lunes, 28 de septiembre de 2009

Anímate, que todo llega

En efecto, no temas los "detenimientos" aparentes en cosas pequeñas y sin sentido. Si te detienes a mirar por ahí verás muchos desmoronamientos y sentirás cacofonías sin fin. Pero el ruido excesivo se destruye a sí mismo. La ansiedad extrema acaba con el andar... No puede pensarse la armonía entre esas feroces contradicciones que resuenan por esos lados y por esos otros parajes, lejanos y cercanos. La estupidez se come la cola y no hay paz entre quienes no la quieren...
Pero el fin llega. No es cuestión de dudarlo. También en tiempos de Noé los hombres comían, vendían y compraban...
No podemos imperar a la historia...

Frater Ignotus

silentium tibi laus

¿Esperar? ¿Qué? Se plantea, muchas veces, esta pregunta en nuestro corazón... Hemos, tal vez, olvidado ese FIN que nunca es lejano. No se trata de juzgar todas las cosas como simplemente perecederas, sino tener clara conciencia de la futura transformación de todas ellas... Jornada tras jornada nos hallamos prisioneros aparentemente de un tiempo que, con signos diferentes, vuelve y vuelve... Pero no es así en modo alguno. El día que esperamos ya llega y ya percibimos, de algún modo, sus destellos. El "día" se torna ALGUIEN, que es el Señor del tiempo y de la historia y el sentido de toda nuestra vida. "Yo Soy la Resurrección y la Vida". Volvamos a meditar incesantemente estas palabras de la Palabra en nuestro interior. No esperamos el resultado de planes ni el destino último de estructuras. No esperamos que pase esto o aquello... No, no es eso, es infinitamente más que todo. Lo cierto es que Aquello está mucho más cerca de cuanto podamos imaginar, como "cerca" está el Principio del tiempo y del espacio... ¿Hemos pensado, alguna vez, cuán próximos somos a nuestro origen? Pues también nos hallamos próximos a nuestro fin. Ya es la Presencia de Aquél en Quien somos, nos movemos y existimos.
Más hondo que los valles y las montañas, más inmenso que la inmensidad del mar, más alto que las estrellas y, no allí lejos, sino inmediatamente cerca... Hoy el silencio es nuestra recóndita alabanza... Silentium tibi laus.

Frater Albertus Henricus, in eremo...

viernes, 25 de septiembre de 2009

Sin método

Seguimos el camino que trazan nuestros pasos en ese desierto siempre nuevo, que es luz y es misterio. Y aprendemos, día a día, que el secreto más admirable para obrar bien, para "actuar", para enseñar y decir lo que sea, es ESCUCHAR. En efecto, la atención del corazón es la maestra que nos permite llegar adonde no sospechamos... No olvidemos la paradoja. Si quieres mucho, abandona y deja. ¿Se trata de no sé qué o cuáles "distancias"? No es eso. Ni distancia, ni no-distancia. Es trascender, "transire" -decía el Maestro Eckhart, porque "más allá" puede ser "más aquí". Recibe y así podrás dar. Recibe y acoge el Amor de Dios y con Él alcanzarás lo que no sospechas.

Frater Albertus

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Si le abres...

Vamos de camino, portando una ermita pequeña, que custodia el mayor de los secretos. Lo más pequeño puede llevar a lo más grande, porque nos adentramos en un misterio que abre siempre más nuestras perspectivas y supera cualquier deseo... La fidelidad a la oración pequeña... Una sola palabra, tal vez cargada de lágrimas, esas mismas que se derramaron en los pies del Señor... ¿Por qué no? Entrar y no quedar fuera, es lo mismo que abrir las puertas y regocijarnos por Su Presencia en casa, donde Él tiene sus delicias en estar en y con nosotros.
¡Oración pequeña, cargada de silencio! En medio del desierto, en medio de la vida, en medio de una peregrinación que no conoce confines... Una palabra puede er LA Palabra... Si el corazón está abierto ¿quedará el Señor afuera?
Vacía, pues, la casa. Y ábrela, ya que Él llama, está a la puerta y llama. Y nada ni nadie puede apartarte de Él.

