Es posible que la ansiedad y la terrible tentación de las "actividades" muevan, más de una vez, a no comprender ni aceptar el "silencio" de los demás o el propio; o la paz y quietud de las cosas, que también hallan su sentido "callando." Una y otra vez es preciso retornar a la Fuente y volver a valorar lo que no se "ve" ni se "siente." Para ello debemos aceptar el desafío del Ser que no se expone en las plazas sino en el secreto de la vida y de las cosas...
Deja pasar y aquiétate. Todo eso que piensas y supones no es necesario ni urgente. Vuelve a tu interior, recupera el valor de la soledad y no temas el apresuramiento de nadie, ni las presiones de este o de aquel ambiente.
Paz y adelante. La sorpresa será tan grata que no alcanzarán, desde luego, las palabras para nada...
Alberto E. Justo