Este deseo se manifiesta con harta frecuencia y no sabemos muy bien de qué se trata. El Señor llama, golpea delicadamente la puerta de nuestra morada, de nuestro corazón; y no acertamos a responder adecuadamente porque no nos atrevemos a verlo sin más, con suma simplicidad, presente ( y más que presente ) en nuestra vida.
La explicación de tantas inquietudes y sufrimientos está en este secreto que todo lo llena... No nos damos cuenta de la Realidad mayor, del regalo y de la misma presencia del Señor... No podemos describir, ni definir, ni tratar... Dios está aquí para cada uno y en cada uno, en modo inefable, en "modo sin modo", en una plenitud que supera cualquier figura o imagen o lo que se quiera.
Nada falta, nada falta. Porque todo es en Él y porque Él nunca falta y está presente en todo y siempre. No pretendo definir ni explicar, ni hacer más "claro". Basta dejarse alcanzar y unir en el corazón. Que esta música sublime, "que es de todas la primera", no se nuble por culpa y responsabilidad de una errónea atención nuestra a las falacias de esta mundo que pasa... Nuestra vocación y nuestra vida es la Eternidad, y ya la hemos recibido en sobreabundancia. Por eso repetimos el Nombre Santísimo: "Señor JesuCristo, ven Señor Jesús...
Alberto E. Justo