domingo, 18 de mayo de 2014

de camino, sin detenernos...

Es posible que la fatiga del peregrino sea muy grande. Más posible todavía es que no se sienta comprendido o aceptado, o no halle paz en sus tiempos y en tantos lugares... Sin embargo Dios llama y la voz interior no calla. Entendámonos bien: Dios no llama a este lugar en especial (cualquiera sea), llama a "seguir". El Señor nos llama a seguirlo, a Él. Porque tal cosa comporta nuestra vida y las variaciones pueden ser infinitas.
No nos extrañemos de las escasas coincidencias entre las cosas que suponíamos necesariamente juntas o de acuerdo con no sé cuáles principios. El Señor nos convoca por vías insospechadas y despierta sentidos escondidos en nuestro corazón.
No es el hombre juguete caprichoso de nadie. Ni siquiera de quienes se tienen por poseedores de cetros y de reglamentos favorables aún en los campos "religiosos"...
La "voz" de Dios necesita de silencio y de respeto para ser percibida; y nunca de atropellos del color que sean.
Es preciso, pues, continuar a pesar de todo, por un camino siempre inédito, de algún modo siempre nuevo, que se labra con nuestros pasos, en confianza y en paz.

Alberto E. Justo

miércoles, 14 de mayo de 2014

¿Nombrar o calificar lo que no tiene nombre?

Muchas cosas son dichas porque no hay más remedio que adoptar las palabras que tenemos a disposición. Pero hay realidades que superan cualquier determinación y no es fácil expresar, así no más, el camino que cada peregrino sigue. Es muy probable que ni siquiera él mismo acertara a "verse" en su senda.
Ser "monje en el mundo" comporta trascender ámbitos para llegar a un silencio mayor en Dios. Es este el sentido en que lo planteamos aquí, más allá de "modos" o maneras. Con una analogía diríamos, con San Bernardo, que el "modo" de amar a Dios es "amarlo sin modo". El "modo" de esta soledad, de esta "vocación", es carecer de modo.
Se trata de un misterio que sólo aprovecha a quien se deja "elevar" más allá de ilusiones y fronteras. Es posible a todo viandante "enamorarse" hasta tal punto y entrar en el secreto del corazón donde Dios ha construido su templo y su ermita. ¡Y vivir en verdad allí!

Alberto E. Justo


"como monjes en el mundo..."

"Tú serás monje en el mundo..." Son palabras del starets... Podemos recibirlas de mil maneras... Es una vocación y, ante todo, un secreto.
El secreto es algo así como el esplendor de una condición que está en el Corazón de Cristo. El que se pretende "renunciante" ha de aprender a renunciar... a la "renuncia"... Quien se "abandona" en verdad ha de abandonar el "abandono"...
La "soledad" carece de condicionamientos y de determinaciones. Está simplemente más allá. El signo deja de percibirse en la posesión plena de lo significado... En suma, busquemos más hondo y más allá. No hemos de detenernos en ninguna frontera.

Alberto E. Justo

jueves, 8 de mayo de 2014

el camino es siempre mayor

Ya no hay detenimientos en modos ni maneras. El desierto nos habla de ausencia pero también de plenitud. Frente a un icono hemos de ir más allá de su figura, pasando a través de ella o superándola en el corazón. Lo mismo ocurre con el desierto, con el cielo, con el mar, con los ojos, con la hondura de una mirada... Porque hay siempre "algo más" podemos pasar y alcanzar esa hondura, ese "fondo", que no tiene confines.
Hay una Presencia que está en todas partes: en lo grande, en lo pequeño. Lo hemos olvidado, privilegiando lugares o momentos, elevando algunos y despreciando otros.
Si el Verbo nace en el alma ¿qué más? ¿Qué estoy buscando tan lejos?
Alégrese el espíritu y goce del don inefable. El camino es mayor porque es recto y directo, sin curvas ni cuestiones.

