miércoles, 30 de marzo de 2011

Sin desánimo

A pesar de todos los inconvenientes no abandones la calma y la decisión de recibir la paz... El silencio seguirá siendo tu gran maestro aunque parezca que te arrojan en el mayor de los ruidos y de las inquietudes... Aún vale ¡y cuánto! sentarte calladamente y meditar acerca de lo que siempre resuena en tu corazón. Te aseguro que brotan del suelo y del aire todos los auxilios, imaginables y no imaginables. Dios no te abandona nunca, aunque tengas la impresión de haber quedado "fuera de combate." Coraje y confianza. Es posible que surja lo "inaudito", lo "imposible"... Sin embargo todo eso no tiene peso ni densidad, salvo que la otorgues por vacilación o por miedo. Confianza, pues, y paz. Aprendamos del silencio que todo lo enseña y todo lo guarda maravillosamente. No nos quedemos a la vera del camino, inmovilizados. Sigamos, sigamos, que la misión es real y escondida y esta peregrinación una adorable aventura, a pesar de riesgos e incomprensiones. No hay vida sin riesgo. La lucha revela sentidos insospechados. Adelante, en el Nombre del Señor y en la Morada del Corazón de Cristo, que es nuestro. Alberto E. Justo

viernes, 18 de marzo de 2011

"...vida escondida con Cristo en Dios."

Cuando no sepas "por qué" estás allí donde ahora mismo crees encontrarte... Cuando aguardes verte a ti mismo en un jardín lleno de flores, en un "rosedal", como en otros tiempos. Cuando, te parezca que das esos pasos de ahora en un subsuelo que no conocías, cuando te "sientas" lejano, sin saber bien qué ocurre...
No temas, ni desesperes. No caminas por donde sospechas. ¿Por qué el exilio? ¿Por qué el penoso destierro? Si avanzas apenas dejando huellas detrás de ti, si sigues en silencio, llegarás al "Huerto" adonde Él te llama para velar, al menos, una hora en el secreto del Corazón.
No hay "lugares", aprende -de una buena vez- que sólo estás donde está Él.
Todos los jardines se hallan en el Corazón escondido. En Él los tienes. Porque tú eres su Jardín predilecto. Los "espacios" no son tales... Su "templo" ya eres tú.

Alberto E. Justo

miércoles, 16 de marzo de 2011

no somos "lo que se dice" sino "lo que es"

"Cierra la puerta de tu habitación". ¿Por qué? Porque "tu Padre ve en lo secreto"...
Trátase siempre de esto. Trátase siempre de la hondura y del corazón. ¡Vive en el Soplo profundo y permanece!
En este mundo y en esta peregrinación las tentaciones, desde luego, son muchas. Esto no es una novedad, desde luego. Pero hay una... en la que ahora quiero detenerme. Se trata de esa suerte de "necesidad" de sentirnos autores de obras y realizaciones de fuste, dignas de aplauso y, sobre todo, conocidas. No sé si es feliz la formulación, pero vale para entrar en materia.
¡Valer en esta vida! Hacer cosas y cosas que merezcan. Y, por ello, nunca estar en paz, porque siempre queda algo por hacer o por terminar o por añadir. Nunca sentimos paz porque siempre nos falta algo y sufrimos la desazón porque nunca estamos conformes con nosotros mismos. Ni con los vecinos. Aguardamos que otros nos reconforten y, por lo general, los demás no pueden hacerlo...
¿Entonces? De ninguna manera pretendemos soslayar los trabajos ni ignorar el valor de las acciones... Lo que ocurre es que no vivimos donde estamos llamados a vivir, ni acertamos a descubrir el "lugar" de la paz...
No valemos por lo que hacemos, ni por lo que somos. Valemos por lo que amamos. Y esto ya es un principio para salir del atolladero. Y puedo asegurar más: valemos por Quien somos conocidos y amados. Y sólo en Él podemos hallar la paz y el sentido.
El peregrino es su corazón y el Centro del alma y el Corazón del corazón es Dios. Volvamos a casa. No estamos ni somos lo que se dice sino lo que es.

