miércoles, 29 de octubre de 2014

¿Cómo reconocer mi ermita interior?

¿Se trata de imaginar, así no más, simplemente? No, no es exactamente eso. Pero está el "eco" de los pasos del peregrino que, dejándolo todo, halla más hondamente su bien. Para "olvidar" es necesario "aprender". En el camino más elevado nos damos cuenta que el desprendimiento no es una "anulación" sino una "superación". ¿Es posible explicar esto? Desde luego que no, ya que se trata de una experiencia profunda.
La "ausencia" se convierte en "presencia", y lo que ayer necesitábamos representar o que se nos manifestara de esta o de aquella manera, hoy lo percibimos (por decirlo así) connatural, más allá de límites y de fronteras.
El descubrimiento supone el abandono. Pero con él, de un modo inesperado, reaparece con perfiles nuevos lo que fue recibido en el tiempo, en las jornadas de nuestra peregrinación y de nuestra vida. Nada da Dios en vano. Aún lo que juzgamos como... "nada".
Persevera en la "Noche", en la Luz más plena...

Alberto E. Justo

martes, 28 de octubre de 2014

El "otro" lugar...

 Percibimos la pregunta de Dios: -Adán ¿dónde estás, dónde te has escondido? Y, lo sabemos, nuestras respuestas pueden ser múltiples y hasta reiteradas...
Pues bien, en vez de plantearnos, con temor, un "escondite" en este mundo o en cualquier otro, nos atrevemos, invitados por Aquél que nunca miente y nunca desengaña, a dejarnos levantar a dimensiones más altas...
¿Dónde estás? La oración secreta nos eleva y arrebata SIN RUIDO. Esto es fundamental: quisiéramos sentir un fuerte empujón o viaje que nos lleve a un lugar mejor, a un lugar de los que, con justicia, llamamos "habitable". Pero no nos levanta Dios con sonoridad alguna, nos recibe "simplemente" en silencio y oración.
El "lugar" (que es más allá de cualquier lugar) está más alto y no tiene apariencias engañosas. Sólo la oración y la meditación asiduas lo van descubriendo en quietud inigualable, a pesar de asaltos y molestias exteriores.
Ese "lugar" existe. La dimensión del desierto no es una quimera. Es el camino al Cielo a cada instante. Y si "otros" conspiran, hasta nosotros mismos víctimas de tentaciones y de ilusiones lo hacemos, basta ese instante de luz y de adhesión para volver a la realidad profunda.
Fíjate dónde quieres habitar. Nadie te quitará tu morada verdadera que ya está en los Cielos (conversatio nostra in coelis est) escondida con Cristo en Dios.

Alberto E. Justo

lunes, 27 de octubre de 2014

¿Silencio y no-silencio?

¿Qué es aquello que contradice al silencio? ¿Qué oponemos al silencio? ¿Se trata del ruido, de los clamores, de la palabra, de las inquietudes o angustias, de reclamos y pareceres, de mensajes y de mil cosas más? ¿Se trata de excesivas luces o imágenes y figuras demasiado invasoras, que no respetan los límites de otras presencias?
Nada de todo esto puede estar al nivel y a la profundidad del verdadero silencio. ¿Puede "cubrir" al silencio una canción o un murmullo? Desde luego que para cualquier oyente: sí. Pero aquí nos queremos remontar un tanto más arriba...
El silencio es algo así como el lenguaje primordial o el ámbito que envuelve y acompaña al respiro y a la vida. Sin duda alguna está más allá de las alternativas de una existencia agitada o animada por esto o por aquello. El silencio es desapego y siempre está más alto, superando las consideraciones y, desde ya, los conceptos...
El silencio es inesperado. No se fabrica, no se puede fabricar. Sólo un signo ha de bastar para entrar más allá y descubrirlo de nuevo. El silencio no se manifiesta de un vez para siempre. El silencio se redescubre en situaciones a veces harto penosas o donde menos lo podemos sospechar...
A pesar de la severidad de la hora puedes sumergirte en el silencio verdadero. Porque viene de lo alto, porque siempre está...

