Nada más oportuno que el buen ánimo y esa "fortaleza" que brota del corazón "empeñado". Es posible el desafío y estamos siempre invitados a no caer en descorazonamiento alguno...
El "desierto", tantas veces invocado, es -desde luego- mucho más que "desierto" y mucho más de cuanto podamos imaginar o representarnos. Hay algo, o mejor: hay "Alguien" que es y que está, cuya presencia es cada vez más intensa y más inmediata...
No hemos de trazar fronteras, sino acoger, recibir y cerrar los ojos, abriéndolos hacia lo alto...
Que el buen ánimo, pues, levante nuestras horas y nuestros pasos. No es necesario definir ni dar explicaciones ociosas. Con sencillez volvamos sin cesar a casa, donde el Padre nos aguarda a cada instante.
Alberto E. Justo