lunes, 26 de octubre de 2015

Horas de incertidumbre...

En múltiples ocasiones nos hallamos perplejos acerca, tal vez, de lo más inmediato. Lo que no sabemos de hoy o de mañana, lo que no supimos muy bien de ayer, halla una profundidad nueva y única en la oración serena del peregrino. Es la respuesta y la "fuerza" de cada instante, es el vigor de nuestro respiro que se manifiesta en la plegaria, sobre todo escondida; es la acción de la Gracia divina, que olvidamos en nuestro andar.
Reza, pues, para dar cuerpo y realidad a todos los instantes...

Alberto E. Justo


La Imagen...

El arte, los paisajes y cuanto se quiera invocar, nos señalan un camino hacia nuestra "morada" que queda más allá.
Si hablo de un oratorio interior me refiero a un "lugar" que se "expresa" a través de una imagen determinada.
En el Centro descubro, analógicamente desde luego, un "espacio" singular que supera todo límite y es algo así como un paso hacia lo que realmente es inefable.
Pero lo inefable no es "ausencia". Es una presencia que supera formas y niveles y sobrepasa cualquier límite...
Busquemos esa "morada" única. Será siempre una sin par alegría descubrir esas "gradas" del Cielo por donde nos levanta el Amor de Dios.

Alberto E. Justo


sábado, 24 de octubre de 2015

Silencio y libertad

Desde nuestra habitación, en el mismo misterio de todos los días, el peregrino descubre un nuevo respiro de su libertad. Si abre los ojos interiores en el siempre renovado y renacido secreto: amanece sin límites más allá del temor... ¿Hay algo o alguien que pueda apartarnos del Amor de Dios?
En el corazón, bien "dentro", resuena esa suave y única melodía que tanto evoca a la aurora. Música que es silencio, silencio que es "música callada".
Aparece así la trascendencia en el corazón. No sabríamos diseñar frontera alguna... A veces no hay signo alguno. Pero todo lo hallamos en el Corazón de JesuCristo, en el Espíritu, en el Secreto del Padre, sin multiplicar palabras. 
Y si susurramos no sé qué cosa en nuestro respiro, quedamos hondamente -¿cómo decirlo?- como el leño abrasado en Aquél Único que dice "Yo Soy".

Alberto E. Justo


viernes, 23 de octubre de 2015

Vida que viene de lo Alto

Vida y morada. Cierra la puerta de tu habitación y ora en secreto... ¿Cuál es mi habitación? ¿Tiene límites o muros palpables? O, por lo menos, ¿dónde está, dónde la encuentro?
Y yo me digo y me atrevo a responder, también con otra pregunta, ¿"tienes" que buscarla o, tal vez, construirla? Y afirmo: es hora (ya) de recibirla, de acogerla, no "a medida" de mis fabricaciones o ilusiones, sino en plena realidad.
¡Realidad! ¿Qué queremos decir? Quizá sea ésta la ocasión mejor para aprender y dejarse levantar más allá de cualquier fantasía. Lo más cierto es, tantas veces, lo que menos se sospecha. Lo que está más alto que los sentidos porque es más que un objeto. 
Recógete en el Secreto del Padre que, de algún modo, eres tú... Vida que viene de lo alto... Y te posee.
Entonces deja que el respiro te alcance y te eleve. Es el Espíritu, Morada verdadera, vida verdadera para siempre... No busques lejos, la respuesta está en ti...

Alberto E. Justo


¿Una vida "doble"?

De ninguna manera... Sí, hallar, descubrir y levantarse al nivel más alto, aun sobrevolando el lodo que todo parece invadir.
Las Bienaventuranzas constituyen un himno a quienes YA llegan al Reino. En efecto, la vida es "ya".
Puede ser que el peregrino tope con máscaras y con figuras que se entrelazan, trazando barreras o demoliendo lo que se tenía por bueno y bello... Pero la "máscara" no deja de ser tal, o -mejor- de "no ser", sigue siendo manifestación falsa, en suma: una mentira.
La vida es una, y cuando el peregrino descubre su vocación a la soledad, toda ella, su vida, se transfigura en ese deseo que se hace real en el secreto del Padre del Cielo.
¡El secreto del Padre! El Misterio no está expuesto a la curiosidad ni a la impertinencia de nadie...

