De ninguna manera... Sí, hallar, descubrir y levantarse al nivel más alto, aun sobrevolando el lodo que todo parece invadir.
Las Bienaventuranzas constituyen un himno a quienes YA llegan al Reino. En efecto, la vida es "ya".
Puede ser que el peregrino tope con máscaras y con figuras que se entrelazan, trazando barreras o demoliendo lo que se tenía por bueno y bello... Pero la "máscara" no deja de ser tal, o -mejor- de "no ser", sigue siendo manifestación falsa, en suma: una mentira.
La vida es una, y cuando el peregrino descubre su vocación a la soledad, toda ella, su vida, se transfigura en ese deseo que se hace real en el secreto del Padre del Cielo.
¡El secreto del Padre! El Misterio no está expuesto a la curiosidad ni a la impertinencia de nadie...
Alberto E. Justo