viernes, 28 de noviembre de 2014

"No temáis, Yo he vencido al mundo."


el triunfo está celado

Las "horas difíciles" no parecen detener su curso... Cada día una nueva contrariedad asoma su perfil amenazante detrás de sierras y nubes... ¿Por qué? ¿Qué es esto?
Lo hemos visto ya: no puede haber proporción alguna entre la Pasión del Inocente y su impar pureza... Las mayores pruebas, los caminos más empinados, hallan hondura y sentido en el Misterio de la Cruz y, también, en la Resurrección y en la Ascensión gloriosas.
El "horror" de lo inaceptable puede transfigurarse aunque su imprevisible manifestación se revele insoportable...
Sin embargo detrás de sombras y gemidos, más allá de cualquiera de nuestros lamentos y lágrimas, resplandece la única Luz, que es nuestra vida y nuestra dicha... ¿Qué sentido encontrar en la vía de la cruz de cada día? El mayor sentido consiste en que, él solo, supera totalmente nuestra lógica y nuestra imaginación.
La "hora", en realidad, está escondida. El "dolor" resulta demasiado "claro"... Por ello apela a una trascendencia que va más allá que las explicaciones que nunca conforman ni satisfacen. El triunfo está celado, pero el secreto, el secreto del Padre, es nuestra vida...

Alberto E. Justo


jueves, 27 de noviembre de 2014

velar con Él y en Él


recibir...

Quien es capaz de recibir... Abrir el corazón a la vida que es comunicada, participada...: gozo en la Verdad...
Sabemos que el Misterio es nuestro "ámbito" y que, en efecto, recibimos, con la gracia, la Presencia inefable. Esto no puede circunscribirse en explicaciones ni definiciones (¿para qué?), y es, sin embargo, fuente de gozo y de salud...
Quizá parezca algo "irreal" y aún "débil", pero es la mayor fortaleza y precisamente lo "real".
Tal el Don de Dios, que no tiene modo ni medida. Pero resuena en clave hondísima y las "distracciones" de este mundo, terriblemente finito, no pueden alterar ni impedir.
¡Recibe y acoge -pues- lo que no sospechas y es permanente sorpresa de infinita magnitud! No sabes cómo llegaste a la vida, no lo puedes recordar ahora y, desde luego, no interesa. De la misma manera, ahora y siempre, llega la Vida desde lo alto y tampoco puedes explicártelo con tu lenguaje... Es secreto maravilloso y es silencio que todo trasciende...

Alberto E. Justo

viernes, 21 de noviembre de 2014

No oigo otra cosa...

El amor profundo, encendido por la gracia divina, aparta y deja en olvido, allá en medio de lodazales y ciénagas, el ruido de tentaciones y engaños...
La fuerza de la atención iluminada abre horizontes siempre nuevos, aún cuando en esta hora (y en cualquier otra) el asalto del enemigo pretenda vencer y obtener sus resultados malignos...
Hay en el corazón una virtud singular que viene de lo alto y desde lo alto, en lo más íntimo, traza el derrotero que nos lleva más allá.
¡Incomparable siembra de Dios en el desierto florecido!
No atiendas otra cosa que el suave paso del Señor en el silencio. Los ruidos de por ahí o por allá no hacen otra cosa que cosquillas. Tu los aguardas y por ello se vuelven potentes. Cuando no aguardas ni atiendes otra cosa que lo que eres o ya tienes o acontece en tu corazón, el singular ataque no logra su objetivo...
Educar es crear hábitos y tu puedes crear hábitos de silencio, mayores que la necedad de este mundo o de cualquier otro.

Alberto E. Justo

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Algo más acerca del "secreto"

Porque la Encarnación indica, revela, el inmenso y oculto misterio de todas las "maneras".
Suponemos que ha de ser así... ¿Cómo? Pues del "modo" que soñábamos suponiendo... Porque hay sueños que no serán jamás "supuestos"... Pero ¿no nos dice San Bernardo que el "modo" de amar a Dios es "sin modo"? ¿Qué lugares y qué maneras acabo por idear sin descubrir las más profundas, que son secretas, y que sólo dejan ver un signo que todo supera?
El "silencio" no es un simpático vacío. Es un abismo que no tiene perfiles hechos. No conoce contornos, pasa siempre más allá. Tal vez el silencio verdadero aparezca y se muestre después de no sé cuáles contradicciones...
Sin paradoja no hay "pensamiento", sin paradoja, no hay silencio...