Alberto E. Justo


miércoles, 7 de mayo de 2014

el desierto está en nosotros

De todos modos el desierto está en nosotros y podemos reconocerlo o discernirlo en los lugares o acontecimientos de nuestra peregrinación...
Es una condición (en relación desde luego con la soledad de la persona) y también una conciencia. El hombre se descubre según se sumerge en la realidad que lo levanta, o -mejor- se deja elevar a la participación de la trascendencia, a su condición "celeste", adonde Dios lo llama y lo rapta.
El desierto significa: "siempre más allá." Y la paradoja de su quietud consiste precisamente en esa escala, que lo introduce en su intimidad inaudita e inefable... Lo que parece tan lejos está demasiado cerca...
Aún podemos vencer las apariencias y "nacer de lo Alto", en Espíritu y en Verdad.

Alberto E. Justo


De camino... por el desierto

Por el desierto..., pero ¿de qué desierto hablamos? ¿Qué es el desierto?
Nada y, de alguna manera, todo. No se trata de un paseo placentero por esos caminos, ni por otros... No se trata de un "lugar" que nos proteja y nos ampare de las sendas y cosas del mundo... Es otro cosa, que nunca acertaremos a definir, que sólo la alegoría y el símbolo pueden señalar...
El "desierto", el mismo de los Padres, es para nosotros hoy una "tierra" inédita e insospechada. Los rumores y los aullidos, nunca aceptados, evocan las grandes tormentas de arena o los "sacudones" de una "ausencia" poblada de ventoleras... Hay figuras y hay asfaltos. Y no dejan de aparecer ruidosas máquinas que recuerdan oscuras montañas escondidas en las nieblas y en las nubes. El desierto es ocasión y acontecimiento... Pero es ocasión de Dios. Porque el desierto nos enseña esa "otra cara", nos enseña a soltar y a desprendernos, el desierto -de alguna manera- es separación y lejanía, lo contrario de lo que vemos u oímos o tocamos.
El ruido llama al silencio... Esto es un misterio muy grande y hemos de enfrentarlo con audacia y serenidad. Por eso nos atrevemos a decir que la ausencia comporta presencia...

Alberto E. Justo



lunes, 5 de mayo de 2014

lucha y soledad

El peregrino sigue su empeño y halla la fuerte muralla que parece obstruir o dificultar su camino... Es "normal" tropezar en los caminos de este mundo, sobre todo cuando la estima por lo excelente o lo sublime se diluye...
El peregrino sabe, desde el inicio, que él es un solitario. Este hecho, en efecto, le muestra su responsabilidad y su realidad: no hay comprensión, ni defensa, ni apoyos fáciles... Su vida deberá labrarse en un silencio más profundo, en dimensiones diferentes, trascendiendo las envolturas falaces de las horas de decadencia.
La senda verdadera está "más arriba" o "más abajo", pero de ninguna manera en el nivel usual que se impone como ´"obligatorio" a los viandantes.
¡Amigo! No te encuentras donde crees estar ahora. No me atrevo a decirte que tu lugar es hoy éste o aquél. Simplemente te aseguro que tus pasos se elevan, que han de levantarse, mucho más alto y arriba de lo que puedes soñar.
La lucha será siempre con los que no quieren "volar" ni "soñar". Miran para aquí y para allá, pero es nada lo que ven y de ti nada saben. 
Afírmate, con coraje y no temas perder nada. Muchas veces callamos por miedo o por vergüenza. Nada perderás. Te encuentras en realidad muy lejos, en otros caminos y sendas, más allá de las montañas y de sus cumbres (que son demasiado bajas). Confía y sigue...

Alberto E. Justo

domingo, 4 de mayo de 2014

Silencio y pureza, Soledad y libertad...

Lo que buscas ya está en ti... ¿Por qué revolver esos mundos para dar con un tesoro que ya tenemos? Esta convicción es necesaria para la meditación fecunda. No es cosa de "añadir" sino de quitar, de liberar...
El silencio nos habla del camino a fin de callar los pensamientos y los rumores que nos distraen. La pureza es la liberadora a cada instante, pues nos devuelve a la Mirada de Dios, a la transparencia, al sosiego, a la paz. Basta dejarse alcanzar y elevar por la gracia y por esa Presencia inefable que lo es todo y que es arribo de Dios...("Él está a la puerta -siempre- y llama").
No dependemos de ocurrencias ni de intermediarios de ningún tipo. Es nuestro propósito "recordar" la "contemplación sin medios". Ir directamente a Dios, solos y libres en Él...

