la conciencia de nuestra intimidad, escondidos en el Corazón del Señor.
Ante esto, cualquier elevación es buena. Elevamos el espíritu dejándonos elevar, sobre toda criatura levantada, decía del alma San Juan de la Cruz, precisamente por el Espíritu que ora en nosotros con gemidos inefables.
¡Qué novedad inacabable! Siempre aparece más honda y más real... ¿Qué añadir?
Pues detengámonos y dejémonos llevar al Corazón de Dios.

Alberto E. Justo


Plegaria y poesía, en cada instante

Poesía y plegaria: Todo canta y llegamos a descubrir el mayor himno en el silencio y hasta en la ausencia... Cuando no puedes, lo puedes todo. Llega el Señor a cada instante a orar con y en nosotros... Confiemos en esta verdad: el Espíritu no nos abandona

Alberto E. Justo

sábado, 21 de mayo de 2011

No te detienen las estructuras...

Si, habitualmente, tornamos a la conciencia de nuestra soledad interior, comprobaremos una expansión, cada vez mayor, en el corazón. En efecto, la experiencia de lo "numinoso", el toque de lo sublime, la apertura profunda al Ser, despejan -sin cesar- un horizonte inimaginable y abren, una y otra vez, la perpectiva orante y contemplativa de nuestra vida.
Es aquello que jamás perdemos porque Dios mismo lo da... Es nuestro Secreto permanente, que nada ni nadie puede arrebatar.
Y si experimentas una anchura en el corazón que no te explicas. Si caes en la cuenta que desbordas, que no hay medidas para ti en las costumbres y en las modas, que nadie ha previsto espacios como aquellos que sueñas y que buscas...: no temas porque ya tienes "eso", porque cuando padeces un límite te encuentras más allá de él. No hay ya estructuras que te encierren, ni discursos o medidas que te aprieten o detengan. Persevera con confianza que inmenso es el regalo aunque nadie lo perciba o lo comprenda o lo acepte en ti. Que Dios no se da para la popularidad de nadie, sino para guardar celosamente en Su Corazón el mayor de los secretos.
No temas la necedad, ni te asusten los necios. Todos proponen armaduras y soldaduras y se disgustan con lo que sea, porque necesitan centímetros, reglas, escuadras y, sobre todo, balanzas para los pobres viandantes.
¡No importa nada de eso! Arrójate con confianza en el Mar sin fronteras, acepta la "emoción" escondida... Y espera...

Alberto E. Justo

martes, 17 de mayo de 2011

No puedes "soñar" la realidad.¡Tan grande es!

Volvemos, silenciosamente, a los "bosques" del corazón, a sus caminos, a sus arroyos... Sabemos que, siguiéndolos, daremos con el desierto y las montañas, hasta hallarnos más allá de las estrellas. En realidad no es necesario andar demasiado: en el Misterio vivimos, recibiendo siempre de la Fuente el hálito vital. Es imposible perder este respiro, porque, de algún modo, somos en verdad ese respiro mismo. Dígase como se quiera. En éste, en nuestro Misterio, en el Secreto del Padre: "somos, nos movemos y existimos."
¿No nos damos cuenta lo que comporta ser EN VERDAD amados sin ficción posible ni intención segunda? ¿No nos damos cuenta de que ese Amor: NO SE ALTERA nunca? Es este carácter inefable el que nos conduce, una y otra vez, al mismo centro, a nuestra condición verdadera. La creatura no está "separada" del Creador.

Alberto E. Justo

domingo, 15 de mayo de 2011

La mentira sepulta en el no-ser

Adentrémonos en el corazón... Es posible que, inicialmente, no hallemos el "lugar" que procuramos, pero no dejemos los caminos, esos caminos profundos, por ningún motivo. Sí, desde luego "adentrémonos en la espesura", para redescubrirnos en la "Hemosura" de Dios. Cuando el peregrino desciende a la altura del "parque de los niños" y se dispone a "jugar" en verdad, entonces y sólo entonces se acerca a su destino.
Abracémonos al "mito", a la gran parábola, al dintel del Misterio, del Secreto que nos invita constantemente. No daremos con esa puerta maravillosa en las estructuras y los engaños de ambiciones y propósitos que suenan por ahí y fastidian por todos lados... ¡Y matan! Sí, asesinan con gritos y laberintos, con la envidia, con miradas torvas, de perfil y de costado, nunca de frente. Huyamos de la mentira... Lo que no es, no es. Y se acabó. No hay otra posibilidad. El uso del engaño, la simulación y las acechanzas es miseria y sólo puede tener efecto cuando se presta atención. Huyamos de toda adulación, que es el verdadero "opio de los pueblos."
En silencio. Nadie es más fuerte que quien mora en el silencio. Callemos, sí, es mejor callar cuando nada hay para decir. Callar y contemplar la luminosidad de esa Aurora incomparable que se levanta a cada instante en el oriente del Ser.

Alberto E. Justo

viernes, 13 de mayo de 2011



Asumir en el Señor...

