No se trata de apelar a ninguna casualidad, ni a la buena fortuna, ni a cerrar o abrir los ojos, ni a todas esas "seguridades" que, según el tiempo, se nos van ocurriendo. Se trata, en cambio, de no confiar en creaturas, ni métodos, sino en una confianza heroica en Dios. A imitación de Abraham que "esperó contra toda esperanza."
El secreto comporta este derrotero interior: así como no tengo prueba, ni demostración, ni constancia de lo más sublime (y sé con máxima certeza que ES), también he de arrojarme en los caminos de la historia y de la misión que el Señor me da, sin más comprobación de añadidura.
Alberto E. Justo