sábado, 8 de enero de 2011

La obra verdadera

¿Te preguntas -nuevamente- por el "sentido"? Es comprensible... El peregrino no ve resultados y lo más propio es que no pueda sacar nada de todos ellos. Entonces, ¿te sientes tan mal porque no logras trabajar en lo que deseas, porque "otros" no te atienden, o porque los "respondables" te ignoran? Es lo más frecuente y casi una ley del "peregrinar", que se cumple tarde o temprano. Y sufrimos, unos y otros, por considerar que hemos quedado marginados e infecundos, sobre todo cuando aquellos, que están más allá, se llevan los premios. ¡Cuántos se juzgan fracasados e inútiles, porque sufren esa... "desatención" indiferente!
Pero... (siempre surge un "pero") no todo queda ahí y no han de plantearse estas cosas ahí, ni así.
La fecundidad del hombre es la obra de Dios. Digámoslo de este modo, por ahora. Deja que el Verbo nazca en tu alma y déjale obrar... ¿No has pensado que el sufrimiento de hoy (que no comprendes) en el misterio de Getsemaní tiene una proyección y fecundidad eternas?
Tus lágrimas valen más que cuanto pudieras decir, expresar, transmitir, difundir o enseñar a lo largo de toda tu peregrinación en este mundo. Y no se trata sólo de un "sufrir", sino de ese "descenso" en y con el Señor, que no tiene explicación ni discurso.
No dudes de la acción divina cuando tu no puedes hacer más que adorar. El Señor puede ver por tus ojos... Deja que te posea y goza. Alégrate en Él. Que tu mano izquierda no ha de saber lo que hace tu derecha.

Alberto E. Justo