Muchas cosas son dichas porque no hay más remedio que adoptar las palabras que tenemos a disposición. Pero hay realidades que superan cualquier determinación y no es fácil expresar, así no más, el camino que cada peregrino sigue. Es muy probable que ni siquiera él mismo acertara a "verse" en su senda.
Ser "monje en el mundo" comporta trascender ámbitos para llegar a un silencio mayor en Dios. Es este el sentido en que lo planteamos aquí, más allá de "modos" o maneras. Con una analogía diríamos, con San Bernardo, que el "modo" de amar a Dios es "amarlo sin modo". El "modo" de esta soledad, de esta "vocación", es carecer de modo.
Se trata de un misterio que sólo aprovecha a quien se deja "elevar" más allá de ilusiones y fronteras. Es posible a todo viandante "enamorarse" hasta tal punto y entrar en el secreto del corazón donde Dios ha construido su templo y su ermita. ¡Y vivir en verdad allí!
Alberto E. Justo