Alberto E. Justo

domingo, 20 de septiembre de 2009

No desdeñes tu parte

No te detengas ahora. Simplemente acepta estos tus pasos hoy. No será mañana... Fue ayer. Recupera enteramente la paz porque ya llevas un tesoro muy grande. En cierto modo el tesoro eres tú. En cierto modo es así. Es cierto que el viaje no termina esta vez, ni apuro hay para que acabe. Porque cada día, cada instante, es un nacimiento inefable, una aurora, un resurgir en la misma fuente. Y esto en medio de lo que sea y con lo que sea.
Si vas de camino, abiertos los ojos al cielo, no interrumpas este andar en razón de nada. Todo contribuye, nada se opone. Es claro que serás atento a tu libertad.
Todo tu obrar brote de tu corazón elevado, pero no juzgues mal. "Elevado" no quiere decir alto, ni indica comparación alguna. Elige ese ámbito pequeño donde le lleva el Señor y desde allí se descubrirá todo el horizonte.

Alberto E. Justo

viernes, 18 de septiembre de 2009

Mi deseo es "ir" más rápido

¿Adónde? ¿Tan "rápido"? Suponemos que es cuestión de añadir... Una cosa sobre otra. Ganar más, hacer más, lograr más... Necesitamos esas "manifestaciones", siempre exteriores a nosotros, que nos den, que nos proporcionen una certeza que nuestro corazón no alcanza y se fatiga por conquistar...
Digamos lo siguiente: No aspires a ninguna calificación, ni a ninguna definición. Tampoco te esfuerces por adquirir ahora la categoría que sea. SIMPLEMENTE VIVE. El secreto está allí: en arrojarse y vivir. Vive sin la definición. ¿Quieres orar? Pues, ORA. Te preguntarás cómo oras y te responderás que no lo sabes. Si te hallas en el desierto ¿qué importa definirlo o delimitarlo? Aprovecha en profundidad el desierto: vívelo en tu corazón. ¿Cómo llegas a la celda o a la ermita interior? Estando en ellas: entra y vive tu misterio, que es el Misterio que te cubre... ¿Quieres ser poeta? Canta sin aguardar los ecos. Porque si cantas pensando en ellos jamás abrirás la boca. ¿Y si sufres? ¿Cómo se sufre? Pues deja que Dios te levante y te oculte. Y participa, viviendo en "abandono", el gran secreto de la salvación y de la elevación.
Vive hondo en tu interior. Es decir, simplemente, vive. Así descubrirás la Presencia que es tu vida... Nos dice el Señor: "Yo soy el Camino, y la Verdad, y la Vida." "Yo SOY la Resurrección y la Vida."

Alberto E. Justo

jueves, 17 de septiembre de 2009

la respuesta del Desierto

¡La ausencia descubre una presencia siempre nueva! No puedes encerrar a Dios en conceptos, definiciones, ni imágenes... Todo ello ha de dejar tu alma libre para recibir, para acoger a Quien ha llegado. ¡Inefable Presencia! Deja, ahora, todo discurso y simplemente abre tu corazón. Nada dicen esas palabras, tal vez muy superfluas, que ensayamos para "determinar" y encerrar también. Deja y abre. La Aurora no está demorada.

Alberto E. Justo

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Cuando el Desierto no responde

Es muy posible, queridos amigos, que intentando muchas maneras de comunicación no se reciban las respuestas que aguardábamos. Este "silencio" es muy grande y es, también, muy elocuente. Sobre todo cuando arriesgamos "algo" de nosotros mismos, porque toda "comunicación" que brota del corazón comporta un cierto riesgo. Pues bien, esto puede llegar a ser mucho más frecuente de lo esperado... Pero el "silencio", éste de la ausencia y del olvido o de la indiferencia, es una lección admirable. Es algo así como una "palabra" de Dios que nos invita a un "desprendimiento" cada vez mayor para dejarle a Él todo el lugar que otras cosas usurpan. Desasimiento que lleva a reconocer que la abundancia de intermediarios perjudica la vida espiritual. Ir a Dios sin temor y directamente. Muchos quedan atados por duras cadenas, no sólo a sus propias y estúpidas ambiciones, sino a "misiones" imaginarias que poco tienen que ver con la vida que reciben de Dios. "Desprenderse" es lo mismo que "liberarse", que respirar un aire nuevo que se desata allí donde no sabemos ni podemos sospechar. "Deja tu cuidado entre las azucenas olvidado", nos dice San Juan de la Cruz. Deja y no retengas soñanado con no sé cuáles respuestas que, después de todo, no causan alegría. Es hora de sumergirse más en el Misterio y confiar, sin temor. Confiar, a pesar de todo. E invocar al Corazón de Jesús y al de su Madre Santísima, nuestra Madre, dejándonos "cubrir" por Ellos en el secreto paraje de nuestra alma. Coraje siempre y ¡adelante!