Todo el sentido se descubre cuando "asumimos" en el Señor... Porque Él vive en nosotros y gesta en nosotros su obra. Porque nosotros estamos en Él.
Asumir, en verdad, el dolor y todos los pasos de nuestra vida como plenos de sentido, aunque no alcancemos a percibirlo o a comprenderlo. Asumir y aceptar más allá de la asunción o de la aceptación... Esto es: dejar, dejar que Dios sea Dios.
No sospechamos la profundidad que se abre en nuestra alma y la proyección de una vida humana que es capaz de dar, de sufrir, de sentir lo que no siempre está en condiciones de reconocer...
Muchas veces nos parece que no oramos, que nuestra oración no existe o que andamos secos y perdidos, distraídos en horas sin destino. Y es que hemos olvidado la presencia de lo que no se mide, hemos olvidado lo que nos supera, no acertamos a ver en la transparencia del "secreto inefable" que es nuestra morada. En suma, no guardamos nada en archivos, en realidad vivimos en el Corazón de Dios. Y esto no puede definirse. Sólo a través, y por la experiencia de la compasión y de la misericordia, logramos sobrepasar esos límites que nos atenazan y nos conducen a dudar de la fecundidad de los pasos de ayer y de hoy...
Es el momento de meditar todo esto y, en la luminosa soledad de nuestro espíritu, descubrir el tesoro que, cada vez, se renueva y es mayor.

Alberto E. Justo

martes, 10 de mayo de 2011

peregrino en libertad

Perseverar en la senda comporta adentrarse en su secreto... En la senda que solamente nuestros pasos trazan. No se trata de otros caminos donde solamente cuenta la "imitación", se trata, en cambio, de la creación en la libertad, que es una experiencia siempre nueva y audaz.
Cuando el corazón se abre y se despeja ese horizonte de la Aurora indescriptible, percibimos un llamado que no admite mengua alguna. Entonces toda la vida, todo lo "andado" en distintas rutas que parecían sin destino, adquiere su sentido y su admirable unidad y armonía...
¡Canto que no te detienes ni puedes callar tu nueva armonía!
La sorpresa es grande... Pensábamos que ya estábamos por llegar... Pero nuestros propios pasos, decimos, nos enseñan pasar más allá.
Quien reposa de verdad en Dios descubre que nada ni nadie podrá detenerlo jamás.

Alberto E. Justo

sábado, 7 de mayo de 2011

Alégrate cuando es secreto

Y si descubres lo inesperado... Si, por fin, llegas a dar (en el Fuego, en el Viento, en el Mar, en todos los Cielos) con la respuesta que sueñas... Si intuyes HOY más allá... Entonces ¡CALLA! Quédate morando en el secreto, que no te da Dios las maravillas de su gracia para que publiques nada, sino para que guardes en Su Corazón, que es tuyo, el Misterio de la intimidad. No pretendas explicar, ni siquiera te expliques, no hagas comentarios; simplemente deja que la música suene, que la melodía ascienda según su siempre nueva armonía...
Nada es tan grande y tan expansivo en esferas sublimes como el Secreto... Lo mayor sólo luce así escondido. Tendrás mil tentaciones y otras tantas sugerencias para decir, hablar de cosas, comunicar esto o aquello. Y es cierto que creemos estar llamados a ello... Pero esta vez, cuando las fronteras quedaron lejos, más allá del mar, vuélvete silencioso y aprende a llorar.
¿Qué más decir? Simplemente, simplemente: deja. Deja ser el Ser. Sé...

Alberto E. Justo

jueves, 5 de mayo de 2011

Despierte el viandante más allá de su "entorno"

La "cuestión" no es ociosa. Volvemos sobre nuestros pasos para meditar, otra vez, acerca de nuestra verdadera vocación ¡tantas veces escondida aún para los que la hemos recibido!
Es imposible que la vida de una persona quede atrapada por anillos institucionales y no sea otra cosa que lo que encuadran normas y leyes, o caprichos de los que se tienen por caudillos. En vez de repetir "lugares comunes" es preciso ir más hondo...
La vida y la vocación de la persona es esto: "personal" y trascendente. Supera los márgenes que el mundo y la historia tejen. Está, siempre, más allá de las determinaciones estructurales, locales o lo que se quiera. Es el Misterio del Espíritu que no solamente "labra" sino GESTA. El espíritu de la persona, nuestro espíritu, es un "fuego descendido" cuya "llama" no conoce techo ni límite. Arde de abajo hacia arriba y con él lo que lo sustenta, su base, se levanta y se convierte en himno y vida fecunda hacia las alturas. Cuerpo y alma abrasados por el espíritu ascienden y hallan en semejante ascenso su destino y su sentido.
Por eso la persona del peregrino buscará su vocación verdadera más allá de las "determinaciones" que, como polvo del camino, se le hayan pegado a través del tiempo. Tal vez las desilusiones y los desengaños lo ayuden a descubrir más allá y más profundo; y salvar su vida del estrecho "lager" que las instituciones enfermas hoy pretenden imponer por todas partes...
Perseveremos en la búsqueda del tesoro escondido sin pausa y sin temor.