Alberto E. Justo

domingo, 19 de octubre de 2014

el viajero no pierde su origen

A pesar de los infinitos pasos que se suceden, nunca dejamos la fuente que nos nutre. Lo hondo del corazón, ese "fondo" que no precisa certificados ni certezas o pruebas, en suma: la intimidad verdadera, no está a merced de nada. Porque el Amor de Dios no cambia ni deja de elevarnos, ni de vivificarnos...
Nuestra morada no se altera ni se pierde. Nada ni nadie puede quitarnos lo más grande que nos posee. Dios nos posee: ya, ahora y siempre.

Alberto E. Justo


el asalto

El "asalto" de los enemigos (el mundo, el demonio, la carne) es hoy harto sutil, porque los peregrinos se hallan distraídos, no están advertidos, a raíz, en parte, de una información excesiva. Porque "saber de todo" es, al fin y al cabo, conocer muy poco en profundidad.
Por ello es imposible el camino espiritual sin una seria ascesis, sin una "lucha" que procure la defensa necesaria en el Señor. El recogimiento es propio de toda la persona, sobre todo de sus sentidos...
Pero es la imaginación la primera que debe ser auxiliada, con silencio y con paz.
Si amas la música, asciende por la más alta. El camino del cielo precisa de la belleza, porque quien no "juega" a hallarse en su destino, no arriba jamás.
Un santo abad afirmaba que cuando debía elegir el lugar adecuado a una fundación monástica optaba por el mejor paisaje... Y un Prior dominicano fue llevado al Cielo por haber edificado un bello claustro...
Quien quiera entender... que entienda...

Alberto E. Justo

sábado, 18 de octubre de 2014

nueva consideración acerca de lo inaudito

En efecto, nuestras jornadas nos deparan innumerables sorpresas. Sorpresas que no quisiéramos de ninguna manera y contradicciones que nos dejan perplejos. No aguardábamos tal o cual respuesta... Nos parece imposible éste o aquél fracaso... Pero ahí está no sé cuál adversidad que se apodera de nuestras horas y nos deja en un insospechado silencio.
Una vez más percibimos el Misterio que nos enseña que la vida no se agota en nuestras medidas ni en nuestras ilusiones. Otra vez el desengaño actúa como lanzamiento para una búsqueda nueva (aunque tenga la tonalidad de siempre) y un empujón que nos abre a la esperanza...
No es el camino así. Ni éste, ni aquél. Simplemente todo es mayor y no abarcamos nada o esas medidas que trazamos o imaginamos son muy pequeñas.
¿Andar con los ojos cerrados? No, no es eso desde luego. Pero sí andar "abandonados" y desprendidos de las promesas y premios del mundo, que nunca son lo que ilusionaba ayer...
Limpidez y transparencia en la Presencia de Dios. Sin fatiga seguir los senderos que nos llevan a lo alto, aunque parezca que no llegamos o que no nos sirven ya.
Todo sirve y es útil según la fidelidad y adhesión de ese corazón que no dejará de latir...

Alberto E. Justo


viernes, 17 de octubre de 2014

hora de paz

¿No será una "contradicción" hablar de paz en ...la guerra? ¿Se oponen o se excluyen sin remedio la lucha y la paz?
Tal vez el mayor secreto en estas cuestiones que nos afligen sea lograr un "desprendimiento", soltar -en suma- las amarras que, en la tempestad, nos atan a las piedras de una costa sacudida por vientos y tormentas... Quizá. Tal vez navegando no nos estrellemos en las peñas y en las sombras... ¿Quién puede decirlo? ¿Quién responder?
El "desapego" nos libra de toda sujeción sin sentido. "Desprendimiento" es "paz". Paz en Aquél que parece dormir en la nave, pero que está presente, que es Presencia, que es nuestra Vida... Meditemos esto... Seguramente podremos aprender más...

Alberto E. Justo


el silencio que ilumina

El Señor nos invita al silencio. Su Pasión fue un ejemplo de silencio, de vida que bulle, escondida y fecunda.
Sigue y no temas perder el bien incomparable que recibes. La vida contemplativa no comporta necesariamente la ausencia de problemas sino la adhesión honda y transformante, que es don de lo alto. Y esto está por encima de todo, de cualquier "alarma", de lo que la fantasía, asustada, vuelca en nuestras jornadas...

