Lugar y destino escondidos en el secreto incomparable que sólo es de Dios... Decía Unamuno de Don Quijote: (...) "Puede el héroe decir: 'yo sé quién soy', y en esto estriba su fuerza y su desgracia a la vez. Su fuerza, porque como sabe quién es, no tiene por qué temer a nadie, sino a Dios, que le hizo ser quién es; y su desgracia, porque sólo él sabe, aquí en la tierra, quién es él, y como los demás no lo saben, cuanto él haga o diga se les aparecerá como hecho o dicho por quien no se conoce, por un loco." (Vida de Don Quijote y Sancho, Madrid 2004, p.189).
¡Admirable realidad del secreto y gloria de lo que "no se conoce"! ¡Esplendor y ocaso de una vida y de una peregrinación secretas, que no quedan sometidas al juicio apresurado de nadie!
¡Quién puede adivinar la hondura de los caminos inéditos que se abren en los horizontes, más allá de límites y de fronteras!
Pero ahí están, aquí -no más- se despliegan, sin necesidad de publicidad alguna, sin otro eco que la propia belleza del acontecimiento y del instante.
No precisamos ruido ni tempestades, ni fuego, ni ventoleras... Levantemos nuestra mirada: el Cielo está abierto ya mismo, en nuestro corazón...
Alberto E. Justo