Alberto E. Justo


domingo, 16 de noviembre de 2014

¿Dónde está la respuesta?

Repetimos una pregunta, ésta pregunta... Pretendimos una solución definitiva, que nos procurara esa "paz" difícil de alcanzar. Lo que observamos, lo que nos rodea, es (así lo juzgamos) inadmisible, inaceptable. Una suerte de indignación invade hoy a quienes aguardan al menos el "ejercicio" del "sentido común" en los sucesos cotidianos... Lo que se aguarda no sólo no llega: aparecen cosas peores que nos asaltan y mortifican.
El mundo, el demonio y la carne se dejan adivinar potentes a cada paso... ¿Entonces?
El camino de la salvación y de la sabiduría, el camino de la "elevación", de la deificación, adonde estamos permanentemente llamados, pasa por Getsemaní y por el Calvario... Cada vez que lo inaceptable, lo inadmisible, presenta sus "perfiles" en nuestras horas, cada vez que no vemos ni solución ni respuesta, levántase el velo del secreto incomparable, indecible, con la invitación a VELAR con ÉL al menos una hora... Así, inmediatamente, nuestra plegaria obtiene la RESPUESTA, le única que todo lo sobrepasa, "HOY ESTARÁS CONMIGO EN EL PARAÍSO".
Sí, a pesar de todo, a pesar de nuestra debilidad y del pecado, a pesar de lo que sea, a pesar de no haber logrado edificar, en esta ciénaga en que vivimos, ese claustro de piedra de nuestros sueños, después de todo ya débil sospecha del Paraíso que se nos dará en sobreabundancia en el "tiempo de Dios".

Alberto E. Justo

viernes, 14 de noviembre de 2014

Tal vez más allá

Nuestros caminos siguen particulares derroteros, con frecuencia fuera de lo previsto o proyectado. Más allá de los espacios "pensados" hay lugares y zonas que superan nuestra imaginación.
No está todo escrito en los manuales al uso. El peregrino deberá estar avisado y dispuesto para esos discernimientos de conciencia verdaderamente insoslayables.
Pues bien, esos espacios o acontecimientos tejen un Desierto singular. La vida del "desierto interior" no está trazada en ningún plan... Seguir por el Desierto requiere valor y audacia, porque más de una vez, el peregrino, el solitario, deberá avanzar sin brújula y sin guía, con confianza y abandono, según su conciencia, en gracia de Dios...

Alberto E. Justo


Lugar esondido

Lugar y destino escondidos en el secreto incomparable que sólo es de Dios... Decía Unamuno de Don Quijote: (...) "Puede el héroe decir: 'yo sé quién soy', y en esto estriba su fuerza y su desgracia a la vez. Su fuerza, porque como sabe quién es, no tiene por qué temer a nadie, sino a Dios, que le hizo ser quién es; y su desgracia, porque sólo él sabe, aquí en la tierra, quién es él, y como los demás no lo saben, cuanto él haga o diga se les aparecerá como hecho o dicho por quien no se conoce, por un loco." (Vida de Don Quijote y Sancho, Madrid 2004, p.189).
¡Admirable realidad del secreto y gloria de lo que "no se conoce"! ¡Esplendor y ocaso de una vida y de una peregrinación secretas, que no quedan sometidas al juicio apresurado de nadie!
¡Quién puede adivinar la hondura de los caminos inéditos que se abren en los horizontes, más allá de límites y de fronteras!
Pero ahí están, aquí -no más- se despliegan, sin necesidad de publicidad alguna, sin otro eco que la propia belleza del acontecimiento y del instante. 
No precisamos ruido ni tempestades, ni fuego, ni ventoleras... Levantemos nuestra mirada: el Cielo está abierto ya mismo, en nuestro corazón...

Alberto E. Justo


miércoles, 12 de noviembre de 2014

¿Dónde hallar raíces nuevas?

¿Las "raíces" han de ser nuevas? Pregunta extraña. Es verdad que toda madurez supone largo tiempo y que, por ello, las verdaderas raíces son siempre antiguas. Nuestro problema, hoy, se da cuando estas mismas no han existido...
En efecto, cuando la vida monástica no ha abierto el surco de la historia, cuando la experiencia de los monjes no ha iniciado un particular "estilo" de existencia..., entonces se hace muy difícil una vida consagrada profunda que anime a la comunidad cristiana.
El monje es un icono, heredero del mártir, un testigo directo del Absoluto, del primado del Amor de Dios. El monje enseña con su vida lo que acontece en el interior de cada persona.
Quizá podamos hallar nuevamente en el ejemplo de los Padres del Desierto ese "centro" que tanto activismo huero nos ha hecho soslayar.

