Es muy posible, queridos amigos, que intentando muchas maneras de comunicación no se reciban las respuestas que aguardábamos. Este "silencio" es muy grande y es, también, muy elocuente. Sobre todo cuando arriesgamos "algo" de nosotros mismos, porque toda "comunicación" que brota del corazón comporta un cierto riesgo. Pues bien, esto puede llegar a ser mucho más frecuente de lo esperado... Pero el "silencio", éste de la ausencia y del olvido o de la indiferencia, es una lección admirable. Es algo así como una "palabra" de Dios que nos invita a un "desprendimiento" cada vez mayor para dejarle a Él todo el lugar que otras cosas usurpan. Desasimiento que lleva a reconocer que la abundancia de intermediarios perjudica la vida espiritual. Ir a Dios sin temor y directamente. Muchos quedan atados por duras cadenas, no sólo a sus propias y estúpidas ambiciones, sino a "misiones" imaginarias que poco tienen que ver con la vida que reciben de Dios. "Desprenderse" es lo mismo que "liberarse", que respirar un aire nuevo que se desata allí donde no sabemos ni podemos sospechar. "Deja tu cuidado entre las azucenas olvidado", nos dice San Juan de la Cruz. Deja y no retengas soñanado con no sé cuáles respuestas que, después de todo, no causan alegría. Es hora de sumergirse más en el Misterio y confiar, sin temor. Confiar, a pesar de todo. E invocar al Corazón de Jesús y al de su Madre Santísima, nuestra Madre, dejándonos "cubrir" por Ellos en el secreto paraje de nuestra alma. Coraje siempre y ¡adelante!
Alberto E. Justo