Alberto E. Justo


jueves, 22 de octubre de 2015

el Misterio de la vocación a la soledad

Hemos comprobado cómo la vocación a la soledad nace y se manifiesta en ámbitos que parecen no favorables... Tal vez este o aquel entorno puedan oscurecer o dificultar semejante inclinación que, desde luego, viene de lo Alto.
Sin embargo los senderos de nuestra peregrinación poseen tal riqueza y llegan a ser tan diversos que hoy (y ayer) resulta frecuente que vocaciones a la vida solitaria se hagan realidad en el bullicio de un mundo poco propicio.
Y esto no comporta abandonar el maravilloso secreto del desierto, ni dar por perdido un tesoro tan grande. Es oportuno subrayar que el "llamado" y la correspondiente respuesta requerirán, entonces, una peculiar audacia y una confianza grande, muy grande. Porque es posible y hasta conveniente perseverar en medios "adversos", ya que estos envuelven a su modo los caminos... y ayudan a "ir más allá".
La vida solitaria no es un método ni un juego, ni -tampoco- una "estructura" con "bandera propia". Tal vocación y llamado viene de Dios y halla una raíz irrenunciable en el corazón del hombre. Aquí juega un papel trascendente el "deseo", ese hondo deseo que es respuesta del corazón, del corazón del peregrino, que se hace uno en el Corazón de Dios.
Es en el silencio interior de los caminos cotidianos donde se abren misteriosas sendas que apresuran y acercan el Cielo... Nada ni nadie puede apartar de esta vía inefable.
No se detenga, el peregrino, en ningún "entorno". Todo lo posee en Aquél que Es su Morada y su Vida, en definitiva su Ser. Viva por encima, más alto, más alto, que no hay modo de decirlo...

Alberto E. Justo


viernes, 16 de octubre de 2015

A pesar de la aspereza del camino

Es posible que añadamos errores con nuestros pasos... Un tropezón aquí y otro más allá... Nuestra condición de pecadores vulnerables nos recuerda, a cada instante, a cada paso, la urgencia de renovar, sin temor, el abandono y la confianza en Dios.
En tantas ocasiones oiremos o percibiremos voces que suenan con tonos adversos y lejanas tormentas que agitan y despiertan temores que, en realidad, no comportan amenaza real alguna.
Lo cierto es que no prestaremos atención a quienes se endurecen manifestando un poder falso. Porque el hombre se juzga potente presionando aquí y allá, creyendo disponer de mucho cuando no puede nada.
En suma: deja y abandona "criterios" y "pensamientos" que llamaremos "postizos". Nada de todo ello, nada de lo que se dice ha de llegar a nuestra morada interior. Sólo la paz y el silencio que se experimentan en ese desierto "más que desierto", donde nadie puede penetrar porque no sabe muy bien dónde está...
La necedad es lo que queda muy lejos, y no podrá alcanzarnos jamás, a condición, claro, de no detenernos en ningún recodo del camino...
Más allá pues de lo que "dicen". El silencio redime y salva. Es seguro que no escucharemos lo que no queremos...

Alberto E. Justo

domingo, 11 de octubre de 2015

Si te animas...

Nada más oportuno que el buen ánimo y esa "fortaleza" que brota del corazón "empeñado". Es posible el desafío y estamos siempre invitados a no caer en descorazonamiento alguno...
El "desierto", tantas veces invocado, es -desde luego- mucho más que "desierto" y mucho más de cuanto podamos imaginar o representarnos. Hay algo, o mejor: hay "Alguien" que es y que está, cuya presencia es cada vez más intensa y más inmediata... 
No hemos de trazar fronteras, sino acoger, recibir y cerrar los ojos, abriéndolos hacia lo alto...
Que el buen ánimo, pues, levante nuestras horas y nuestros pasos. No es necesario definir ni dar explicaciones ociosas. Con sencillez volvamos sin cesar a casa, donde el Padre nos aguarda a cada instante.

Alberto E. Justo

jueves, 8 de octubre de 2015

el camino no se cierra

Queridos amigos, los tiempos quedan trascendidos cuando avanzamos con confianza por la única senda, la senda de Dios...
Aunque no podamos sospecharlo la luz nos alumbra y nos lleva, es decir: está en nuestro corazón en una medida siempre mayor.
En efecto, lo más inmanente es, también lo más trascendente, y el misterio, superándonos, nos abarca y nos transforma...
¡Claro! No sabemos cómo y esto no es necesario, no es necesario -en efecto- satisfacer curiosidades sino dejarnos transfigurar más allá y más aquí que cualquier ilusión...
Nos sumergimos en el secreto del Padre, en el secreto del Ser. La Verdad siempre resplandece, sin fronteras, en el Centro de nuestro corazón, de nuestro espíritu. Seguimos -pues- sin dudar y en confianza por los derroteros del Desierto. 

Alberto E. Justo