lunes, 28 de noviembre de 2011

Nada ni nadie puede invadir nuestra intimidad

Con mucha frecuencia el "ambiente" exterior nos asfixia o nos asusta. Es un dato que se repite, precisamente cuando aguardamos esa quietud o tranquilidad propicias para nuestros trabajos o para lo que sea...
Sin embargo no son estas horas demasiado originales. El ruido y el estrépito de hoy parece insoportable, es "nuevo", pero ha habido y habrá otros ruidos y muchos otros "dolores" en el curso de nuestra peregrinación...
Por tanto nuestra respuesta es siempre introducirnos en el SILENCIO que llevamos en el corazón... ¿Qué es esto? Nuestra relación a lo alto es intangible y no puede ser quebrada por nada. Nada ni nadie nos puede privar o alejar de la Presencia de Dios.
El ambiente (digámoslo así) puede ser manifiestamente hostil... Pero nada ni nadie puede pasar más allá del límite e invadir nuestra intimidad.
Recordemos y RECONOZCAMOS. Esto es importante: tornar a "conocer" una y otra vez. Volver a casa siempre.
Luego se nos manifestará esa luz que no definimos, cuando dejemos y quitemos lo que tanto lugar ocupa en nuestro interior.

Alberto E. Justo

domingo, 27 de noviembre de 2011

aprender a caminar sin temor

Cuando comienza el Adviento... ¿Es necesario decir esto o aquello? Sabemos que es éste un maravilloso tiempo de Esperanza. Recordemos, es decir: volvamos al corazón con mayor fervor a fin de hallar en nuestro portal interior al Señor que allí nace...
Pero siempre ¡¡ánimo!! Es muy posible que los "desvíos" de una hora tan severa como la presente nos hagan vacilar, nos detengan perplejos en alguna vuelta del camino y nos claven, sin salida, para esperar sin caminar.
No, esto no es esperar en verdad. Nadie aguarda nada clavado y sin movimiento... Caminemos ahora contemplativamente, con pasos que no son simplemente "nuestros" sino que, como la vida, los recibimos como don incomparable.
Aprendamos, eso sí, a ser "independientes" y "libres". ¿Cómo se aprende a... caminar? Rechazando inicialmente todo temor, sin identificarnos con lo perecedero que nos abruma... No es fácil, pero vale la pena hallar el sentido profundo...

Alberto E. Justo

lunes, 7 de noviembre de 2011



Quizá se multipliquen los interrogantes...

Pero aprendamos a no dispersarnos en las respuestas... ¿Se multiplican en verdad esas preguntas que -tal vez- nos angustian o nos alejamos de nuestro CENTRO y olvidamos el "tesoro" que ya se nos ha regalado?
Es muy posible que algunas situaciones favorables nos lleven a plantar una tienda y a no movernos más, pensando haber alcanzado cierto "objetivo" y, con él, nuestra "tranquilidad." Pero si tal cosa hacemos: nos encontramos en un error. No hay morada definitiva ni lugar por allí fuera. Lo que buscamos entre esos muros o aquellas ilusiones no se encontrará jamás por semejantes "lejanías." Lo que buscamos está en nostros, en el corazón, en el silencio, en la soledad profunda.
¡No! no nos apartemos de la senda interior y perseveremos siempre en la peregrinación que nos lleva, más adentro, al Corazón de Dios...

Alberto E. Justo