Nuestros caminos siguen particulares derroteros, con frecuencia fuera de lo previsto o proyectado. Más allá de los espacios "pensados" hay lugares y zonas que superan nuestra imaginación.
No está todo escrito en los manuales al uso. El peregrino deberá estar avisado y dispuesto para esos discernimientos de conciencia verdaderamente insoslayables.
Pues bien, esos espacios o acontecimientos tejen un Desierto singular. La vida del "desierto interior" no está trazada en ningún plan... Seguir por el Desierto requiere valor y audacia, porque más de una vez, el peregrino, el solitario, deberá avanzar sin brújula y sin guía, con confianza y abandono, según su conciencia, en gracia de Dios...
Alberto E. Justo