Es grande la tentación de fijarse en los lados y tornarse curiosamente hacia los sonidos y colores que bordean el camino. Y es grande, también, la fuerza que a veces tienen esas figuras indeseables que atraen y pretenden nuestra atención...
El contemplativo ha de optar decididamente por el "azul del cielo", más allá de los reclamos y de las modas... Lo que es, "es", y lo que no es: "no es". Es hora de batir alas y volar, más allá, que es, siempre, "más aquí".
Poco importan los dolores, los dolores de cabeza y las molestias, cuando la "altura" nos redime y abre una perspectiva nueva. Es la hora y la hora de la paz aunque parezca que hay guerra... ¿Es "real" la guerra? En gran parte depende de nosotros si sabemos encontrar el silencio escondido tras rumores y otras cosas. Porque así como el cielo despejado está sobre las nubes, así el silencio y el secreto están presentes en el corazón, en el reino del espíritu, en la realidad profunda.
Es un ejercicio digno de llevarse a cabo. Vale la pena intentar. Es una respiración nueva..., y esta respiración es el ámbito adecuado de nuestra vida que, incesantemente, recibimos de Dios.
No se descorazone el peregrino...
Alberto E. Justo