lunes, 14 de octubre de 2013

viniendo para aquí, más allá irás siempre

Paisaje infinito es el alma espiritual... ¡Lo más profundo, lo íntimo en verdad, no sabe de fronteras porque siempre se abre más. Peregrino es el hombre que descubre la "hondura". Siempre ha estado en el mismo lugar y sólo hoy acaba por darse cuenta, por intuir lo que hasta ayer no veía.
Ábrese el espíritu en los ojos de Dios, en su Corazón, en su Misterio. Porque sólo Aquél nos conoce, y hasta esta palabra parece corta e insuficiente...
No escapemos ni desesperemos jamás. "Todo" está "demasiado cerca".
Retoma el cayado y torna sin cesar a casa... Medita y ora sin cesar.

Alberto E. Justo


martes, 8 de octubre de 2013

volver incesantemente a la realidad profunda...

Es una constante conversión... ¡Son tantas las "cosas" que nos distraen, que pretenden arrebatarnos nuestro bien!
Sin embargo, en la misma medida en que adherimos a la verdad profunda, a nuestra vida interior, podemos liberarnos de lo que quiere apartarnos o alejarnos.
Parece que la "calamidad" es más fuerte, pero no, es mucho más débil... En suma depende de la perseverancia de nuestra adhesión...
Es claro que lo más hondo, lo más interior y viviente, no requiere diplomas, ni preparaciones, ni estructuras. Requiere la apertura del corazón a su paisaje infinito, al Ser y a la vida que recibimos incesantemente como don.
Estamos donde en verdad somos... Aunque los datos sean escasos, aunque todo parezca lejos. Hay un gran misterio: lo que se manifiesta lejano es lo más próximo y lo que está aparentemente aquí no más, es lo que permanentemente se va y acaba. Lo que hace ruido pierde su sonido (antes o después) lo que calla, el abismo del silencio, es noticia presente de Eternidad.

Alberto E. Justo

jueves, 3 de octubre de 2013

No temas

¡Inmenso regalo esta exhortación permanente del Señor! Abandono y confianza. Plegaria y Paz.

Alberto E. Justo

lo íntimo

El Señor nos ha dicho que atesoremos en el Cielo, donde la polilla no corroe y donde nadie puede arrebatarnos nada... Esto se entiende, en primer lugar, de los trabajos y de los méritos en orden a la vida eterna... Pero aquí nos vamos a permitir extender esta enseñanza, esta exhortación divina, a los bienes espirituales recibidos en nuestra vida y peregrinación cotidianas: guardemos en la hondura del alma, esto es: atendamos y apreciemos en la hondura del alma todos nuestros tesoros, como anticipo y cumplimiento del presente, del "ya"de la Eternidad.
Oración, meditación, estudio, experiencias y dones de lo alto han de guardarse, antes que nada, en el secreto íntimo del alma espiritual. En el mismo Espíritu que nos inhabita y donde nunca se perderán. No podemos imaginar el tesoro de lo "íntimo" que solamente Dios conoce, y que es una realidad inmensa... Se trata, desde luego, de ese "gozo" inefable de la Verdad, de Su presencia, y también del "dolor", del "padecimiento" que, tantas veces, no acertamos a comprender, pero que ilumina más alto y nos eleva en Dios mismo.
Quizá no podamos describir ni definir... Tampoco nos interesa. Cuando se abre la inmensidad, en el misterio del Ser, las descripciones están de más, pero es cierto y verdadero que hemos trascendido los límites... sobre "toda criatura levantados" como decía San Juan de la Cruz.
Hemos entrado en el "paisaje infinito."

Alberto E. Justo