Percibimos la pregunta de Dios: -Adán ¿dónde estás, dónde te has escondido? Y, lo sabemos, nuestras respuestas pueden ser múltiples y hasta reiteradas...
Pues bien, en vez de plantearnos, con temor, un "escondite" en este mundo o en cualquier otro, nos atrevemos, invitados por Aquél que nunca miente y nunca desengaña, a dejarnos levantar a dimensiones más altas...
¿Dónde estás? La oración secreta nos eleva y arrebata SIN RUIDO. Esto es fundamental: quisiéramos sentir un fuerte empujón o viaje que nos lleve a un lugar mejor, a un lugar de los que, con justicia, llamamos "habitable". Pero no nos levanta Dios con sonoridad alguna, nos recibe "simplemente" en silencio y oración.
El "lugar" (que es más allá de cualquier lugar) está más alto y no tiene apariencias engañosas. Sólo la oración y la meditación asiduas lo van descubriendo en quietud inigualable, a pesar de asaltos y molestias exteriores.
Ese "lugar" existe. La dimensión del desierto no es una quimera. Es el camino al Cielo a cada instante. Y si "otros" conspiran, hasta nosotros mismos víctimas de tentaciones y de ilusiones lo hacemos, basta ese instante de luz y de adhesión para volver a la realidad profunda.
Fíjate dónde quieres habitar. Nadie te quitará tu morada verdadera que ya está en los Cielos (conversatio nostra in coelis est) escondida con Cristo en Dios.
Alberto E. Justo