En efecto, nuestras jornadas nos deparan innumerables sorpresas. Sorpresas que no quisiéramos de ninguna manera y contradicciones que nos dejan perplejos. No aguardábamos tal o cual respuesta... Nos parece imposible éste o aquél fracaso... Pero ahí está no sé cuál adversidad que se apodera de nuestras horas y nos deja en un insospechado silencio.
Una vez más percibimos el Misterio que nos enseña que la vida no se agota en nuestras medidas ni en nuestras ilusiones. Otra vez el desengaño actúa como lanzamiento para una búsqueda nueva (aunque tenga la tonalidad de siempre) y un empujón que nos abre a la esperanza...
No es el camino así. Ni éste, ni aquél. Simplemente todo es mayor y no abarcamos nada o esas medidas que trazamos o imaginamos son muy pequeñas.
¿Andar con los ojos cerrados? No, no es eso desde luego. Pero sí andar "abandonados" y desprendidos de las promesas y premios del mundo, que nunca son lo que ilusionaba ayer...
Limpidez y transparencia en la Presencia de Dios. Sin fatiga seguir los senderos que nos llevan a lo alto, aunque parezca que no llegamos o que no nos sirven ya.
Todo sirve y es útil según la fidelidad y adhesión de ese corazón que no dejará de latir...
Alberto E. Justo