Alberto E. Justo


sábado, 3 de mayo de 2014

¿Soledad? Es al Solo a Quien quiero...

Va el peregrino de camino... ¿Hay "algo" que lo lleve, que lo acompañe? Quizá teme, tal vez trae un tremendo equipaje de normas, de condiciones, de encargos, de "cosas" de todo tipo. Se pregunta "quién es" y no responde porque el peso de tantas determinaciones detiene su vuelo. ¡Vuelo del alma!
Pero sigue de camino... No acabará nunca. El Ser no tiene confines... Y no se resuelve a cerrar los ojos y mirar "directamente" más adentro, y caer -sin decir nada- en la profundidad que no sabe de nada.
Pero en su verdadera soledad no está solo. El silencio de su desasimiento lo separa de toda limitación forzosa y lo eleva en Aquél que es su Vida. ¡Quiéralo y no dude! La Belleza misma es ahora su Morada...

Alberto E. Justo



La vocación a la soledad...

O beata solitudo, o sola beatitudo... No está mal repetir lo que ya sabemos, lo que ya hemos meditado. Más todavía cuando se presenta a nuestra consideración la honda senda de una vocación jamás desmentida.
¿Soledad? Es muy difícil precisar todo lo que encierra esta palabra... Nos basta, por ahora, subrayar una nota que es esencial: la realidad que no miente. En efecto, puedo descubrir mi vocación a la soledad, pero puedo -también- adquirir la conciencia de una realidad, de la realidad..., porque, en efecto, "soy solo". Solo aunque cuando estoy solo o cuando me doy cuenta de ello, soy el menos solo... ¿Paradojas? Sin duda. Lo decimos aquí con la vieja frase: "solo a solas con el Solo."
Esta vez, en suma, (porque hemos de volver muchas veces acerca de ello), señalamos lo que dice un estudioso contemporáneo en referencia a la soledad del sabio taoista: "No es la soledad física. Es la soledad del que se siente incomprendido, o mejor diríamos fuera de lugar, (...) No hay mayor soledad ni más angustiada que la del que no está solo..." (I.Preciado "Las enseñanzas de Lao zi". Barcelona 1998. Pp 76-77).
Es esta una senda que no puede ignorarse ni soslayarse, y entra en la perspectiva ciertamente fecunda. ¿La "soledad" del Huerto? Es un ámbito de meditación y de descubrimiento. Volveremos acerca de ello.

Alberto E. Justo

viernes, 2 de mayo de 2014

Lo que buscas tan lejos está demasiado cerca...

¡Demasiado cerca quiere decir: en tí! El silencio del desierto, de ese desierto interior, que no abandonamos, abre el paso una y otra vez. No nos parece que sea así, pero la realidad es tal y aunque no haya ninguna "noticia" de los sentidos, aunque nos mortifiquen los cercanos o los lejanos, el misterio se abre inmenso sin definiciones ni límites.
En el silencio que supera el ruido, o la dificultad que fuere, encontramos lo que tanto deseamos sin atrevernos a adivinar...
¿Es necesario "hacer" algo? Es urgente abandonar y dejar todo lo que no cuenta, es hora de no dejarse detener ni encerrar por las "cuestiúnculas" vanas y ascender por la escala más empinada: la que no atiende los gritos o las luces falsas que sólo son ocaso y muerte.
No hay "reglas" para esto. La vida no precisa de introducciones ni de declaraciones de ninguna especie. La vida es vida y la recibimos a cada instante.
En silencio, pues, en lo íntimo, en lo secreto. Que no importa que nadie lo sepa y menos que lo aplauda. En silencio y soledad, en paz fecunda, sin temor...
Dejémonos transformar en ese "Yo Soy" que resuena en nuestro corazón profundo...

Alberto E. Justo