Alberto E. Justo

martes, 3 de mayo de 2011

Sueño que es Verdad

Hay una Fuente en tu corazón... No te asusten ni temas tus sueños. ¿Por qué? ¿No sabes que recibirás infinitamente más de lo que deseas? ¿No sospechas que, de algún modo, ya tienes lo que siempre buscas? ¿En qué "nivel" te encuentras hoy?
Si te animas a descender por aquellos caminos que trazas y que sólo conoce el que se atreve por ellos... Entonces quedarás admirado, aunque falte esa dura comprobación que por aquí y por allá pretendemos.
La Fuente del corazón y de la vida. Descansa en ella sin dudar. No temas. No te espante el fracaso y la contrariedad. Puedes levantar más la altura de tu vuelo. ¿No te imaginabas semejante cosa? Siempre puedes ir más alto. Siempre puedes cavar más hondo. Y lo más increíble es que así lo has hecho siempre sin darte cuenta.
El camino trazado no es vano, nunca es vano, sobre todo cuando te vuelves, cuando sea, a ese centro que sueñas y que, sin embargo ES.
Entonces repitamos: "Corazón de Jesús, Corazón de mi corazón, Amor Infinito, en ti confío."

Alberto E. Justo

sábado, 30 de abril de 2011

En Cristo no recibimos una "manera" sino la vida.

¡¡Felices Pascuas a todos los amigos lectores!!

En todas las cosas hay luz y belleza... No nos puede faltar esa puerta abierta a lo que escapa de nuestra mirada. Lo que imaginamos, lo que suponemos tan lejos, está, en realidad, muy cerca. Más todavía, es inmediato en nuestro espíritu.
En todas las cosas, en todos los acontecimientos, también en el dolor, nos alcanza una fecundidad no sospechada que se desprende de la misma vida. El modo de recibirla, de realizarla, es ir siempre más allá, sin porqué ni modo. Ni normas, ni razones: el corazón late y la vida nos es dada en abundancia. Una inmensa Fuente surge en lo profundo y allí está la identidad verdadera que tanto buscamos en los caminos sin destino...

Alberto E. Justo

viernes, 8 de abril de 2011

El mensaje de siempre

"No temas." Es lo mismo que decir ahora: no pierdas tu ritmo y tu camino. Si pretendes mucho, obtienes poco, si lamentas las ausencias se vuelven éstas más lejanas... Valora lo que siempre está en tu corazón, porque ese es el perpetuo respirar de tu vida, donde nada se pierde porque todo y mil veces todo se halla en el Corazón de Dios. No vaciles, ni dudes. Es cierto que las circunstancias exteriores pueden parecer abrumadoras y dañar los mejores entusiasmos. Es cierto. Sin embargo los caminos exteriores no tienen la importancia que les atribuimos. Afirmamos lo que sigue: las equivocaciones y los errores no impiden llegar a destino. Todo lo que acontece puede servir a arribar por fin a una meta trascendente, que supera los límites de la expresión, del lenguaje, de las ilusiones, de los consensos, de lo que se dice y aún de lo que se tiene por verdadero. Si erraste ayer ¡no importa! Encamínate hoy, de nuevo, hacia las metas más altas, supera tiempos espacios y lugares... Ya te encuentras más allá. Eres libre, lo fuiste siempre, aunque tantas veces te descubrieras perplejo por la falta de comprensión de tu ambiente. ¡Recuerda! Estás más allá. Tu vocación no está determinada por lugares comunes, ni por reglamentos. Tu vocación es profunda y tu vida, muchas veces, topará con lo de fuera, pero NO ES ESO, tu vida no depende de lo de fuera. En suma, sé valiente y ten coraje. El Señor dijo a Juliana de Norwich: "Todo acabará bien". Es verdad. Respira y continúa tu camino. Alberto E. Justo

miércoles, 30 de marzo de 2011

Sin desánimo

A pesar de todos los inconvenientes no abandones la calma y la decisión de recibir la paz... El silencio seguirá siendo tu gran maestro aunque parezca que te arrojan en el mayor de los ruidos y de las inquietudes... Aún vale ¡y cuánto! sentarte calladamente y meditar acerca de lo que siempre resuena en tu corazón. Te aseguro que brotan del suelo y del aire todos los auxilios, imaginables y no imaginables. Dios no te abandona nunca, aunque tengas la impresión de haber quedado "fuera de combate." Coraje y confianza. Es posible que surja lo "inaudito", lo "imposible"... Sin embargo todo eso no tiene peso ni densidad, salvo que la otorgues por vacilación o por miedo. Confianza, pues, y paz. Aprendamos del silencio que todo lo enseña y todo lo guarda maravillosamente. No nos quedemos a la vera del camino, inmovilizados. Sigamos, sigamos, que la misión es real y escondida y esta peregrinación una adorable aventura, a pesar de riesgos e incomprensiones. No hay vida sin riesgo. La lucha revela sentidos insospechados. Adelante, en el Nombre del Señor y en la Morada del Corazón de Cristo, que es nuestro. Alberto E. Justo

viernes, 18 de marzo de 2011

"...vida escondida con Cristo en Dios."

