Es así: la vocación contemplativa, la vocación profunda no lleva máscaras. A pesar de los sacudones o de los lejanos murmullos de las calles y plazas, el peregrino ha de vivir sin máscaras ni mentiras, aunque oculto a la curiosidad insana del mundo.
Porque la REALIDAD resplandece en el secreto silencio.
En silencio y paz te abandonas. Sí, a pesar de los riesgos e incomprensiones; a pesar de las agitaciones y de las tormentas. Porque todo eso que resuena no existe...
Tú y tu secreto, tú eres más allá. O ¡tan inmediato! si prefieres. Tan YA y AHORA.
Quédate, reposa siempre en mayor sosiego. Dirás el Nombre cada vez más adentro. Abrirás la puerta que no distingues muy bien. Pero ¡quédate y afírmate en Aquél que crees que duerme ahora! No ejecutes esto o aquello, no te desvíes por lo que dicen por ahí...
Mira la Luz que arde en lo alto y en lo profundo, es tu mismo Corazón. No sabremos expresarlo ni explicarlo, pero "es".
Alberto E. Justo