Alberto E. Justo

lunes, 14 de septiembre de 2009

peregrinos del cielo

¡Qué grande es el horizonte en el alma! Las pruebas, esas "fuentes" con las que tropezamos y nos dan un buen baño a cada trecho, tienen el sabor de la bendición... El sabor de una novedad muy rica y profunda, que nunca debe atemorizar. Somos peregrinos de los cielos. Podrán apresar nuestro cuerpo, pero nunca nuestra alma. Así resuena este soplo de libertad que se genera en el corazón y empuja a descubrir y a seguir siempre más allá.
Confianza en Aquél que nos conforta. Una y otra vez: INSISTIR. El hombre vuelve y vuelve, elevándose más, cada vez. Como las oraciones breves, como las aspiraciones en nuestro interior, vuelven y tornan y raptan y levantan, porque el Espíritu Santo es ahora Fuego que desciende de lo alto y enciende y se lleva consigo a quien reposa en el altar de su corazón.
Que nuestra oración, en esta fiesta e la Exaltación de la Santa Cruz, se eleve con la misma plegaria del Señor, entregando todo al Padre en el Espíritu de Amor.

Alberto E. Justo

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Misterio y Cruz

Cabe una pequeña reflexión... Muchos son los que persiguen un mayor tesoro o, simplemente, el camino adecuado, en peregrinaciones y en determinados lugares. Otros siguen largos aprendizajes, o cursos especializados, en procura de la idoneidad necesaria en cualquier camino espiritual. ¿Lugares, tiempos...? Sin duda todo es interesante y recomendable, según la vocación de cada uno... Yo deseo subrayar aquí un lugar y un tiempo, un particular "santuario" que dispone y enseña y abre a una experiencia única... Me refiero al "sufrimiento". Y, claro está, no al "sufrimiento" así no más en "abstracto". Trato de señalar a éste o a aquél. A éste o a aquél padecer en el misterio y tantas veces en el silencio, escondido a cualquier medida, peso o valoración humana. Es la dimensión insospechada: el valor de esos pasos dolorosos que abren una perspectiva y nos introducen en un ámbito que no sospechábamos ayer. Es el Camino del Señor que transforma y transfigura. Es Su Camino, es Su Noche. ¿Podemos velar con Él, al menos, una hora? Es esta una vocación y un sentido. Un sentido bien profundo. Es algo que da una profundidad inigualable a la vida. Una escala que lleva muy alto... Pero que no hemos de buscar a propósito y por sí misma. Sólo cabe recibirla y ascender humildemente y en silencio por sus peldaños, porque su mayor riqueza es que sólo la conoce Dios. Nunca haya desesperación ni se caiga en el engaño de ninguna ilusión... Aquí se trata de seguir, en silencio, al Señor. Aquí se trata, también -¡cómo no!- de mucho más. Estar en Él; ser, por gracia, lo que Él es...
Déjate introducir en ese misterio de la vida divina que se dona y que nace en tu corazón...

Alberto E. Justo

martes, 8 de septiembre de 2009

Silencio y Espíritu

El descubrimiento del silencio, más allá de todo lo exterior, comporta una lucha y la adquisición de un hábito. Los fantasmas que se desencadenan a nuestros pasos pretenden declarar imposible la superación de las circunstancias, fáciles o difíciles, para nuestro fin. Ahora bien, la convicción de la dimensión sin medida de lo escondido, la certeza de lo que es, es decir del "contenido" profundo, de la profundidad de todas las cosas, del "sentido" que poseen y de que lo no-manifestado es siempre mayor, es ya una ayuda importante para abrir un paso "a través" y aproximarnos al misterio y a la trascendencia. Memoria de lo secreto. Certeza de la Presencia. Aceptación de que lo mayor prefiera celarse... Gusto y alegría en trabajar en la aventura de descubrir... Todo ello es una invitación para dar con lo no sospechado, para alcanzar lo que nos supera: "que ni ojo vio, ni oído oyó..." La atención a esta dimensión que poco a poco se abre y se proyecta en nuestra peregrinación nos coloca en un camino siempre más alto y más empinado.
La plegaria es , en esta aventura maravillosa, la respiración nuestra. La oración nos revela la Presencia y cuál es el mejor camino, el más corto, para esa unión inefable que no podremos expresar jamás.
En Él, con Él... El Espíritu ora en nosotros, y nos regala su respiro. Participando de Él, viviendo de Él, entraremos en el silencio inefable que supera toda imaginación y todo deseo.