Cuando no sepas "por qué" estás allí donde ahora mismo crees encontrarte... Cuando aguardes verte a ti mismo en un jardín lleno de flores, en un "rosedal", como en otros tiempos. Cuando, te parezca que das esos pasos de ahora en un subsuelo que no conocías, cuando te "sientas" lejano, sin saber bien qué ocurre...
No temas, ni desesperes. No caminas por donde sospechas. ¿Por qué el exilio? ¿Por qué el penoso destierro? Si avanzas apenas dejando huellas detrás de ti, si sigues en silencio, llegarás al "Huerto" adonde Él te llama para velar, al menos, una hora en el secreto del Corazón.
No hay "lugares", aprende -de una buena vez- que sólo estás donde está Él.
Todos los jardines se hallan en el Corazón escondido. En Él los tienes. Porque tú eres su Jardín predilecto. Los "espacios" no son tales... Su "templo" ya eres tú.

Alberto E. Justo

miércoles, 16 de marzo de 2011

no somos "lo que se dice" sino "lo que es"

"Cierra la puerta de tu habitación". ¿Por qué? Porque "tu Padre ve en lo secreto"...
Trátase siempre de esto. Trátase siempre de la hondura y del corazón. ¡Vive en el Soplo profundo y permanece!
En este mundo y en esta peregrinación las tentaciones, desde luego, son muchas. Esto no es una novedad, desde luego. Pero hay una... en la que ahora quiero detenerme. Se trata de esa suerte de "necesidad" de sentirnos autores de obras y realizaciones de fuste, dignas de aplauso y, sobre todo, conocidas. No sé si es feliz la formulación, pero vale para entrar en materia.
¡Valer en esta vida! Hacer cosas y cosas que merezcan. Y, por ello, nunca estar en paz, porque siempre queda algo por hacer o por terminar o por añadir. Nunca sentimos paz porque siempre nos falta algo y sufrimos la desazón porque nunca estamos conformes con nosotros mismos. Ni con los vecinos. Aguardamos que otros nos reconforten y, por lo general, los demás no pueden hacerlo...
¿Entonces? De ninguna manera pretendemos soslayar los trabajos ni ignorar el valor de las acciones... Lo que ocurre es que no vivimos donde estamos llamados a vivir, ni acertamos a descubrir el "lugar" de la paz...
No valemos por lo que hacemos, ni por lo que somos. Valemos por lo que amamos. Y esto ya es un principio para salir del atolladero. Y puedo asegurar más: valemos por Quien somos conocidos y amados. Y sólo en Él podemos hallar la paz y el sentido.
El peregrino es su corazón y el Centro del alma y el Corazón del corazón es Dios. Volvamos a casa. No estamos ni somos lo que se dice sino lo que es.

Alberto E. Justo

lunes, 14 de marzo de 2011

Los sentidos hablan un lenguaje crepuscular

Seguimos de camino... No importa ahora la fatiga. La lucha no disminuye y los desafíos continúan: los del enemigo con mayor insolencia, como le ocurría a Antonio en el Desierto de ayer. Ahora no sabemos dónde estamos... Sí, he aquí una cuestión acuciante. ¿Me encuentro realmente en esta "porción" de suelo, en estos parajes en cuya existencia parecen complacerse los sentidos, multiplicando las informaciones hasta el hartazgo? Un misterioso susurro (¡¿qué es?!) sopla poniendo en duda semejante situación. Un bello susurro, que repite: -No estás aquí. Y luego añade: -Yo Soy quien está aquí. Porque, en efecto, los "lugares" se han quemado, desapareciendo de la escena y cuanto vemos es algo así como un ocaso: una luz que fue. ¿Tenemos el valor de reconocerlo? Porque, sí, ya estamos lejos. Porque, en palabras de San Pablo: "conversatio nostra in coelis est."
Arrojo, pues, en esta aventura interior que nos decubre la Verdad. Los ruidos de mandones y administradores son sonidos "sonados", esto es: sonidos de ayer. Estrellas muertas y hace rato desaparecidas. El hombre de hoy debe discernir todo ello y aprender a saltar más allá de las apariencias y redescubrir su libertad.
Abrid, pues, los oídos, "avive el seso y despierte", o -mejor- abra, mi amigo, el corazón y escuche allí, y sólo allí, con piedad y silencio, un mensaje, una palabra, aunque no parezca tal: -NO TEMAS, YO SOY.

Alberto E. Justo

sábado, 12 de marzo de 2011

¿Quieres ser "fuerte"?

Sé el más abandonado en las manos del Señor, sin retroceder ante los desengaños o las "probabilidades" que tantos esbozan y comunican... Firme y fiel a la conciencia, que Dios no engaña.
Pero no pretendas un poder que ya no te pertenece o que no resulta oportuno según el orden de la Providencia.
No importa perder la partida. Si te dejan a un lado o te amenazan con lo que sea, no importa. No te inquieten los rumores de un mundo que está por todas partes, hasta en el templo. Tú vives, habitas en el Misterio.
En Él estamos, nos movemos y somos. No en el barullo de los cálculos ni de las pretensiones a ras del suelo.
Nunca te descorazones y sigue luchando, con valor y con constancia.

