A la vera del camino hay salientes que nos detienen. ¡Cuántas veces quedamos atrapados por esas "cosas" de los costados, laterales que quedan de ayer y que repetimos sin ánimo de crear nada!
Las melodías repetidas en exceso acaban por fatigar... Es preciso, en cambio, abrir horizontes y crear espacios, levantando la mirada más allá de las colinillas de siempre. La vida contemplativa no es compatible con las repeticiones ni con las copias de segunda mano. No son las canciones más aplaudidas las que conquistan el corazón y nos brindan el fulgor de la belleza.
Lo más escondido, lo más reservado, es lo que despierta nuestro entusiasmo y nuestra adhesión... Animémonos a pasar más allá de los caminos trillados. La verdad está siempre velada y de nada valen nuestros cálculos si no trabajamos en desenterrar los tesoros...
Parece que la "moda" es gastar las mismas fórmulas y repetir escritos fotocopiados o lo que goza de gran propaganda editorial.
Contemplemos, en cambio, aquél valle del alma, que no tiene nombre... Descubramos la luz que ya no tiene ocaso, dejemos que la "soledad sonora" y la "música callada" enciendan nuestras horas... O las selvas... "cuyos troncos y piedras -decía San Bernardo- enseñan lo que no nos dicen los maestros."
Alberto E. Justo