Sin ánimo de ninguna apología... Descubrimos el mayor secreto cuando nos dejamos encontrar por Dios. Nuestra plegaria es la única Mirada, acoger en lo profundo, en lo hondo del alma, a Aquél que es engendrado y abre sus Ojos en el Corazón. Y nos ve, nos conoce, nos conoce desde siempre y desde siempre nos ama. Es Él, Aquél que nos dice -incesantemente- Yo Soy...
Oración inefable. No podemos describir ni explicar lo que nos trasciende y nos eleva...
Es Él.
No puedo hablar en tercera persona. Es ridículo. Sólo cabe elevar y sumirse en el Silencio, que sólo el Silencio puede ahora hablar.
Alberto E. Justo