Alberto E. Justo

Consejos... de golpe

¿Por qué tanto sufrimiento y confusión? ¿Por cuál razón la angustia nos atenaza y la inquietud nos abruma, por qué, en suma, tanta asfixia en este mundo implacable? ¡Y no sólo en el "mundo", también en aquellos lugares donde me creo "fuera del mundo"!
Todavía no has dejado esas "ambiciones", ni el deseo de "mandar"; y sigues identificando tu despótico querer con la razón y la verdad. Todavía no dejas ni te olvidas. Todavía juzgas que "debes hacer" esto o aquello para "merecer" el aplauso de Dios y de los hombres, todavía sigues implacable, herido y molesto por las viejas llagas que jamás cicatrizan. Y por ello te mortificas, sufres y haces sufrir a tantos otros...
Has juzgado alguna vez que tu autoridad es definitiva, que representas a Dios y que Dios se ha ido de vacaciones y tu tienes en tus pobres manos los resortes de la justicia y de la razón. Te parece que tu "jusrisdicción" es sacra... ¿no has leído la leyenda del Gran Inquisidor en "Los Hermanos Karamazov"? Sigues tu derrotero sin detenimientos porque Dios parece callar. Pero no es así. Te equivocas. No dispones de las cosas a discreción según tu antojo, no puedes arrollar a personas ni a cosas...
Abandona tu cerebro (esto es: tu feroz "ego") y baja a tu corazón. Desciende, calla, observa, detente... Aprende a escuchar. La historia no comienza contigo... Sin compasión no hay vida. Repito: detente. Frena tu andar vertiginoso. Te equivocas y no te das cuenta.
Sepárate y aléjate..., así verás mejor. Respeta y alégrate por el bien de los otros y no porque los pobres hagan esto o aquello. Silencio y Paz.

Alberto E. Justo

lunes, 21 de febrero de 2011

Más allá de todo ahogo

El tiempo que pasa nos revela ¡tantas cosas! ¡Cuánto de verdadero aparece sólo con los años y, sobre todo, con el padecer! El "sufrimiento" es una escuela y una escala que lleva muy alto...
Entre lo que la experiencia descubre está la necesidad de superar "nombres", "estilos" y "pertenencias." Con frecuencia nos parece depender de "pasos" del pasado o de "filiaciones" a las cuales nos sujetamos con exceso. Hay un respiro, una bendita distancia entre el sujeto y los calificativos que se le atribuyen o que él mismo se atribuye. Siempre hay algo más hondo que invita al peregrino a descender allí más.
"Distancia" que está en estrecha relación con el "desapego" o "ser-separado" del que hablan los místicos; que, en definitiva, está en relación con la libertad.
No son las instituciones las que "hacen" a los hombres, sino que son éstos los que hacen a las instituciones... Por tanto vigile el peregrino de no convertir falsamente en fin lo que es medio, y permanecer independiente siempre de partidos y colores.
Cuando una institución sólo se contempla en el espejo y queda sometida a sus propios perfiles, sin ver más allá, quiere decir que padece una enfermedad mortal.
Ancho es el horizonte y el Cielo es mayor todavía. Pitágoras decía que la vocación del hombre es contemplar el Cielo... ¡Adelante, pues, sin menoscabo de lo más pequeño que goza -derramado- en lo infinito!

Alberto E. Justo

domingo, 20 de febrero de 2011

¿Y las contrariedades?

¿Y las contrariedades? ¡Qué cuestiones! Tantas veces vacilamos. Es urgente discernir y obedecer a la conciencia en horas de oscuridad y de confusión. Es posible que, en más de una ocasión, nos toque "quedar mal", contradecir lo usual o lo que la mayoría juzga oportuno. Nunca esto fue una... "vergüenza", ni motivo de reproche. Es de necesidad la audacia y el coraje y decir "no", si es necesario, según la recta razón.
Es por ello que ya es hora de meditar más, de prepararse en la virtud de la Prudencia, porque con excesiva frecuencia nos creemos más seguros repitiendo "lugares comunes" o copiando mediocridades o, simplemente, dejándonos llevar por lo más fácil que, tantas veces, es decir: sí, sí...
La fortaleza está, en gran parte, en la "resistencia" y "resistir" puede no ser tan brillante pero, en definitiva, comporta entregar todo a Dios y permanecer en la verdad y en el bien.
¡Atención a las posibles "necedades" y a presiones y a errores, que se presentan con mil justificativos y con los cuales se nos pretende doblegar sin razón alguna! Resistir, pues, con la conciencia limpia y sin temor y confiar en Dios que, siempre, nos asiste directamente.

Alberto E. Justo

Eres Tú y no otro

¿Un corazón que ora? En efecto, no imaginaremos jamás, en esta peregrinación, lo que comporta la mirada y la "atención" de Dios para con nosotros, para con cada uno de nosotros. Es una "venida" tan profunda y, digámoslo así: tan "vital", ha tomado tan en serio nuestra vida, porque en el secreto más real y más hondo de todas las cosas y de nosotros mismos, Él es pura presencia.
¿Permanecer en silencio? En el silencio y en el no-silencio. Más allá e infinitamente más aquí... ¿Se da, entonces, un diálogo? ¿Qué es un diálogo? No hay calificaciones ni "nombres" que valgan, porque lo inferior no llega a expresar lo más alto y trascendente.
En lo profundo, en el "Fondo del alma" sabemos que acontece... Que nuestra alegría y nuestro gozo le den esa bienvenida que tampoco podemos expresar con simples palabras.
Dios mismo es nuestra oración; Él mismo es nuestra santidad y perfección. Renuévese, por parte nuestra, un incesante acto de fe en su Presencia. Recordemos a San Agustín y a Eckhart: cuando lo recibimos en la Santa Comunión no somos nosotros los que lo transformamos a Él, como ocurre con cualquier alimento, sino que es Él Quien nos transforma a nosotros en Él...