Alberto E. Justo


Lo inaudito

Se ha dicho, se nos invita -por medio de sabias voces- a aceptar lo inaceptable... Veamos, pues, de qué se trata...
El primer paso, que aquí nos interesa, es juzgar acerca de lo que ayuda o no en la vida contemplativa. Padece, el peregrino, innumerables pruebas y sufre grandes contradicciones porque aguardaba "otra cosa". Dios mismo calla (por decirlo de alguna manera) y un silencio angustioso responde a sus reclamos...
¡Claro! Sabemos (lo intentamos) soñar... Pero lo cierto es que ¡tantas veces! los "troncos y las piedras", de las que hablaba San Bernardo, no están. Por ello descendemos al corazón.
Pero más profundamente el altar de la Cruz nos habla de una altura y de una dimensión que no acabamos de descubrir en toda su gloria. El Señor fue "levantado" en la pasión más terrible de la historia humana. Fue víctima de la mayor de las injusticias y Su abandono es misterio que se abre en la Resurrección y en la Vida.
Cuando el peregrino viene por los caminos hacia los suyos y éstos no lo reciben y no lo reconocen y no lo comprenden... ¿se aleja de su vocación contemplativa o vive plenamente en ella? ¿Fue "aceptable" la cruz, según el criterio humano? ¿O lo inaudito abrió las puertas de la Vida, de la Única Vida?
Descubramos en silencio y soledad la presencia de la Resurrección en la misma Cruz, la Luz escondida en el secreto inviolable, en suma, la Luz en la noche... ¡Porque la Aurora está muy cerca, aunque los necios y los torpes claven y planten la Cruz!

Alberto E. Justo


jueves, 9 de octubre de 2014

Sigue, en el desierto sin confines...

Quizá no tengamos otra expresión... Quizá existan tantas que desconocemos... El "Desierto" está siempre ahí o aquí y siempre más allá. No es necesario hurgar abstracciones o revisar conceptos y otras cosas... El Desierto está y lo trazan nuestros pasos y el deseo ardiente de seguir adelante... Pero no lo podemos definir. Ni lo podemos buscar entre autores o poetas, en los cánticos que resuenan tan lejos o donde sea. Porque el Desierto es como el Silencio.
El Desierto no carece de bosques ni de montañas. Sus oasis no saben de confines: siempre desembocan en un horizonte mayor que se aleja y se acerca, invitándonos a seguir... ¿A seguir? ¿Hacia dónde? Seguimos huellas sublimes que no se doblegan ante ninguna determinación...
El Desierto de nuestra peregrinación está en todas partes o en ninguna de esas que podemos imaginar. El Desierto es profundidad, es esperanza y es libertad. 
¡No pretendamos encerrarlo en estructuras de ninguna especie!

Alberto E. Justo

miércoles, 8 de octubre de 2014

El misterio del lugar

¿Extrañas o te has "fijado" en un lugar que no olvidas y no quieres dejar? ¡Qué hermosos son esos "rincones", esos "caminos" o sendas, que se abren en paisajes o ciudades, cuya aparente lejanía no puedes aceptar!
Pero has olvidado una noticia que es fundamental y esencial. Eso que tanto aprecias y que ubicas a tu alrededor no está en realidad fuera de ti, en los caminos que recorres, sino que se halla en tu interior. Aquello que tanto quieres no es un conjunto de cosas o lugares, "aquello" está en ti. Ciertamente no te gustara ni llamara tu atención si no estuviera en tu interior... Llevas tu tesoro escondido y los paisajes nada dicen si no son los paisajes del alma... ¿Por qué te conmueven esas montañas y la infinitud del mar? Porque están, antes que nada, en ti, y reconoces sin darte cuenta lo que en realidad llevas en tu corazón.
El peregrino no viaja por esas sendas que cree descubrir. El viaje verdadero es interior. Es un misterio, pero la verdad es que lo mayor, lo más grande, está en ti.

