Va el peregrino de camino... ¿Hay "algo" que lo lleve, que lo acompañe? Quizá teme, tal vez trae un tremendo equipaje de normas, de condiciones, de encargos, de "cosas" de todo tipo. Se pregunta "quién es" y no responde porque el peso de tantas determinaciones detiene su vuelo. ¡Vuelo del alma!
Pero sigue de camino... No acabará nunca. El Ser no tiene confines... Y no se resuelve a cerrar los ojos y mirar "directamente" más adentro, y caer -sin decir nada- en la profundidad que no sabe de nada.
Pero en su verdadera soledad no está solo. El silencio de su desasimiento lo separa de toda limitación forzosa y lo eleva en Aquél que es su Vida. ¡Quiéralo y no dude! La Belleza misma es ahora su Morada...
Alberto E. Justo