Alberto E. Justo

jueves, 17 de febrero de 2011

Martirio y Silencio

¡Cuánto es lo que ignoramos! Tantas veces se vela el sendero y no acertamos a distinguir las huellas ni las flores que lo señalan...
Esto que se vive solamente en el silencio. Es decir: todo aquello de lo que no se puede dar razón, todo aquello que sobrepasa nuestras consideraciones "publicitarias" y nuestra furia por darlo a conocer...
Incomparable valor el de esas cosas profundas que no son manifiestas y que ni se compran ni se venden.
¡El secreto y el silencio del Huerto! ¿Quién se atreve a hablar de ello? Tantas veces percibimos sonidos, noticias, voces que debieran callar. ¡Tantas veces percibimos el horror de la mentira!
Pues ofrezcamos otra vez y mil veces más. ¿Qué es el "sudor de sangre"? En el Señor, con Él y en Él, en el secreto maravilloso del Nombre Nuevo, que sólo conoce quien lo recibe-

Alberto E. Justo

domingo, 13 de febrero de 2011

¿Demasiados problemas y cuestiones?

¡Arrójate al suelo o ingresa en aquella cueva hasta que "eso" pase! Pero, ¿puedo descuidar tantas cosas importantes? ¿Qué es "importante"? Importas tú... y tu secreto. ¿Temes perderlo todo? ¡Nunca perderás "todo"! Quizá se te quede algo en el camino, pero de tu corazón -si no lo quieres- no caerá nada.
No importa lo que arrancan las espinas... Déjalas con sus pretensiones... Que lo que tu llevas, ese tu secreto, vale tanto... Es que no lo puedo decir, es que no lo puedo imaginar, es que no lo sospecho...
No te detengas en lo que puede "perderse", ni temas esa desdicha que se asoma y amenaza. Confía cada vez más en el Señor. Métete en Su Corazón que es tu corazón. Redescubre, a cada instante, en Él tu vida. Contémplate sólo en Él.
Si aceptas Su Don, es esa tu morada. Recuerda las palabras del Apóstol San Juan.
En suma, no temas. Nada se pierde en definitiva. Estamos llamados a ganarlo todo. Decía Jualiana de Norwich: "Todo acabará bien."

Alberto E. Justo

Lo sublime ¿se escapa?

¿Has percibido lo "numénico" en tu vida? Quizá tantas veces y no has reparado en ello. En ocasiones, como cuando escuchamos una música más subida, hay algo que se filtra desde no sé qué profundidad y -en un gozo pasajero- percibimos lo sublime... Es posible que juzguemos esto como un... "recuerdo" y cierta nostalgia nos invada... Pero no ha de considerarse así. Nada de eso proviene del pasado sino de lo "profundo", de lo que "participamos", de la "hondura" del Ser, y no es lo que pudo ayer ocurrir y se nos escapó de las manos.
No, nada de eso. Se trata, en cambio, de un ANUNCIO de lo más real y escondido, se trata de lo que vendrá, desde luego de un modo trascendente y superior...
La alegría que nos brinda la belleza participada, el esplendor de ciertas emociones cuyo origen se nos escapa... no son retazos de cosas perdidas (esto es un engaño) sino anuncios de una Aurora infinitamente mayor.

Alberto E. Justo

viernes, 11 de febrero de 2011

Basta que quieras

Si recibes un regalo y lo tienes a tu disposición: basta que quieras hacer uso de él...
No dudes del Don de Dios. Tu verdadera Morada es aquella. No te juzgues perdido en regiones lejanas... Regresa al Centro, habita el Secreto. Cuanto más adhieras, más libre serás y más tú mismo. Desde toda la Eternidad te hallas en el Corazón de Dios.
Hoy el rayo creador (por decirlo así) te ilumina y redescubres en él la Fuente de la luz y, por fin, tu morada. Si te hallas peregrino en el mundo es porque en realidad tu patria, tu respiro, tu vida y tu "lugar" es el Corazón de Dios...

Alberto E. Justo

Hacia la Morada verdadera

¿Sientes perplejidad o angustia? ¿Tantas son las "amenazas" que -de algún modo- percibes? Sin embargo, es muy posible, aún no te animas a cavar más hondo para hallar el tesoro.
Estima la plegaria breve, la frase breve... Este es un camino insuperable: el decir breve. Porque apenas abandona el silencio original.
La belleza es el silencio presente en todas las cosas, espacios, lugares, parajes... Todo participa de la belleza del mismo modo en que todo participa del silencio.
No existe música sin silencio.
Un rostro... : se manifiesta en proporciones y armonías que aparecen según lo que no son sus componentes (por decirlo de algún modo). Es por la ausencia y el silencio de trazos que lo manifestado refleja su hondura. Los trazos se ordenan y armonizan en el silencio...