Alberto E. Justo


martes, 7 de octubre de 2014

desde lo alto y hacia lo alto

Si mucho te detienes en contemplar los lados del camino o te desvías por esos andurriales... Si tus días quedan absorbidos por "preocupaciones" paralelas... Si pretendes quedarte en los "niveles" periféricos de un "psiquismo irredento"... Así poco lograrás y no llegarás a descubrir el campo y el tesoro en él escondido.
No son los cálculos o los "conceptos" los que te darán lo que buscas. Tu corazón se abre hacia otros derroteros que no sospechas y que serán siempre una dichosa sorpresa...
El espíritu viene de lo alto... No se trata de una deducción ni de una noticia "científica" garantizada por nada.
El espíritu es dado. Es el "fuego" que enciende la mecha de la lámpara. La lámpara de bronce es tu cuerpo, el aceite: tu alma. Pero sin el fuego que enciende la mecha quedas a merced de la sombra. Dicho así en el antiguo Egipto. Aún hoy lo repetimos para recordar, para volver al corazón, para descubrir que la vida viene de lo alto y a lo alto regresa a cada instante, cuando se abre al Misterio.
Vuelve a la trascendencia. La vida está allí, le vida es misterio y nada tiene de cálculo caprichoso. Torna a la Fuente... Y no temas.

Alberto E. Justo


sábado, 4 de octubre de 2014

¿Qué puedo hacer?

Esta pregunta se agolpa con tantas otras en las jornadas de nuestro andar de peregrinos... No es hora de responder esto o aquello, sino de atender, en el corazón, lo que allí habita desde siempre.
Ahora mismo surge lo que aguardábamos sin sospechar nada.
En suma: "¡Alégrate!"... Alégrate una y mil veces aunque nada veas a tu alrededor, aunque todo lo cubra el silencio, aunque el desorden de la hora presente acabe por asustarte...
A pesar de lo que fuere todo está, todo se da, la respiración profunda ni desfallece ni puede desfallecer.
¿Es necesario insistir tanto en que todo lo tienes o todo lo recibes? Es tiempo de verdad y de realidad profunda... Si no hay ruidos ni estrépitos, si nadie garantiza con sellos y documentos: NO IMPORTA. La vida late, el corazón late. Dios regala y ES Presencia.
No temas. Aunque te sientas en soledad, aunque te halles solitario en las sendas de este mundo o de cualquier otro. No, no temas. Nada especial tienes que hacer. Calla y reposa. Recibe con gozo. Allí nace la oración y la vida. Quien ora todo lo tiene. La oración abandonada y sincera, la más simple, es el decoro y respiro de tu vida.
¿Puedes imaginar alguna cosa o plantear una "situación" más profunda o más fecunda? Nada tan hondo como la vida en Dios o la vida de Dios... ¿Qué más decir? Aloja la oración en tu respiro: da todo a Dios cuando expiras y recibe a Dios solo cuando inspiras...

Alberto E. Justo

jueves, 2 de octubre de 2014

¡Eleva tus ojos, levanta la mirada!

Es grande la tentación de fijarse en los lados y tornarse curiosamente hacia los sonidos y colores que bordean el camino. Y es grande, también, la fuerza que a veces tienen esas figuras indeseables que atraen y pretenden nuestra atención...
El contemplativo ha de optar decididamente por el "azul del cielo", más allá de los reclamos y de las modas... Lo que es, "es", y lo que no es: "no es". Es hora de batir alas y volar, más allá, que es, siempre, "más aquí".
Poco importan los dolores, los dolores de cabeza y las molestias, cuando la "altura" nos redime y abre una perspectiva nueva. Es la hora y la hora de la paz aunque parezca que hay guerra... ¿Es "real" la guerra? En gran parte depende de nosotros si sabemos encontrar el silencio escondido tras rumores y otras cosas. Porque así como el cielo despejado está sobre las nubes, así el silencio y el secreto están presentes en el corazón, en el reino del espíritu, en la realidad profunda.
Es un ejercicio digno de llevarse a cabo. Vale la pena intentar. Es una respiración nueva..., y esta respiración es el ámbito adecuado de nuestra vida que, incesantemente, recibimos de Dios.
No se descorazone el peregrino...

Alberto E. Justo