Alberto E. Justo

lunes, 14 de marzo de 2011

Los sentidos hablan un lenguaje crepuscular

Seguimos de camino... No importa ahora la fatiga. La lucha no disminuye y los desafíos continúan: los del enemigo con mayor insolencia, como le ocurría a Antonio en el Desierto de ayer. Ahora no sabemos dónde estamos... Sí, he aquí una cuestión acuciante. ¿Me encuentro realmente en esta "porción" de suelo, en estos parajes en cuya existencia parecen complacerse los sentidos, multiplicando las informaciones hasta el hartazgo? Un misterioso susurro (¡¿qué es?!) sopla poniendo en duda semejante situación. Un bello susurro, que repite: -No estás aquí. Y luego añade: -Yo Soy quien está aquí. Porque, en efecto, los "lugares" se han quemado, desapareciendo de la escena y cuanto vemos es algo así como un ocaso: una luz que fue. ¿Tenemos el valor de reconocerlo? Porque, sí, ya estamos lejos. Porque, en palabras de San Pablo: "conversatio nostra in coelis est."
Arrojo, pues, en esta aventura interior que nos decubre la Verdad. Los ruidos de mandones y administradores son sonidos "sonados", esto es: sonidos de ayer. Estrellas muertas y hace rato desaparecidas. El hombre de hoy debe discernir todo ello y aprender a saltar más allá de las apariencias y redescubrir su libertad.
Abrid, pues, los oídos, "avive el seso y despierte", o -mejor- abra, mi amigo, el corazón y escuche allí, y sólo allí, con piedad y silencio, un mensaje, una palabra, aunque no parezca tal: -NO TEMAS, YO SOY.

Alberto E. Justo

sábado, 12 de marzo de 2011

¿Quieres ser "fuerte"?

Sé el más abandonado en las manos del Señor, sin retroceder ante los desengaños o las "probabilidades" que tantos esbozan y comunican... Firme y fiel a la conciencia, que Dios no engaña.
Pero no pretendas un poder que ya no te pertenece o que no resulta oportuno según el orden de la Providencia.
No importa perder la partida. Si te dejan a un lado o te amenazan con lo que sea, no importa. No te inquieten los rumores de un mundo que está por todas partes, hasta en el templo. Tú vives, habitas en el Misterio.
En Él estamos, nos movemos y somos. No en el barullo de los cálculos ni de las pretensiones a ras del suelo.
Nunca te descorazones y sigue luchando, con valor y con constancia.

Alberto E. Justo

Consejos... de golpe

¿Por qué tanto sufrimiento y confusión? ¿Por cuál razón la angustia nos atenaza y la inquietud nos abruma, por qué, en suma, tanta asfixia en este mundo implacable? ¡Y no sólo en el "mundo", también en aquellos lugares donde me creo "fuera del mundo"!
Todavía no has dejado esas "ambiciones", ni el deseo de "mandar"; y sigues identificando tu despótico querer con la razón y la verdad. Todavía no dejas ni te olvidas. Todavía juzgas que "debes hacer" esto o aquello para "merecer" el aplauso de Dios y de los hombres, todavía sigues implacable, herido y molesto por las viejas llagas que jamás cicatrizan. Y por ello te mortificas, sufres y haces sufrir a tantos otros...
Has juzgado alguna vez que tu autoridad es definitiva, que representas a Dios y que Dios se ha ido de vacaciones y tu tienes en tus pobres manos los resortes de la justicia y de la razón. Te parece que tu "jusrisdicción" es sacra... ¿no has leído la leyenda del Gran Inquisidor en "Los Hermanos Karamazov"? Sigues tu derrotero sin detenimientos porque Dios parece callar. Pero no es así. Te equivocas. No dispones de las cosas a discreción según tu antojo, no puedes arrollar a personas ni a cosas...
Abandona tu cerebro (esto es: tu feroz "ego") y baja a tu corazón. Desciende, calla, observa, detente... Aprende a escuchar. La historia no comienza contigo... Sin compasión no hay vida. Repito: detente. Frena tu andar vertiginoso. Te equivocas y no te das cuenta.
Sepárate y aléjate..., así verás mejor. Respeta y alégrate por el bien de los otros y no porque los pobres hagan esto o aquello. Silencio y Paz.

Alberto E. Justo