Alberto E. Justo

miércoles, 9 de febrero de 2011


Lo más real

¡Señor! ¿Dónde moras? La "Morada" de Dios es nuestra morada... Nada ni nadie nos la puede ya arrebatar.
Descubramos y empeñémonos en el ser profundo. La Llama del Espíritu ha encendido la mecha de la lámpara.
Ahondemos en el Secreto. Lo que es secreto es lo más real...

Alberto E. Justo

Un nivel nuevo...

Hablamos de la "Fuga Mundi" y experimentamos esa necesidad de ir "más allá", de encontrar la paz y el silencio en algún paraje de este mundo o de cualquier otro. El asedio de las "cuestiones", de los ruidos y rumores, que pretenden descarrilarnos o apartarnos del centro... Todo ello abruma y continúa, y viaja con nosotros por todas partes... ¿Entonces?
Intentemos esa vía que siempre se halla abierta. Imaginemos nuestra vida y nuestra realidad como una esfera enorme... Pues, desde hace mucho (¿desde siempre?) ocupamos un espacio reducidísimo. Hemos oído hablar, alguna vez, de las pocas palabras que empleamos de nuestro idioma, del exiguo uso de nuestras facultades, de una suerte de "desperdicio" por atarnos a esto o a aquello...
Pues bien, en la esfera nos hallamos en la parte exterior y en un pequeño segmento de la corteza. ¿Por qué no intentamos introducirnos más, por qué no nos aventuramos "adentro"? Hay niveles insospechados. El más alto, el propio del espíritu, no lo consideramos, ni nos atrevemos a tanta profundidad. Pero allí está nuestro bien, allí encontraremos nuestra alegría...
Empeñémonos a vivir en libertad... Porque el nivel del espíritu comporta una permanente audacia. Pero sólo por allí hallaremos el silencio y la paz y sólo por allí nos asirá el Señor.
Descubramos el nuevo nivel. Está escondido como ocurre siempre con lo mejor. El secreto que sólo conoce el Padre. Es hora de vivir en ese Secreto. Busquémoslo en el silencio, en la meditación y en la plegaria.

Alberto E. Justo

domingo, 6 de febrero de 2011

Oración siempre nueva

Realicemos un profundo acto de Fe: Nuestra oración ha de elevarnos a Dios PRESENTE. La clave es este acto de Fe en la PRESENCIA de Dios, en nuestro centro, en nuestro corazón, en nosotros mismos...
Dice el himno de Vísperas de la Fiesta de la Transfiguración, en una de sus estrofas,
"Splendor Aeternae Gloriae
Incomprehensa Bonitas
Amoris tui copiam
da nobis per praesentiam."

(Esplendor de la Gloria del Padre
Amor(o Bondad) incomprensible
danos por tu presencia
la abundancia de tu Amor.)

Vivamos este Misterio de la Presencia de Dios en el Fondo del alma. Retornemos incesantemente en nuestra memoria a la Verdad. El Espíritu ora en nosotros. Silencio y paz.

Alberto E. Justo

martes, 1 de febrero de 2011

el secreto de la contemplación

Sin ánimo de ninguna apología... Descubrimos el mayor secreto cuando nos dejamos encontrar por Dios. Nuestra plegaria es la única Mirada, acoger en lo profundo, en lo hondo del alma, a Aquél que es engendrado y abre sus Ojos en el Corazón. Y nos ve, nos conoce, nos conoce desde siempre y desde siempre nos ama. Es Él, Aquél que nos dice -incesantemente- Yo Soy...
Oración inefable. No podemos describir ni explicar lo que nos trasciende y nos eleva...
Es Él.
No puedo hablar en tercera persona. Es ridículo. Sólo cabe elevar y sumirse en el Silencio, que sólo el Silencio puede ahora hablar.

Alberto E. Justo

miércoles, 19 de enero de 2011

¿Soledad? nadie está menos solo que el solo

Una sentencia de Julien Green: "...es Dios quien, en realidad, para cada uno, hace el mundo como si fuera él solo a vivir allí con él." O la ilustración que un sermón de Newman nos da de su propia frase: "myself and my creator": "Nos damos cuenta (progresivamente) que, mientras que el mundo cambia, somos nosotros uno y el mismo: y así, con la bendición de Dios, entrevemos algo de lo que significa nuestra independencia de las cosas temporales y nuestra inmortalidad. Y si ocurre que padezcamos decepciones (como es frecuente el caso), llegaremos a comprender mejor aún la nada de este mundo... y comenzamos gradualmente a percibir que solo hay dos seres en el universo entero: nuestra misma alma y Dios que la ha hecho." (Parochial and Plain Sermons, p.12) Cfr. L. Bouyer "Cosmos" Le monde et la gloire de Dieu. Paris 1982. pp.11 y 21.

