(Esteban) lleno del Espíritu Santo, miró al Cielo y vio la Gloria de Dios y a Jesús en pie a la diestra de Dios, y dijo : Estoy viendo los cielos abiertos y al Hijo del hombre en pie a la diestra de Dios. Ellos, gritando a grandes voces, tapáronse los oídos, y se arrojaron a una sobre él. Sacándole fuera de la ciudad, le apedreaban (Hechos 7, 55-58).
En la "tragedia" se da un grande Misterio, ya que en el centro y en medio de las sombras brilla, inmaculada, la Luz.
No investigamos detalles ni pretendemos otra cosa que señalar una secreta armonía entre la contemplación y la tragedia...
Alberto E. Justo