Alberto E. Justo

¿Tempestad en el desierto?

Vientos y sacudones de todo tipo... También ruidos y lamentos, llanto y risa, gemidos de un tiempo que no halla fácilmente respuestas... Por lo general parece que los observadores quedan perplejos, sin palabras (a pesar de la abundancia de tantas de ellas), en realidad: "sin palabras adecuadas a las situaciones"...
Pero, una vez más, ¿olvidamos la realidad de "dentro"?
 Es verdad que soplan los vientos, pero nada hay que no podamos superar con la Gracia de Dios. ¿Desesperar por lo que acontece aquí o allá? Es ese el peor camino para lo que sea.
Acepta la tormenta y cúbrete. Aprovecha la visión escondida que llevas en tu corazón... ¿No puedes llegar de un salto a ese valle incomparable que, más que verlo una o dos o tres veces, es imagen permanente e inalienable de tu interior?
La brisa silenciosa de la soledad no se pierde ni se olvida. Navegas en silencio más allá del estrépito del mundo: estás en el mundo pero no perteneces al mundo. Y este "no-pertenecer" es la clave y el punto de partida. Tú no eres eso que turba y espanta... tú eres más allá, infinitamente más allá.
Tu morada es el Corazón de Dios... ¿lo has olvidado? Aunque se desencadenen batallas inesperadas...
Vuelve al Huerto y vela con Él. Su silencio es lo más elocuente que existe... La tempestad en el desierto es el "peso" de una humanidad que huye de su centro y pierde su sentido. Pero Él vela en Getsemani y tú con Él...

Alberto E. Justo

sábado, 8 de noviembre de 2014

¿Aprender a escuchar?

La "atención" precisará siempre de un horizonte que atraiga y eduque. No hemos de prestar atención a todo lo que presentan nuestros sentidos. Por el contrario esto ha de ser harto prudente y selectivo.
Por lo general dejan esos datos heridas en nuestra conciencia, las cuales no cicatrizan lo rápido que sería de desear. Purificar la "atención" es un camino ascético que comporta una separación y un ejercicio de valor y de coraje, sobre todo con respecto a cuanto caprichosamente nos rodea hoy.
Purificar la atención comporta, antes que nada, una purificación del deseo, una mortificación de la curiosidad, aún en aquello que nos sorprende en momentos de pasividad y que, ciertamente, no hemos buscado.
No se trata sólo de no salir a buscar. Se trata de no dejarse atrapar por lo que nos asalta. La "atención" juega un gran papel en esas ocasiones, cuando el arribo de lo que no aguardábamos resulta inevitable.
Ejercicio y valor, pues. Sin preocuparse nunca de qué cosas dirán por ahí a raíz de actitudes nuestras.
Abramos el horizonte límpido y transparente que el Señor nos regala a cada paso y no atendamos lo que es exterior o extraño al vero camino de nuestra peregrinación.

Alberto E. Justo

jueves, 6 de noviembre de 2014

Secreto de oración y de silencio

La oración secreta y silenciosa es el respiro de nuestra vida. El Espíritu, que ora en nosotros, nos eleva y adopta en su intimidad. Es este un secreto porque no puede traducirse de ninguna manera. Sin embargo nos gozamos en tanto bien... Y el gozo es más grande cuando no podemos circunscribir la realidad que nos eleva. 

Alberto E. Justo


surge la santidad en la tragedia

(Esteban) lleno del Espíritu Santo, miró al Cielo y vio la Gloria de Dios y a Jesús en pie a la diestra de Dios, y dijo : Estoy viendo los cielos abiertos y al Hijo del hombre en pie a la diestra de Dios. Ellos, gritando a grandes voces, tapáronse los oídos, y se arrojaron a una sobre él. Sacándole fuera de la ciudad, le apedreaban (Hechos 7, 55-58).
En la "tragedia" se da un grande Misterio, ya que en el centro y en medio de las sombras brilla, inmaculada, la Luz.
No investigamos detalles ni pretendemos otra cosa que señalar una secreta armonía entre la contemplación y la tragedia...

Alberto E. Justo


¿Qué tengo que hacer?