Alberto E. Justo

domingo, 6 de septiembre de 2009

Apertura escondida

A pesar de cualquier distancia, el espíritu salta por encima de de todo límite y nos lleva adonde nuestro corazón prefiere. Redescubrir el desierto y la oración profunda comporta trascender, a cada paso, las fronteras que se levantan y que parece que obligan a no volar... Volviendo al corazón descubrimos esa "apertura" escondida que no se deja conquistar al primer intento. El cielo está abierto y no lo advertimos... Es hora de descender al corazón para conquistar esas alturas insospechadas que tanto ansía el alma... Es la ocasión, como siempre aquí y ahora

Alberto E. Justo

jueves, 3 de septiembre de 2009

Padre Nuestro...

Asómbrate... El Señor llega. Permanece en silencio y en paz. ¿Por qué temer? No es tan grande el "poder" en este mundo que siempre tenga que despertar "temores" y producir "sustos". Nada de eso. La sencillez del niño, la vocación del más pequeño, es la mejor invitación a la grandeza y a la gloria. ¿No queremos entenderlo? ¿No acabamos de aceptarlo? Y sin embargo el tesoro está allí. El pequeño, este pequeño, siempre tiene Padre. Ven al Padre, déjate levantar en sus brazos, en su amor infinito. ¿Dónde hallar la comprensión y el afecto que siempre se echan de menos? No perdamos tiempo y entusiasmo con mediaciones o problematizaciones. El camino que se nos señala es directo. Directo y simple. Redescubramos esa dichosa intimidad que se nos regala y demos siempre el testimonio de la alegría que brota del corazón sin ficciones.

Alberto E. Justo

Vendremos y haremos en él morada

En el "fondo" nada hay violento... Descender a lo hondo del corazón es el camino de la paz... Todo es ahora. El Señor no nos llama "para mañana", nos llama para hoy: ¡YA! Así es. La aspiración del alma consiste en "dejarse aspirar". La ternura de Dios no conoce interrupciones. A cada instante. Esta es la ocasión propicia. Y si percibimos silencio y vacío; si parece que nos envuelve la soledad, no dudemos en absoluto, no nos detengamos en nuestro abandono y en nuestra confianza. El silencio nos enseña a pasar más allá o a descubrir esa intimidad siempre nueva, que es la del "fondo del alma", "lugar" de sólo Dios. El Padre no deja de llamarnos... Y nos llama viniendo. No se trata de una "voz" lejana, allá, como un eco en las montañas. Es Él mismo aquí y ahora, de un modo, desde luego, inefable. Y no diremos más.

Alberto E. Justo

miércoles, 2 de septiembre de 2009

En un solo instante

Nada más inmediato y posible que la adhesión profunda del corazón. En un solo instante puedes salir de los estrechos límites que te ahogan para hallarte bajo el cielo abierto y azul, más arriba y en el destino más insospechado. Quiérelo con toda el alma, acepta la invitación y la vocación de Dios, acogiendo su gracia y, ante todo, disponiéndote para recibirlo a Él mismo... Es un instante, es el instante, ese presente único, que se te brinda y que acogerás con entera confianza. Quien confía es, al mismo tiempo, generoso. No hay generosidad sin confianza. Y quien se arroja de esta manera cae siempre en el Corazón de Dios. Muchos se detienen y por eso no llegan jamás. Se detienen en esas "burocracias" que multiplica la "inseguridad" humana, del brazo de escrúpulos que el enemigo favorece para cortar y romper. Es ese que siempre dice que "no". Dios, en cambio, te invita y Él mismo te levanta y te lleva. No temas el desierto. Deja consideraciones y dependencias sin sentido. Tu corazón ha de latir en libertad para Dios. Aquí y ahora.

Alberto E. Justo