Hablamos de la "Fuga Mundi" y experimentamos esa necesidad de ir "más allá", de encontrar la paz y el silencio en algún paraje de este mundo o de cualquier otro. El asedio de las "cuestiones", de los ruidos y rumores, que pretenden descarrilarnos o apartarnos del centro... Todo ello abruma y continúa, y viaja con nosotros por todas partes... ¿Entonces?
Intentemos esa vía que siempre se halla abierta. Imaginemos nuestra vida y nuestra realidad como una esfera enorme... Pues, desde hace mucho (¿desde siempre?) ocupamos un espacio reducidísimo. Hemos oído hablar, alguna vez, de las pocas palabras que empleamos de nuestro idioma, del exiguo uso de nuestras facultades, de una suerte de "desperdicio" por atarnos a esto o a aquello...
Pues bien, en la esfera nos hallamos en la parte exterior y en un pequeño segmento de la corteza. ¿Por qué no intentamos introducirnos más, por qué no nos aventuramos "adentro"? Hay niveles insospechados. El más alto, el propio del espíritu, no lo consideramos, ni nos atrevemos a tanta profundidad. Pero allí está nuestro bien, allí encontraremos nuestra alegría...
Empeñémonos a vivir en libertad... Porque el nivel del espíritu comporta una permanente audacia. Pero sólo por allí hallaremos el silencio y la paz y sólo por allí nos asirá el Señor.
Descubramos el nuevo nivel. Está escondido como ocurre siempre con lo mejor. El secreto que sólo conoce el Padre. Es hora de vivir en ese Secreto. Busquémoslo en el silencio, en la meditación y en la plegaria.
Alberto E. Justo