miércoles, 14 de septiembre de 2011

Ora directamente

Cuando deseas algo más alto: ve DIRECTAMENTE y no te detengas en palabras ni rodeos. Si quieres orar: simplemente ora, abre el corazón a Dios y no intentes ajustarte a ningún paso en exceso planificado. No te detengas ni temas. Apréstate a recibir aunque te parezca que no llega ni te llega nada. Levántate con sencillez...
Lo que está más allá, lo que trasciende los sentidos está increíblemente más cerca. Peregrinas en esta tierra bendita pero ya sabes que tu corazón habita el cielo. No dudes y conviértete a esa simplicidad inefable que es decoro y honor en tu vida...
Es ésta una alegría incomparable. No esquives el don. Acepta el regalo.

Alberto E. Justo

lunes, 12 de septiembre de 2011

Oración inefable

Ahora mismo, donde no sabemos bien, por encima de nuestro pensamiento, recibimos con alegría la oración que nunca se detiene y sigue los latidos del corazón. Digo "recibimos" porque el Espíritu Santo ora en nosotros y así acertamos a sumergirnos en el Misterio mismo de Dios. Sin preguntas, sin precipitaciones, con suma sencillez y paz. Dios ora en nostros. La oración, se ha dicho, es un diálogo de Dios con Dios... Podemos entrar allí y dejarnos levantar por sobre toda criatura, sabiendo que nada sabemos y que todo es regalo y don.
Estamos más aquí y más allá, ¡magnífica paradoja! y descubrimos cuando todo calla y vemos cuando nada se perfila al modo humano.
Orar más allá de nosotros mismos es orar en el corazón. Confianza y no dejar nunca de atender a esos "gemidos inefables" del Espíritu que son, ahora también, nuestra plegaria

Alberto E. Justo

lunes, 5 de septiembre de 2011

Silencio, respeto...y tantas cosas más

Es posible que la ansiedad y la terrible tentación de las "actividades" muevan, más de una vez, a no comprender ni aceptar el "silencio" de los demás o el propio; o la paz y quietud de las cosas, que también hallan su sentido "callando." Una y otra vez es preciso retornar a la Fuente y volver a valorar lo que no se "ve" ni se "siente." Para ello debemos aceptar el desafío del Ser que no se expone en las plazas sino en el secreto de la vida y de las cosas...
Deja pasar y aquiétate. Todo eso que piensas y supones no es necesario ni urgente. Vuelve a tu interior, recupera el valor de la soledad y no temas el apresuramiento de nadie, ni las presiones de este o de aquel ambiente.
Paz y adelante. La sorpresa será tan grata que no alcanzarán, desde luego, las palabras para nada...

Alberto E. Justo