Pues nada. Nada más que abrir tu casa y morada a Aquél que viene, que ya está...
Una suerte de frenesí acapara a los incautos que creen crecer en la vida a fuerza de "hacer cosas". Y desesperan, porque enseguida comparan sus máscaras y figuras, sin salir más allá...
Ante tanta insatisfacción y vacío con "obras propias" es preciso levantar los ojos al cielo y buscar una altura nueva y fecunda, que sólo viene de Dios.
Descubrir un horizonte más grande, un panorama renovador que sólo se alcanza en la contemplación y en el silencio. El estudio y la meditación son un respiro necesario para remontar vuelo...
Es claro que no hallaremos excesivas compensaciones, de esas que quiere, a toda costa, el "ego" inquieto. Pero se nos brindará una fecundidad no posesiva, no proyectada ni artificial, sino real y verdadera.
Testigos, pues, desbordados por el amor de Dios...

Alberto E. Justo

miércoles, 5 de noviembre de 2014

no llevas máscaras

Es así: la vocación contemplativa, la vocación profunda no lleva máscaras. A pesar de los sacudones o de los lejanos murmullos de las calles y plazas, el peregrino ha de vivir sin máscaras ni mentiras, aunque oculto a la curiosidad insana del mundo.
Porque la REALIDAD resplandece en el secreto silencio.
En silencio y paz te abandonas. Sí, a pesar de los riesgos e incomprensiones; a pesar de las agitaciones y de las tormentas. Porque todo eso que resuena no existe...
Tú y tu secreto, tú eres más allá. O ¡tan inmediato! si prefieres. Tan YA y AHORA.
Quédate, reposa siempre en mayor sosiego. Dirás el Nombre cada vez más adentro. Abrirás la puerta que no distingues muy bien. Pero ¡quédate y afírmate en Aquél que crees que duerme ahora! No ejecutes esto o aquello, no te desvíes por lo que dicen por ahí...
Mira la Luz que arde en lo alto y en lo profundo, es tu mismo Corazón. No sabremos expresarlo ni explicarlo, pero "es".

Alberto E. Justo


En medio de la tempestad

¿Te animas? Porque el caos que impera en estos días y en estas horas evoca una tempestad en medio del océano...
¿Alzaste los muros de tu jardín? Parece más fácil que conducir una débil embarcación en el mar agitado...
El huero activismo de nuestro tiempo es más inaceptable, desde luego, que un "mar agitado"...
¿Dejar que la tormenta pase? ¿Pasará la tormenta?
Lo más terrible es que hay quienes aman esas tormentas, sin darse cuenta que, tarde o temprano, quedarán ahogados en el abismo.
Quien camina sin rumbo, por el sólo afán de andar, perdido el norte y el sentido, no halla refugio ni puede encontrar nada. Sólo tiene ese ego enorme que lo aprisiona y lo empuja por aquí o por allá. ¡Y qué terrible cuando la persona dispersa y confundida pretende justificarse con "misiones" o fundamentos gestados en el engaño o en la mentira!
¿Quieres huir de los enemigos que ´"pueblan los aires" y sólo quieren el mundo por ambición y por envidia? Es muy difícil responder con eficacia ante el asalto en la noche obscura... En el reino de las sombras impera la confusión más extrema...
Sólo Uno puede salvar. Ahora mismo parece dormir en la barca agitada por el viento... Pero no está ausente. Aún podemos aferrarnos a Él...

Alberto E. Justo

lunes, 3 de noviembre de 2014

Levantar los muros del jardín

Sin alzar las fronteras, sin elevar los muros que circundan nuestro jardín, caemos víctimas de invasores y cazadores furtivos que rodean "como leones rugientes" nuestra heredad.
Arte maravillosa y defensiva, harto necesaria en los días que corren. Porque el sitio o el asalto a nuestro alrededor es más tenaz y furioso que nunca.
Incluso dentro de monasterios, en los lugares de recogimiento, en retiros o en valles y montañas, llegan los gritos y las porfías de los merodeadores, generalmente todos armados de buenas razones y de excelentes títulos...
-¿Cómo, no te enteras?- oímos con frecuencia bajo una mirada de desprecio. O el dolor por un rechazo o una burla que el mundo propina según la ambición o el gusto del poder buscado.
No, no es posible caer sin más. Lo propio del fuerte es resistir, saber resistir con las armas de la Gracia y de la experiencia, para que su ámbito no sea ultrajado por estilos o maneras a la moda...
Nada ni nadie puede violar la soledad... ¿Hay, acaso, mayor fuerza que la mirada de Cristo Jesús elevada al Padre en la Pasión? ¡Mirada transparente, absolutamente sincera, en abandono ejemplar!
Los muros del jardín se elevan en la misma medida en que nos desprendemos o desapegamos y dejamos correr o pasar lo que ni es ni cuenta. Pero aún cuando quedáramos empeñados, por caridad, en tantas ocasiones, la soledad interior es inviolable como es inefable la mirada de Dios.

