Siempre de camino, descubriendo el secreto del corazón, del Fondo del Alma, maravilloso misterio del cual nada podemos decir y todo podemos gozar...
Es un regalo penetrar algo de todo ello, pues nos damos cuenta que la luz, que la música más sublime, está ahí y que no queda sujeta ni expuesta a variaciones ni antojos, a razonamientos vanos, ni a comentarios ociosos. Cuando algo interior y verdadero se nos esconde es para "verlo" en una perspectiva infinitamente más profunda, que va más hondo que los sentidos y las potencias.
Por ello: callemos reverentes, con infinito respeto, y cultivemos ese silencio que ya está en el alma y que nos lo dice todo más allá de todo (o más aquí, si se prefiere) sin olvidar la ternura divina que se manifiesta a cada paso de nuestras jornadas.
Alberto E. Justo