Alberto E. Justo

presencia de la Esperanza

Créeme, créeme, mi amigo, todas esas maravillas que aprecias, que gozas apenas unos pocos instantes, esa alegría que te invade y te deja a mitad de camino..., todo, todo eso es FRAGMENTO, son piezas, sí, sólo piezas, reflejos de lo que viene, de lo que ya está llegando, del Cielo que ya ha comenzado. No lo dudes. No permitas que la nostalgia te ahogue porque no has podido retener esos segundos, esas horas o esos días. Son sólo un pregusto, apenas una señal de algo mucho, mucho ¡tanto y tanto más grande!
Por el contrario, en vez de entristecerte mete todo ello en tu corazón. Porque para ello te ha sido dado. Escalones tienes para subir a tu origen y a tu fuente. Los santos saben que gozarán, en la Patria, de la compañía de los amigos. El Amor es Uno solo.
Peregrino, pues, sin tristezas porque ya lo tienes todo. ¿No ves hasta qué punto el Señor te lo deja sentir así?
¿Sabes? en cierto sentido nada pasa. El supuesto "pasado" se torna "porvenir" en modo maravilloso. En efecto, todo se transforma para "más". El Señor nos da todo... No, no hay ni sombra de mezquindad en Él.
Deja, deja al Señor regalarte. Él fortalece la Esperanza. En la que ya tienes todo...

Alberto E. Justo

sábado, 8 de enero de 2011

La obra verdadera

¿Te preguntas -nuevamente- por el "sentido"? Es comprensible... El peregrino no ve resultados y lo más propio es que no pueda sacar nada de todos ellos. Entonces, ¿te sientes tan mal porque no logras trabajar en lo que deseas, porque "otros" no te atienden, o porque los "respondables" te ignoran? Es lo más frecuente y casi una ley del "peregrinar", que se cumple tarde o temprano. Y sufrimos, unos y otros, por considerar que hemos quedado marginados e infecundos, sobre todo cuando aquellos, que están más allá, se llevan los premios. ¡Cuántos se juzgan fracasados e inútiles, porque sufren esa... "desatención" indiferente!
Pero... (siempre surge un "pero") no todo queda ahí y no han de plantearse estas cosas ahí, ni así.
La fecundidad del hombre es la obra de Dios. Digámoslo de este modo, por ahora. Deja que el Verbo nazca en tu alma y déjale obrar... ¿No has pensado que el sufrimiento de hoy (que no comprendes) en el misterio de Getsemaní tiene una proyección y fecundidad eternas?
Tus lágrimas valen más que cuanto pudieras decir, expresar, transmitir, difundir o enseñar a lo largo de toda tu peregrinación en este mundo. Y no se trata sólo de un "sufrir", sino de ese "descenso" en y con el Señor, que no tiene explicación ni discurso.
No dudes de la acción divina cuando tu no puedes hacer más que adorar. El Señor puede ver por tus ojos... Deja que te posea y goza. Alégrate en Él. Que tu mano izquierda no ha de saber lo que hace tu derecha.

Alberto E. Justo

martes, 4 de enero de 2011

¿Quién es el que conoce?

El panorama de las superficies puede ser -siempre- sumamente seductor. Si nos establecemos a la vista de todos y con general beneplácito y aplauso, más todavía. Pero esto es un engaño. Un solo "sometimiento" a la vida misma, a un sufrimiento indescriptible o incomprensible, buceando en su hondura y en su proyección y ofrecido y elevado a Dios, vale más que diez mil premios, atenciones o éxitos pretendidos...
¿Cómo sumergirnos en esa verdadera dimensión que no tiene a su disposición ni propaganda, ni sistema alguno de difusión? Nos seduce... "difundir", hacer una y otra vez pantomimas en el escenario para que todos nos vean... Preguntamos: -¿cuánta gente hay? Y según la medida nos parece que vale la pena actuar.
Insistimos en los balcones que miran hacia afuera: sentidos y potencias; y olvidamos a aquel que es quien ve. Volcados a los objetos olvidamos al sujeto...Es hora de invitarnos a esta meditación. Conozco (desde luego y sin duda) pero ¿quién soy? ¿Quién es el que conoce?

Alberto E. Justo

sábado, 1 de enero de 2011

¿Qué comporta, en verdad, confiar?

No se trata de apelar a ninguna casualidad, ni a la buena fortuna, ni a cerrar o abrir los ojos, ni a todas esas "seguridades" que, según el tiempo, se nos van ocurriendo. Se trata, en cambio, de no confiar en creaturas, ni métodos, sino en una confianza heroica en Dios. A imitación de Abraham que "esperó contra toda esperanza."
El secreto comporta este derrotero interior: así como no tengo prueba, ni demostración, ni constancia de lo más sublime (y sé con máxima certeza que ES), también he de arrojarme en los caminos de la historia y de la misión que el Señor me da, sin más comprobación de añadidura.

Alberto E. Justo

Tengamos presente lo más escondido

Siempre de camino, descubriendo el secreto del corazón, del Fondo del Alma, maravilloso misterio del cual nada podemos decir y todo podemos gozar...
Es un regalo penetrar algo de todo ello, pues nos damos cuenta que la luz, que la música más sublime, está ahí y que no queda sujeta ni expuesta a variaciones ni antojos, a razonamientos vanos, ni a comentarios ociosos. Cuando algo interior y verdadero se nos esconde es para "verlo" en una perspectiva infinitamente más profunda, que va más hondo que los sentidos y las potencias.
Por ello: callemos reverentes, con infinito respeto, y cultivemos ese silencio que ya está en el alma y que nos lo dice todo más allá de todo (o más aquí, si se prefiere) sin olvidar la ternura divina que se manifiesta a cada paso de nuestras jornadas.

Alberto E. Justo