Alberto E. Justo

domingo, 2 de noviembre de 2014

panorama abierto

La "memoria" trae a la conciencia un paisaje libremente elegido: extendido, bajo el cielo, abierto en el mar, sin medidas... Estas indudables aperturas interiores otorgan un gran gozo cuando nos hemos ejercitado en ellas, buscando, más allá de sus límites, horizontes que, tal vez, ya no tenemos delante.
Pero "aquello" que alguna vez contemplamos o logramos crear en nuestro interior está presente en nosotros y es símbolo de realidades más profundas. Porque ningún paisaje acaba en sí mismo y siempre es mensaje de liberación.
Pero lo mismo acontece con una obra de arte, cualquiera sea. Entonces lo recibido por nuestros sentidos nos dice que hemos de pasar más allá.
Días pasados hablábamos de un "bello claustro"... Podríamos decir lo mismo de esos instantes de silencio y de paz que, a veces, se suceden en las jornadas de nuestro camino. Se trata de un apertura hacia lo alto que puede actuarse también en las horas de dolor.
Es indudable que un bello claustro evoca inmediatamente un género de vida que se orienta a la bienaventuranza eterna. Son los acordes primeros de una obertura que, poco a poco, abre otras puertas hasta llegar a la realidad inefable e inexpresable.
¿Qué decir de los ojos transparentes y orantes, que pintó el Greco, en la imagen del Salvador portando la cruz? Ojos elevados al Padre, como en el "Expolio", por encima de esa terrible multitud ruidosa y opresora que lo despojaba de todo...
Sea el orante testigo y consciente de esta tragedia... Y eleve decididamente su espíritu sobre la necedad y torpeza circundantes. Insisto en que ha de ser posible, sobre todo cuando suplicamos, nosotros con Él, al Padre la gracia del silencio y de la paz.

Alberto E. Justo

sábado, 1 de noviembre de 2014

quizá dudamos demasiado

No faltan los momentos cuando el dolor o la incertidumbre ensombrecen las jornadas... El "mundo circundante" teme y contagia temores y sobresaltos...
Con toda convicción y deseo es nuestro camino vivir y exhortar la mayor confianza en Aquél que es Presencia y Misericordia...
Es verdad que nuestra fragilidad se apodera de nuestros pensamientos y géstanse representaciones de todo tipo velando las horas mejores y turbando la paz.
Es preciso hablar y pensar menos. Callar las impertinencias cuando sacuden el camino y hacen temblar la tierra que pisamos...
Que la oración cotidiana sea un oasis de paz. Que la leve y suave brisa acaricie todos los instantes. La fortaleza en una resistencia elevada brota de la Gracia. Confianza en la Aurora...
"Señor JesuCristo, Hijo de Dios Vivo, ten piedad de mi pecador."

Alberto E. Justo

sosiego y lucha, lucha y sosiego...

El "mundo" levanta olas inmensas de todo tipo para que los viandantes y peregrinos descarrilen y caigan. Sobre todo para que permanezcan caídos o detenidos por luchas o polémicas, en infinitas discusiones acerca de lo que se debe hacer y de lo que no...
En tantas ocasiones nos vemos casi obligados a cubrir las brechas abiertas en la nave para evitar un naufragio... Y el tiempo perdido es mucho, porque la línea horizontal es implacable.
Sin embargo, lo acentuamos una vez más, esa dimensión no es la nuestra. Hemos sido llamados hacia esferas más altas, a pesar de que no cesan los ecos y noticias que provienen del otro lado de la frontera.
Tal vez porque la oración en la noche oscura (y también agitada) nos da algo que no podemos alcanzar de otro modo...
La soledad no se puede "perder". Se crece en ella aunque los factores exteriores pretendan otra cosa.
Percíbense los truenos de tormentas lejanas... Es verdad que nos mienten para que las sintamos harto cercanas. La mirada serena, la adhesión plena a la presencia más  alta en el corazón son nuestro camino y nuestra realidad.

Alberto E. Justo